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Pesos y contrapesos legislativos e institucionales (subdimensión: limitaciones institucionales)

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La democracia liberal supone una serie de límites al poder del Estado, y al poder del ejecutivo, en especial. Los checks and balances están representados en particular (aunque no solo) por los poderes legislativo y judicial. Las Eeppa y Eepemex evalúan las limitaciones institucionales al poder gubernamental a través de preguntas sobre el rol de la legislatura y el tribunal supremo provinciales/estatales como contrapesos del ejecutivo. Los resultados de la gráfica 1.5 muestran de nuevo un patrón similar entre los dos países analizados, pero una situación menos democrática en México. En efecto, la mayoría de las provincias argentinas y los estados mexicanos aparecen en el cuadrante inferior izquierdo, que implica tribunales supremos en buena medida subordinados a los gobernadores y legislaturas que no controlan al poder ejecutivo. Solo uno de los 32 estados mexicanos se ubica fuera de ese cuadrante (Jalisco, pero lejos de la esquina superior derecha); en Argentina, en cambio, dos de las 24 provincias aparecen en el cuadrante superior derecho, y otras seis en los cuadrantes “fuera de la diagonal” que representan situaciones en las que (solo) uno de los dos poderes de control funciona adecuadamente.[7] Es decir, aunque la tendencia general es negativa en ambas naciones, lo es más en México que en Argentina.


En el país sudamericano solo la Capital Federal (o Ciudad Autónoma de Buenos Aires) tiene altos niveles de control tanto legislativo como judicial sobre el poder del ejecutivo. Las provincias de Buenos Aires y Mendoza se ubican en posiciones relativamente democráticas. Muchas más provincias se agrupan en las cercanías del vértice inferior izquierdo: los gobernadores de distritos tales como Formosa, Jujuy, La Pampa, Neuquén, San Luis, Salta, Santa Cruz y Santiago del Estero disfrutan de una casi total falta de controles por parte de los otros poderes. Lo mismo ocurre en una gran cantidad de estados mexicanos, como Chiapas, Coahuila, Oaxaca, Puebla, Tabasco, Tamaulipas y Yucatán. Es de notar también la mayor correlación entre ambas variables en el caso mexicano (r = 0.74), respecto del argentino (r = 0.42).

Contrariamente a las anteriores conclusiones acerca del fraude y la inclusión electoral, la subdimensión “pesos y contrapesos” aparece como un déficit de la democracia en la mayoría de las unidades subnacionales evaluadas por los expertos. En realidad, se trata del aspecto más débil de la democracia subnacional (de entre los relevados en este capítulo) tanto en Argentina como en México. Aunque no es sencillo determinar las causas de este estado de cosas, y no hay espacio suficiente aquí para intentarlo, a modo de especulación podría decirse que parece reproducirse a nivel subnacional un patrón habitual en los presidencialismos latinoamericanos, que es el de un presidente política e institucionalmente fuerte que interactúa con legislaturas y judicaturas débiles y/o políticamente subordinadas al ejecutivo. Describir detalladamente y explicar las razones de esta debilidad del control institucional horizontal es sin duda uno de los grandes temas para futuras investigaciones que surge de la descripción comparativa ofrecida en este capítulo.

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