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I.1.4. Los bosques siguen siendo en el presente y están llamados a ser en el futuro, aliados indispensables para garantizar la pervivencia del ser humano: especial referencia a su notable contribución para paliar el cambio climático

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Tal y como se puede constatar de cuanto he expuesto hasta el momento, los bosques, desde los tiempos más remotos de los que se tiene constancia, han sido tanto a nivel nacional (de España) como a nivel internacional, mundial, sin que a estos efectos se pueda establecer una especial diferenciación o distinción en virtud de las diversas razas, culturas o pueblos que habitan cada uno de los continentes, indispensables para la pervivencia del ser humano sobre la tierra, al facilitarle múltiples alimentos procedentes de los mismos, protección, combustible natural para poderse calentar con él, remedios medicinales y diversas materias primas, entre ellas, de manera muy destacada, la madera, que le ha posibilitado construir naves para surcar los mares, casas para con ellas poder guarecerse de las inclemencias del tiempo y todo ello sin entrar a aludir a otras cuestiones más intangibles, pero no por ello menos importantes, como el solaz, esparcimiento y bienestar mental que siempre le han reportado. Por todo ello, bien se puede calificar a los bosques como el compañero fiel que tanto y tantas veces ha ayudado al hombre en su devenir a lo largo de la historia. Pese a los incuestionables beneficios que los bosques siempre han reportado a los hombres, la codicia, la avidez y el ansia desmedida e irracional del ser humano por obtener el mayor y más rápido partido de todo lo que los mismos podían ofrecer ha sido lo que finalmente ha propiciado la decadencia de estos últimos y en las situaciones más extremas, por cierto, no excepcionales, su extinción.

Este relato anteriormente expuesto con el que mi único propósito consiste en exponer a grandes rasgos y por supuesto, sin ningún ánimo de exhaustividad y menos aún, pretensión de agotar el tema, la enorme simbiosis que siempre ha existido entre el hombre y los bosques, bien puede considerarse por aquellas personas menos cercanas a estos últimos o que menos han meditado sobre el particular, que es cosa del pasado, pues perfectamente pueden pensar que el hombre a lo largo de la historia ha ido evolucionando y así como en un principio necesitaba imperiosamente de los bosques, fruto de dicha evolución depende cada vez en menor medida de los mismos hasta casi poder prescindir de ellos.

El razonamiento final, anteriormente expuesto, parece lógico, incluso, intachable, si se tiene en cuenta que el desarrollo de la agricultura ha sido sobresaliente, no teniendo nada que ver la agricultura de los primeros tiempos, que era más bien una suerte de recolección de lo que producía la tierra con la agricultura moderna de hoy en día. Otro tanto de lo mismo puede decirse del material que utiliza el hombre para calentarse y en general, como energía, dado que si bien es cierto que todavía hay una parte importante de la población mundial, fundamentalmente en los países subdesarrollados o en vías de desarrollo, que siguen utilizando la madera que proporcionan los bosques con tal finalidad18, lo normal es utilizar otro tipo de combustibles [de origen fósil (petróleo, carbón, gas natural y gas licuado del petróleo), procedente del viento (energía eólica), del agua (energía hidráulica), del sol (energía solar) o bien energía nuclear] al margen de los bosques. Lo mismo puede decirse, ciertamente, de los materiales que se utilizan para construir todo tipo de utensilios, naves, aeronaves, edificios o construcciones de todo tipo y clase etc…, los cuáles, mucho más resistentes, duraderos y en muchas ocasiones baratos que la madera, como ciertos metales o el plástico, han usurpado el papel preponderante que durante siglos ha venido teniendo aquella, dejando a esta última y con ello, a los bosques, como elemento meramente residual.

Pues bien, con ser ello cierto, lo que no se tiene en cuenta y de ahí que quiera traerlo a colación en este momento, es que, de manera paralela a la evolución de la técnica, saber, conocimiento y progreso en general de los hombres, los bosques también han evolucionado, en particular en las ventajas y beneficios que aportan al ser humano. Me explico. Inicialmente los bosques eran objeto de aprecio y consideración por el ser humano, básica y fundamentalmente, por las ganancias económicas que reportaban como consecuencia de los aprovechamientos forestales procedentes de los mismos. Sólo se veía en ellos el aspecto económico. Más tarde y según fue evolucionando la sociedad se fueron apreciando nuevos beneficios que derivaban de los bosques, como contribuir de manera significativa a la conservación del medio ambiente, principalmente de la flora y fauna que albergaban, o posibilitar el esparcimiento y relax de la gente, reconociéndose tales beneficios sociales y culturales que hasta el momento habían pasado inadvertidos.

