Читать книгу Comentario al texto hebreo del Antiguo Testamento - Profetas Menores - C. F. Keil - Страница 61
8, 5-8
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5 Tu becerro, Samaría, te hizo alejarte. Se encendió mi enojo contra ellos: no pudieron alcanzar la purificación 6 Porque ese becerro es de Israel; un artífice lo hizo. No es Dios, por lo que será deshecho en pedazos el becerro de Samaría. 7 Porque sembraron vientos, segarán tempestades. No tendrán mies ni su espiga dará harina; y si la da, los extranjeros la comerán. 8 ¡Devorado será Israel! Pronto será entre las naciones como vasija que no se estima,
8, 5-6. xn:z, zânach (disgusto, alejarse) remite a 8, 3. Así como Israel sintió disgusto por aquello que es bueno, así se disgustó Yahvé por el becerro de Samaría. Ciertamente, zânach se utiliza aquí de un modo intransitivo, con el sentido de oler mal, de ser repugnante. Pero esto no altera el significado, que resulta obvio por el contexto, que el becerro disgusta a Yahvé.
El becerro de Samaría no es un ídolo de oro colocado en la ciudad de Samaría, pues no hay alusión para algo así en la historia. Samaría se menciona aquí simplemente en lugar del reino, y el becerro es aquel que ha sido colocado en Betel, en el lugar de adoración más famoso de este reino, que es el único que aparece también en 10, 5.15. A causa de ese becerro se ha encendido la ira de Yahvé en contra de los israelitas, que adoran al becerro y no pueden dejar de hacerlo.
Este es el pensamiento de fondo del texto, que expresa el disgusto de Dios por esas abominaciones. El tema es por cuánto tiempo serán incapaces los israelitas de נקּין, es decir, de purificar el camino ante el Señor, abandonando las abominaciones de la idolatría (cf. Lam 19, 4). No se trata, pues, de “quedar libres del castigo”, como supone Hitzig. A לע יוּכלוּ, no pudieron, debe añadirse “alcanzar”, como en Is 1, 14; Sal 101, 5.
La palabra “porque” (yK, kī, de 8, 6) viene después como una explicación de la frase principal de 8, 5 (sobre el enojo de Yahvé por el becerro). Ese becerro de Samaría es una abominación para el Señor y no forma parte del auténtico Israel, pues lo ha construido un simple artífice.
Por su parte, והוּא es un predicado, que recibe más énfasis por la partícula ו, et quidem, en el sentido de este. Según eso, este becerro será destruido del mismo modo que fue destruido el becerro del Sinaí, quemado y hecho polvo (cf. Ex 32, 20; Dt 9, 21). El ἅπ. λεγ. שׁבבים, del árabe sabb, cortar, significa pedazos, ruinas.
8, 7. Esta será la cosecha de Israel por su conducta impía. Con esta imagen (sembrar vientos, cosechar tempestades…), que ha sido utilizada de manera frecuente y variada (Os 10, 13; 12, 2; Job 4, 8; Prov 22, 8), se expresa la amenaza a través de un pensamiento general, tomado de la vida. La cosecha responde a la siembra (cf. Gal 6, 7-8). Del viento brota la tempestad.
El viento es una representación figurada de la conducta humana, la tempestad es signo de destrucción. En vez de x:Wrï lo que se cosecha es און, עמל, עולה (maldad, vacío, nada), cf. Os 10, 13; Job 4, 13 y Prov 22, 8. El segundo hemistiquio desarrolla aún más la figura. קמה es el grano de la cosecha. Por eso se dice xm;c,… Alª-!yae( hm'äq', el tsemach, grano sembrado, no da qemach, un juego de palabras sobre la siembra y el fruto.
Pues bien, aun en el caso de que haya algo de qemach, es decir, de cosecha, ella será para los extraños, es decir, para los forasteros que la consumirán. Estas palabras no amenazan solo con la falta de cosecha, sino que aquí se predice el fracaso de todo aquello que los hombres realicen o construyan. No solo la cosecha de Israel, sino el mismo Israel será “tragado” (destruido).
8, 8. Esta estrofa desarrolla el pensamiento anterior de la destrucción. La dureza de la amenaza que sigue no se contiene solo en la amenaza anterior (no solo el grano de Israel, sino el mismo Israel será tragado por sus enemigos), sino también en el verbo perfecto נבלע, que indica que el tiempo de la maduración de las malas semillas ha comenzado ya (Jerónimo, Simson).
עתּה היוּ, ya, en este mismo momento, los israelitas han comenzado a ser como una vasija rota, despreciada entre las naciones, algo que los hombres arrojan como carente de uso (Jer 22, 28; 48, 38). Esta es la suerte que ellos han preparado para sí mismos.