Читать книгу La certificación forestal: un instrumento económico de mercado al servicio de la gestión forestal sostenible - Fernando García-Moreno Rodríguez - Страница 4

Introducción

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En la introducción que ahora me ocupa, me propongo, como por otro lado es propio y característico de todas, acercar al lector que ahora tiene entre sus manos la presente obra al contenido de la misma, que tal y como reza su título principal, versa sobre la Certificación Forestal. Efectivamente, va a ser en rededor de, ya avanzo, este concreto y específico instrumento de preservación del medio ambiente y más concretamente dentro de este último, de los montes, sobre el que a lo largo y ancho del presente trabajo voy a ir desgranando todas aquellas cuestiones, aspectos y materias que de manera directa o indirecta, mediata o inmediata, tienen que ver con él, especialmente aquellas más transcendentes, dignas de mención, o bien sobre las que se proyectan más dudas, controversias y oscuridades que requieren ser resueltas o aclaradas. De ahí que no por casualidad se subtitule la presente obra tras su título principal y en relación con él: “Génesis, evolución y análisis jurídico crítico a la luz de su vigente regulación y aplicación en Espala”, dado que de lo que se trata con la misma, tal y como he apuntado, es de explicar de la manera más concreta, rigurosa e inteligible posible cómo se ha regulado y se regula la Certificación Forestal, cuál es la problemática más acuciante que en relación con la misma se presenta, así como el régimen jurídico, tanto sustantivo como procedimental, que le resulta de aplicación.

Pues bien, volviendo a la finalidad que guía la presente introducción y que tal y como he apuntado con anterioridad no consiste sino en aproximar al lector de la presente obra al contenido de la Certificación Forestal, para que de este modo pueda abordar aquel la lectura medular de la misma con al menos una mínima orientación y una serie de nociones básicas, siquiera elementales, pero imperturbables sobre dicha institución, debo señalar, lo primero de todo, que la Certificación Forestal nació a finales de los años 80 del Siglo pasado, con la finalidad inicial de tratar de evitar la deforestación de los bosques tropicales –por aquel entonces y desde bastante tiempo atrás, objeto de destrucción sistemática e inmisericorde–, más tarde, también, de los bosques templados y boreales, y finalmente en dicha evolución de lo más particular a lo más genérico, de todo tipo y clase de bosques, siendo este último en la actualidad el ámbito objetivo sobre el que opera la Certificación Forestal. Cabe apostillar en relación con la génesis y evolución que de esta última sintéticamente he expuesto, que la misma, por un lado, surgió desde un comienzo con una finalidad global, universal, es decir, con la finalidad de poder ser aplicada en cualquier país del mundo que contase con bosques, siempre que sus propietarios, con independencia de que estos fuesen personas físicas o jurídicas, públicas o privadas, quisiesen certificar los mismos, y por otro lado, que su aceptación y asentamiento fue progresivo, no habiendo terminado a día de hoy ni mucho menos el mismo.

Resultaría incompleta esta brevísima referencia que he hecho de la génesis y evolución de la Certificación Forestal sin precisar que esta última, y si bien en un principio tenía como único objetivo el evitar la deforestación, primero de los bosques tropicales, más tarde de los templados y boreales, y finalmente de todo tipo y clase de bosques, con el pasar de los años y a medida que iba calando casi de manera prácticamente paralela en el tiempo a aquella el concepto, en un primer momento, de sostenibilidad, y más tarde, como plasmación de este último en el ámbito más propiamente económico, de desarrollo sostenible, fue progresivamente incorporando la Certificación Forestal a su primigenia finalidad como perfeccionamiento y mejora de la misma, el lograr la gestión forestal sostenible, la cual, amén de ser la plasmación en el ámbito forestal del concepto de sostenibilidad y desarrollo sostenible, no sólo busca evitar la denostada deforestación de los montes, sino más allá de ello, contribuir a su preservación y mejora constante, al igual que a su disfrute social y cultural por toda la población, a la par que se obtiene un beneficio económico de los mismos como consecuencia de su explotación controlada, todo lo cual, se concreta en el importantísimo y transcendente principio de la multifuncionalidad de los montes con el cual, como tendré oportunidad de exponer a lo largo del desarrollo de la presente obra, tiene mucho que ver la Certificación Forestal. Bien puede decirse por ello que en la actualidad y desde hace ya bastantes años la razón primera y última, o si se prefiere, el principio y fin de la Certificación Forestal no es otro que el coadyuvar a la gestión forestal sostenible.

