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En qué campo se inscriben los nuevos sujetos de derecho de la ciudadanía comunicacional Colonialidad, eurocentrismo, comunicación concentrada, primacía televisiva y patriarcado

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El valor performativo de la palabra, como gota creadora de mundo, ha sido enunciado por múltiples pensadores a lo largo de la Historia de la humanidad. Palabra para decir, pero, sobre todo, palabra para ser tomada y hacer, palabra para crear.

Como hemos visto, a partir de la genealogía social de los discursos, del estudio de los textos, de los procedimientos de enunciación, de las “maneras de decir”, en un contexto sociopolítico determinado, pueden desnudarse las “maneras de ser y creer” de un grupo, un colectivo (De Certeau, 1968).

El reconocimiento de la propia voz se transforma en un camino ineludible cuando se considera que las personas no se “hacen en el silencio”, sino en la palabra, la reflexión y la acción (Freire, 1968). Es decir que puede pensarse que el camino de la participación, de decir y dejar de ser dichos, es crucial para la construcción democrática.

En esta perspectiva, la toma de la palabra puede verse como una liberación, en la que se afirma un nuevo derecho, idéntico al derecho de “ser hombre” o “ser persona”, “ya no un cliente dedicado al consumo”. La toma de la palabra se trata, desde esta concepción, de decir “no soy una cosa”, de la toma del poder (De Certeau, 1968: 39).

En ese proceso de desobjetivación, ¿puede “hablar el subalterno”? ¿Puede ser sujeto de habla y ocupar un espacio discursivo? ¿O se conoce su existencia en el silenciamiento? (Gayatri Spivak, 1985). Al estar desprovisto de narrativas para contar su propia historia, ¿cómo puede ser escuchado? ¿Desde qué contextos lo hace, desde qué espacios, entendidos como clave de enunciación?

En esa inteligencia, si se existe a través del silencio, se es, pero silenciado, como una forma de negación, de apropiación de la palabra. Entonces, ¿qué grado de deshumanización se vive en la negación del/la otro/a y de su derecho de decir? ¿Es posible crear en un marco de opresión? Si ocurriera que el dominador niega el derecho de decir de las personas, ¿cómo pueden esas personas humanizarse y no adaptarse a la realidad que sirve al dominador? ¿Cómo reconocer la violencia de los opresores, el “yo introyectado” como conciencia opresora? (Freire, 1968).

A pesar de los desafíos que presenta el complejo escenario social, político, económico y comunicacional desarrollado, resulta oportuno reflexionar sobre el lugar que ocupa la construcción de un pensamiento crítico como fuente de emancipación.

La necesidad de iniciar una proyección más allá del mundo tal como en apariencia es dado, reconociendo los “determinantes sociales”, para liberarlo de los “determinismos que pesan sobre él”, inventar otras perspectivas diferentes a las que “está inscripto el orden de las cosas” y, a partir de ese pensamiento crítico, no solo pensar el mundo como es, sino también cómo podría ser, “pensar el mundo en lugar de ser pensados por él”, comprenderlo para desmontar sus engranajes, en busca de la reapropiación intelectual y material (Wacquant, 2005: 45-50).

¿Cómo es, entonces, el mundo en el que están inscriptos los nuevos sujetos de derecho, consagrados en las leyes por una comunicación democrática en gran parte de la región Latinoamericana? ¿Cuáles son los determinantes y determinismos sociales que los entornan? ¿Cómo pueden emanciparse los “oprimidos comunicacionales” de las categorías “opresoras”? ¿Cómo construir nuevas pedagogías, para el nuevo mundo imaginado-creado?

Derecho humano a la comunicación: Desconcentración, diversidad e inclusión

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