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ESTO SE VA A AL GARETE

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El amateurismo de los juristas romanos, no obstante, también tenía sus sombras. La falta de un cauce reglado para acceder a la profesión jurídica, dejó esta al albur de las vicisitudes de la historia romana, pues arribistas sin escrúpulos podían acceder al honroso oficio de jurisconsulto en detrimento de la seriedad jurídica en época de crisis, tal y como ocurrió durante las guerras civiles (86-31 a.C.) que provocaron la caída de la República y propiciaron la instauración por Augusto del nuevo régimen del Principado.

Inicialmente el caos de las guerras civiles incidió gravemente en la calidad de la jurisprudencia. El prestigio del que gozaban los primeros grandes juristas republicanos decae rápidamente en la segunda mitad del siglo I a. C., si nos atenemos al testimonio de Cicerón (106-43 a. C.), quien se lamenta que la confusión de la época haya destruido el viejo esplendor de la ciencia del derecho y que los excelentes juristas del pasado, en su mayoría pertenecientes a la clase senatorial, hayan sido reemplazados por una horda de incompetentes y de charlatanes sin escrúpulos que han desprestigiado la profesión.

Este ambiente de confusión está descrito por Robert Harris en su magistral y entretenidísima Trilogía sobre Cicerón y, en el plano cinematográfico, por Stanley Kubrick en la clásica película Espartaco que recoge la revuelta de esclavos ocurrida entre los años 73 y 71 a.C. en medio del caos de unas guerras civiles que ya habían empezado a afectar a la normalidad republicana. Por cierto, que la película estrenada en 1960 tuvo un trasfondo político importante ya que se basaba en la novela Espartaco del comunista norteamericano, Howard Fast y cuyo guionista fue Dalton Trumbo, también en la lista negra de Hollywood por sus nada disimuladas simpatías izquierdistas.


Imagen 8. Cartel anunciador de la película Espartaco. 1961.

La película al final se produjo gracias al activismo de Kirk Douglas que se impuso a la censura con energía y resolución. Esta cinta triunfó también gracias al genio de Kubrick, que entendió muy bien el guion y la figura histórica de Espartaco. Sobre las circunstancias de la preparación y rodaje de la película es totalmente recomendable la película de 2015, Trumbo, protagonizada por Bryan Cranston, el protagonista de la conocida serie Breaking Bad. Un gran biopic (biografía cinematográfica) soberbiamente interpretada, y un gran retrato de la «Caza de Brujas» de McCarthy en los años 50.

Es cierto que Cicerón, a pesar de –o quizá como consecuencia de– provenir socialmente del orden ecuestre30, lo que hoy llamaríamos la burguesía media alta, era un arduo defensor de la clase senatorial en la que había logrado integrarse plenamente por sus propios méritos, gracias a su talento como escritor y a su elocuencia como orador. Por ello, es probable que no fuera del todo objetivo y sus palabras fueran la consecuencia del celo del converso con el que pretendía ocultar un desclasamiento que sus enemigos se ocupaban de recordarle.


Imagen 9. Busto de Cicerón.

Sin embargo, no debía andar tan descaminado si consideramos que César e incluso su rival Pompeyo, que era mucho más conservador, compartían el juicio de Cicerón sobre el desbarajuste jurisprudencial, hasta el punto de que ambos pensaron en ordenar la puesta por escrito de las respuestas de los mejores jurisprudentes, para que en adelante solo las seleccionadas por la autoridad tuvieran relevancia en los tribunales.

La realización de tales planes hubiera supuesto para el derecho romano, si no el golpe de gracia, sí, al menos, un grave contratiempo, en la medida en que hubiera detenido en seco el dinamismo creador de la jurisprudencia. No obstante, ni Pompeyo ni César, tuvieron tiempo de llevar a cabo sus proyectos de «codificar» la ciencia jurídica, porque ambos fueron asesinados, con cuatro años de intervalo, lo que dejó en manos de Augusto la reforma de la jurisprudencia romana.

Imágenes 10 y 11. Bustos de Pompeyo y Julio César.

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