Continuando con la evolución de los bosques a que me vengo refiriendo y dando un paso más en ella, debo señalar que en el mundo actual, cada vez más contaminado y con una mayor y preocupante polución tanto para el propio planeta como para la supervivencia del ser humano, se ha descubierto, según lo ha ido posibilitando el estado de la técnica, que de entre los indudables beneficios que de siempre se ha sabido que reportan los bosques, hay uno del que no se tenía constancia y que resulta sumamente importante atendiendo al complejo panorama al que se enfrenta la población mundial hoy en día, siendo éste el de ser aquellos grandes y magníficos sumideros de carbono atmosférico19, lo que es un motivo más, en cierto modo novedoso, que justifica el necesario cuidado y salvaguarda de los bosques en beneficio del ser humano. Con ello, lo que pretendo hacer ver es que parece que según va evolucionando el ser humano cada vez descubre nuevas utilidades, servicios y ventajas que le reportan los bosques, antes, no contempladas, o en el mejor de los casos, únicamente intuidas de manera difusa e inconcreta por las mentes más preclaras20.

Tal hecho, que considero incuestionable y que no debe perderse de vista, es el que, tal y como reza el título del subapartado que ahora me ocupa, me hace poder aseverar que la multisecular unión que ha existido siempre entre los bosques y el ser humano, pese al incontestable progreso y avance de este último en todos los ámbitos del saber, va a seguir en el futuro, incluso, si cabe, con más fuerza que antaño. Téngase en cuenta, si se piensa bien, que cada vez más se vuelve hoy en día, dentro de la modernidad que todo lo inunda, a las actividades y orígenes más ancestrales de los bosques. Así, por ejemplo, cada vez es más habitual el recurrir a determinados productos o aprovechamientos forestales que desdeñados tradicionalmente se consideran en el presente punteros de cara a conseguir un medio ambiente mejor para todos. Me refiero con ello, entre otros a los que podría hacer alusión, a la biomasa forestal, la cual es considerada como un combustible idóneo por su abundancia, porque ayuda a limpiar los bosques y con ello a prevenir posibles incendios, porque es biodegradable y una energía totalmente limpia21, o a determinadas plantas medicinales a las cuales vuelve a recurrirse con las más diversas finalidades: curativas, terapéuticas, etc…

Dando un paso más en la argumentación anteriormente expuesta, debo insistir en que los bosques están llamados a prestar todavía (y siempre, me atrevería a decir) importantes servicios a los hombres, como sin ir más lejos, siendo el más novedoso, actual y urgente de todos, el de contribuir a paliar el cambio climático22. Efectivamente, los bosques, se ha ido sabiendo poco a poco, están llamados a desempeñar un papel destacado, es más, determinante si se quiere tratar de aminorar o mitigar el cambio climático que ya desde hace años viene aconteciendo a nivel global23. Es más, hay quien considera que la respuesta mundial al cambio climático debe centrarse más en los bosques, dado que estos últimos y los árboles que contienen desempeñan una función decisiva a la hora de reducir los gases de efecto invernadero de la atmósfera24, lo que da buena idea del insustituible papel que pueden llegar a desempeñar y de hecho desempeñan los mismos en beneficio último del ser humano. En definitiva, considero que la interacción entre los bosques y el hombre, entre éste y aquellos, está llamada a perdurar hasta el final de los tiempos, por lo que, aunque sólo fuera por una cuestión de puro egoísmo, el hombre debería cuidar, proteger y salvaguardar cada vez más los bosques de todo el mundo, evitando por todos los medios la degradación y deforestación de la que por desgracia son objeto aun hoy en día.

La certificación forestal: un instrumento económico de mercado al servicio de la gestión forestal sostenible

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