Tras esta brevísima referencia, siquiera a vuelapluma, sobre la génesis y evolución de la Certificación Forestal, debo hacer alusión a las características que le son propias, no sin antes llamar la atención sobre el hecho de que las mismas se infieren tanto de su regulación primigenia hecha desde un ámbito y con una finalidad eminentemente internacional, como de su transposición al vigente ordenamiento jurídico español que las asume por completo y plasma en la Ley 43/2003, de 21 de noviembre, de Montes. Tales características que siempre han acompañado a la Certificación Forestal, que son propias de la misma en el presente y que presumiblemente la van a acompañar en un futuro, son, sin ser todas, las cuales pormenorizaré al completo y con el detalle debido dentro de la parte de la presente obra que corresponda, básica y fundamentalmente las siguientes: Primera, ser un procedimiento voluntario, lo que implica que no puede imponerse a los propietarios forestales la obtención de la respectiva Certificación Forestal, debiendo ser ellos mismos quien en su caso la demanden. Segunda, garantizarse por una tercera parte independiente. A estos efectos la independencia se erige en garantía de la objetividad, imparcialidad y credibilidad necesaria para otorgar o denegar la Certificación Forestal demandada. Tercera, expedirse por escrito, lo que persigue, amén de a efectos probatorios, poder acreditar la concesión de la respectiva Certificación Forestal ante quien se quiera o resulte necesario hacerlo. Cuarta, ser el resultado final de comprobar que la gestión forestal se ha llevado a cabo de acuerdo con criterios de sostenibilidad, lo que implica el superar la respectiva auditoría del monte en cuestión, en el cual y dentro de esta última se llevan a cabo cuantas inspecciones, comprobaciones y controles se consideran necesarios hasta verificar que aquel cumple con los estándares de sostenibilidad previamente estipulados. Quinta, que el producto final que ostenta la Certificación Forestal es realmente, al que inicialmente se le otorgó tal calificación, a resultas de haberse realizado en relación con dicho producto, un seguimiento lo suficientemente riguroso y fiable desde su origen hasta su destino final, que viene a denominarse de manera harto gráfica como Cadena de Custodia.

Una vez relacionadas las características principales de la Certificación Forestal, considero oportuno hacer referencia a los diversos sistemas de Certificación Forestal, si bien dentro de la presente obra sólo me detendré, sin perjuicio de que aluda a otros, en aquellos que, por un lado, cuentan con más prestigio y reconocimiento a nivel internacional y a su vez y, por otro lado, tienen una mayor implantación y presencia dentro de nuestro país, en España. Éstos, no son otros que los dos siguientes que relaciono cronológicamente a continuación atendiendo a su fecha de creación: En primer lugar, el sistema de Certificación Forestal Forest Stewardship Council (Consejo de Administración Forestal), y, en segundo lugar, el sistema de Certificación Forestal, inicialmente llamado: Pan European Forest Certification (Certificación Forestal Paneuropea), y más tarde: Programme for the Endorsement of Forest Certification (Programa para el reconocimiento de Certificación Forestal). Únicamente apuntar ahora que el primero de los mismos tiene origen americano Oaxaca (Méjico), mientras que el segundo tiene procedencia europea. Ni que decir tiene que el propósito primero y último que ambos sistemas certificadores persiguen consiste, básica y fundamentalmente, en coadyuvar a la gestión forestal sostenible, para de este modo no sólo evitar la denostada deforestación de los montes, sino antes que ello pueda ocurrir, evitar que estos últimos se vayan progresivamente malogrando y echando a perder. Con todo, y como resulta lógico, uno y otro sistema de Certificación Forestal, no son exactamente iguales, teniendo cada uno de ellos una concepción e idiosincrasia propia y distinta a su vez del otro, así como unas características tanto materiales como formales que respectivamente les distinguen, si bien, y en honor a la vedad, hay que subrayar que son muchas más las similitudes y semejanzas que las diferencias y divergencias, es decir, lo que les une que lo que les separa.

