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Las teorías sobre los usos y gratificaciones

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Estas tendencias funcionalistas terminan por construir una persona desarropada de historias, contextos, políticas, cultura y derechos. No se trata de un sujeto social, cultural y político, sino de un recorte potente en términos de posible ‘objeto de estudio’ (Grimson, 1999).

Lazarsfeld y Merton complejizan esta conceptualización comunicacional, para pasar casi dos décadas después a abandonar la posibilidad de pensar “qué les produce la televisión a las personas y reemplazarlo por la idea de qué hacen las personas con la televisión” (Halloran, 1991: 78).

Comienza a pensarse la comunicación como una parte de un proceso de interacción social dentro de “una red de relaciones sociales”, donde las personas no están aisladas al recibir los mensajes.

“¿Usamos las noticias televisivas como información, como tranquilizante o como forma de contacto con otros? ¿Qué obtenemos de ellas? ¿Qué hacemos con los medios?” se preguntará Halloran, dando paso a las teorías sobre los usos y gratificaciones.

Ya no habrá necesariamente linealidad entre mensaje y receptor, sino que se estructurará un sistema general, pero de todas maneras se seguirá mirando a través de los lentes de la recepción y el receptor, desubjetivado.

Si bien es cierto que la problematización se profundiza, de todas maneras, termina por revalidar el término “receptor”, con el objetivo de ahondar los conocimientos sobre las interrelaciones con el transmisor y el mensaje mecanicista.

Se instituyen receptores pasivos, masivos, con la imposibilidad de ejercer derechos como consecuencia de la unilateralidad mediática.

Y a pesar de que los modelos de Agenda Setting parecen explicar más acabadamente el proceso comunicativo, tampoco terminan cuestionando el origen del poder. Aunque se otorgue capacidad de usos y gratificaciones, al mirar desde el receptor y no desde la emisión, parece “otra cara de la misma moneda”, ya que se trata de indagar en gustos y expectativas para ofrecer desde las pantallas lo que la audiencia “aparentemente” busca y “lograr el impacto deseado en ellas”, otorgando mayor poder de impacto a productoras/es y emisoras/es (Orozco, 2014: 72).

Derecho humano a la comunicación: Desconcentración, diversidad e inclusión

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