Читать книгу Comentario al texto hebreo del Antiguo Testamento - Profetas Menores - C. F. Keil - Страница 53

7, 4-7

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4 Todos ellos son adúlteros. Son como un horno encendido por el panadero que cesa de avivar el fuego después que está hecha la masa, hasta que esté leudada. 5 En el día de nuestro rey, los gobernantes se enfermaron con el calor del vino; y él extendió su mano a los burladores. 6 Porque como un horno aplican su corazón a planear intrigas: Toda la noche dormita el furor de ellos, y al amanecer arde como llama de fuego. 7 Todos ellos arden como un horno y devoran a sus jueces. Todos sus reyes han caído; no hay entre ellos quien me invoque.

Al tema anterior se añade aquí (Os 4-7) la pasión con la que el pueblo se hizo esclavo de la idolatría y sus gobernantes se entregaron en manos del engaño.

7, 4. ‘~L'Ku, kullâm, todos, no se refiere al rey y a los príncipes, sino a toda la nación. נאף es adulterio espiritual, idolatría, apostasía del Señor. Se puede hablar también de un adulterio literal pues la adoración de Baal promovía un tipo de licencia sexual. En esta carrera apasionada de idolatría, la nación se parece a un horno que el panadero calienta en la tarde, y deja encendido toda la noche, mientras la masa se eleva con la levadura, y entonces, por la mañana lo calienta con más fuerza, a fin de que esté preparado para hacer los panes.

בּערה מאפה, calentura de panadería, calentura de panadero. hr"[eÞBo ha sido acentuado como milel, sea a causa de los masoretas que no querían que תּנּוּר se construyera como un femenino (Gesenius, Lehrgeb. p. 546; Ewald, Gramm. p. 449, nota 1), sea a causa de que no querían que el tiphchah ocupara otro lugar en el corto espacio que quedaba entre el zakeph y el athnach (Hitzig). העיר, excitar, aquí en el sentido de activar el fuego. Sobre el uso del participio en el lugar del infinitivo con verbos que conservan el principio y el fin, cf. Ewald, 298, b.

7, 5. Tanto el rey como los príncipes están dedicados al engaño. El día de nuestro rey puede ser el día de su nacimiento o el de su ascenso al trono, o un día especial en el que él daba un banquete a sus nobles. יום aparece aquí del modo más simple como acusativo adverbial de lugar. En ese día especial el príncipe bebe de tal forma que se pone enfermo por la excitación del vino.

החלוּ, generalmente enfermar, aquí es enfermarse uno a sí mismo. Hitzig sigue las versiones antiguas y deriva esa palabra de חלל, y la toma como equivalente de החלּוּ, es decir, ellos comienzan, lo que da un sentido muy insípido al texto. La difícil expresión ~yci(c.l{-ta, Adßy" %v:ïm', “extendió su mano con los burladores” apenas puede entenderse de otra forma que la sugerida por Gesenius (Lex.), “el rey va rodeado de burladores”, es decir, se hace amigo de ellos, frase que podemos comparar con שׁוּת ידו עם (Ex 23, 1). Los burladores son personas propensas a la embriaguez, en la línea de Prov 20, 2 donde se dice que el vino es “burlador”.

7, 6 desarrolla aún más el argumento precedente. כּי introduce la explicación y el fundamento del símil del horno, que en 7, 5 está subordinado al pensamiento anterior y ha de tomarse como un paréntesis explicativo. Las palabras de כּי קרבוּ a בּארבּםּ forman una sentencia. קרב se construye con ב loci (de lugar), como en Jc 19, 13; Sal 91, 10: Ellos han acercado su corazón (a la contienda).

La expresión “como un horno” (כּתנּוּר) contiene un símil condensado. Pero no es el corazón mismo el que se compara con el horno, en el sentido de “ardiendo como un horno en llamas con bajos deseos”, como Gesenius supone, porque la idea de presentar un horno como un 'ōrebh (cf. ~B'_r>a'B.) hubiera sido inapropiado e ininteligible. “El horno es más bien 'orbâm (su emboscada), aquello que los malvados tienen en común, las intrigas que realizan, mientras que el combustible es libbâm, es decir, su corazón, su propia disposición” (Hitzig).

El que maneja el horno es el machinator doli, maquinador de engaños, el que enciende el fuego en ellos, es decir, aquí no se evoca una persona particular, que dirige a las demás y promueve la conspiración, sino la misma pasión de la idolatría. Esta pasión duerme durante la noche, es decir, ella descansa hasta que llega la oportunidad y el tiempo apropiado para realizar los malos deseos del corazón, o hasta que los malos deseos del corazón han madurado para realizarse. Este tiempo se describe en armonía con la figura de fondo, es decir, con la mañana en la que el horno estalla en grandes llamaradas (la palabra הוּא está evocando el tannūr más remoto como sujeto).

7, 7. Este verso nos pone de nuevo ante el sentido literal del tema. Las palabras “arden como un horno” retoman el motivo de 7, 4 (adúlteros como un horno), de manera que aquí se insiste de nuevo en el fruto de esa conducta: “devoran a sus jueces, hacen que caigan sus reyes…”. Estos jueces no son los sârīm de 7, 5 (~yrIßf') quienes aparecen como guardianes supremos de la ley, sino los mismos reyes como administradores de la justicia, como en Os 13, 10, donde aparecen los shōphetīm como sinónimos de מלך, palabra que se aplica, al mismo tiempo, al rey y a los príncipes.

La frase “todos sus reyes han caído” no añade ningún dato nuevo a lo que precede, y no afirma que los reyes han caído, además de (o al lado de) los jueces, sino que retoma lo ya dicho, con la finalidad de indicar que nadie llama al Señor en el contexto de la caída de los reyes. El sufijo בּהם no se refiere a los reyes caídos, sino a la nación en su totalidad, es decir, a aquellos que han devorado a sus jueces. El pensamiento es este: en la pasión en la que todos están inflamados de idolatría, y en la que los príncipes caen lo mismo que los reyes, ni unos ni otros reflexionan sobre la caída de los reyes, ni advierten que Israel ha olvidado el camino que conduce a la salvación, pues Israel está cayendo de cabeza en el abismo de la destrucción, sin darse cuenta de que solo la conversión al Señor puede ayudarles y salvarles.

El profeta tiene aquí en su mente los tiempos que siguen a Jeroboán II, cuando Zacarías fue destronado por Salum, Salum por Menahem, hijo de Pekaía, y Menahem por Pekah, y todo esto en la más rápida sucesión (2 Rey 15, 10.14. 25), sin tener en cuenta los once años de anarquía entre Zacarías y Salum (cf. Comentario a 2 Rey 15, 8-12). Al mismo tiempo, la expresión “todos sus reyes han caído” muestra claramente no solo que las palabras no pueden limitarse a esos acontecimientos, sino que incluyen todas las revoluciones anteriores, mostrando todavía más claramente que no existe ningún fundamento para interpretar todas estas revoluciones como algo que se produce simplemente por el deseo particular de alguno de los reyes (Zacarías, Salum…) o de otros (como piensan, dando nombres distintos, Hitzig o Schmidt), pues lo que está al fondo, la causa de todas las perturbaciones, es la idolatría que conduce a la falta de orden y a la lucha de todos contra todos.

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