Con ser importante todo lo dicho hasta el momento sobre la Certificación Forestal, he de llamar la atención sobre el hecho incontestable de que realmente la “piedra angular”, o si se prefiere, la “clave de bóveda” de dicho instrumento económico de mercado del sector forestal, pues tal y como tendré ocasión de explicar a lo largo de la presente obra no deja de ser aquella un instrumento económico de mercado, se encuentra en el procedimiento de otorgamiento, o en su defecto, denegación, de la Certificación Forestal. Efectivamente, es dentro del respectivo procedimiento donde realmente se dilucida si el monte o grupo de montes objeto de la respectiva evaluación cumplen o no con los estándares de sostenibilidad previamente fijados, para en el primer caso, otorgar aquella, y en el segundo, denegarla. No obstante y de superar el respectivo monte o grupo de montes tal evaluación no finaliza con ello, ni mucho menos, lo que comprende y se encuentra bajo la denominación genérica de Certificación Forestal, pues la misma, y frente a lo que en un principio pueda parecer, está constituida realmente por dos procedimientos, intrínsecamente unidos e interdependientes el uno del otro, de modo y manera que de no darse ambos no podrá desplegar nunca la Certificación Forestal los efectos que de la misma se espera, y de hecho no se podrá decir en puridad que el monte o montes en cuestión cuentan con ella. Así, y únicamente lo avanzo ahora, pues será objeto de estudio exhaustivo en uno de los Capítulos que integran la presente obra, la Certificación Forestal cuenta con un primer procedimiento que en el sistema de Certificación Forestal Forest Stewardship Council (FSC), se denomina Certificación de manejo forestal, mientras que en el sistema de Certificación Forestal Programme for the Endorsement of Forest Certification (PEFC), se denomina Certificación de gestión forestal, y tras ellos otro procedimiento que en ambos casos, es decir, en uno y otro sistema certificador se denomina Certificación de Cadena de Custodia.

Una vez descritos los aspectos más significativos y dignos de mención de la Certificación Forestal, como son los atinentes a su génesis y evolución en relación con su ámbito objetivo, las características más reveladoras que se extraen de la misma, los tipos o clases más destacados de sistemas de Certificación Forestal tanto a nivel internacional como nacional, y finalmente, el procedimiento específico a través del cual se procede a otorgar, en su caso, la correspondiente Certificación Forestal, quiero hacer alusión también dentro de la presente introducción, pues considero que es donde realmente procede hacerlo, a tres cuestiones que sin lugar a dudas contribuirán igualmente a acercar al lector al contenido de la presente obra y del mismo modo a entender y comprender mejor el propósito y finalidad que con la misma persigo. Estas cuestiones a que me acabo de referir y que de inmediato pasaré a puntualizar con el detenimiento y hondura que las mismas requieren, tienen que ver, en primer lugar, con las circunstancias que han motivado la presente investigación; en segundo lugar, con los propósitos que persigo con la misma; y en tercer lugar y finalmente, con el contenido y estructura en sí de la obra. Todas y cada una de tales cuestiones, cada una, evidentemente, desde su respectiva perspectiva, contribuyen sin lugar a duda de ningún género a aproximar también al lector de la presente obra a lo que es, implica y comporta la Certificación Forestal.

La certificación forestal: un instrumento económico de mercado al servicio de la gestión forestal sostenible

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