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De la recepción a sujetos sujetados

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Mientras que, en términos de los estudios funcionalistas, la cuestión nominal del receptor parece determinar posturas objetivistas; al interior del marxismo se plantearán subjetivismos, al punto de que la tensión se produce entre el sujeto de enunciación, comprendido como lucha de clase, y el desarrollo de las fuerzas productivas y las fuerzas de producción, es decir la estructura.

Irrumpe el sujeto con claridad por sobre el objeto.

Desde esa perspectiva, la objetivación del producto del trabajo parece terminar por presentar esa producción como si no le perteneciera a la sociedad. Se evidencia que se niega así que la forma mercantil esconde la relación social entre las y los productoras/es y el trabajo global, ya que no se trata de la producción de meras mercancías.

Las influencias en el campo de la comunicación comienzan a hacerse notar. La ideología dominante, al servicio de las élites del poder, el determinismo en las relaciones sociales, el verticalismo y las imposiciones modifican el tablero histórico, político, social, económico y comunicacional.

Desde la perspectiva althusseriana

el individuo es interpelado como sujeto (libre) para que se someta libremente a las órdenes del Sujeto, por lo tanto, para que acepte (libremente) su sujeción, por lo tanto, para que cumpla solo los gestos y actos de su sujeción. No hay sujetos, sino por y para su sujeción (Althusser, 1988: 63).

En esa línea de pensamiento, en los años 70, las investigaciones en el campo de la comunicación ahondaron en las estructuras ideológicas dominantes y su permanente capacidad de dominación.

Las discusiones comenzaron a inscribirse en torno de sujetos, agentes y agencias.

Entonces, si la estructura sujeta al sujeto, ¿no hay lugar para las resistencias? Ante la rotulación de esta corriente como “funcionalismo de izquierda”, el propio Althusser escribió en 1977:

la ideología dominante no es nunca un “hecho consumado de la lucha de clases” que escape a la lucha de clases ( ) La lucha por la reproducción de la ideología dominante es un combate inacabado que siempre es preciso reemprender y que siempre está sometido a la ley de la lucha de clases.

Así, mientras desde las perspectivas de Adorno y Horkheimer se tensa la lectura hacia la falta de negociación total, dado que la producción cultural, el filme, por ejemplo, no deja dimensión alguna a la fantasía ni al pensar de los espectadores; para Walter Benjamin la técnica y las masas pueden ser un “modo de emancipación del arte”.

Libertad u opresión. Se describen antagonismos que parecen irreconciliables. Sin embargo, a partir de la influencia del estructuralismo y el culturalismo, y a pesar de seguir utilizando el término receptor, Hall construye una perspectiva en torno de la autonomía que puede existir en la relación con los medios y define el “proceso de comunicación”, donde intervienen la circulación, la recepción y la producción.

Desde su mirada, hay momentos determinados de “codificación” y “decodificación” con “autonomía relativa” en relación con el proceso de comunicación, entendido “como un todo”.

En 1980, concluye que “tomando prestados términos de Marx, circulación y recepción son, en efecto, momentos del proceso de producción en televisión y son incorporados mediante un número de retroalimentaciones estructuradas e indirectas, en el proceso mismo de producción”.

Derecho humano a la comunicación: Desconcentración, diversidad e inclusión

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