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Conclusiones

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Dada la reciente atención que los estudiosos de la democracia han comenzado a prestar a los regímenes subnacionales, un primer y fundamental desafío es el de su conceptualización y medición. En el contexto de democracias nacionales, las unidades subnacionales son generalmente democráticas desde un punto de vista institucional. Esto significa que no existen distinciones evidentes entre unidades abiertamente autoritarias (sin elecciones, con pocas libertades sustantivas, etc.) y unidades claramente democráticas. En tal contexto, la metodología subjetiva aplicada por la Eeppa y la Eepemex es especialmente valiosa dada su capacidad para evaluar diferente aspectos del régimen político que pueden ser de difícil o imposible observación directa.

Los resultados descriptivos surgidos de las encuestas de expertos argentina y mexicana sugieren que la media interprovincial y la desviación estándar difieren significativamente entre las distintas dimensiones de la democracia. Por ejemplo, hay razonablemente buenos niveles medios y varianzas pequeñas en áreas tales como la inclusión e imparcialidad en el conteo de votos, pero hay importantes diferencias (y no tan buenos niveles medios) en otros aspectos de la democracia como la cobertura de la campaña electoral por parte de los medios locales, la libertad de expresión, y las limitaciones institucionales. Las evaluaciones globales de la democracia subnacional de los expertos indican que la variación interprovincial es significativa.

Varios de los resultados de la Eeppa (Gervasoni, 2010b) aparecen también en la Eepemex, sugiriendo que puede haber patrones de respeto y restricción de la democracia subnacional que responden a determinantes sistemáticos. Dentro de este panorama general de similaridad entre ambas naciones, destacan algunas diferencias importantes. El hallazgo principal en este sentido es que varios aspectos de la democracia subnacional mexicana aparecen como más débiles que los documentados en Argentina. En particular, la prevalencia de proscripciones de candidatos, las limitaciones gubernamentales a la libertad de expresión y la presencia de discriminación en varios estados.

Surge entonces una agenda de investigación para explicar los patrones predominantes en ambos países y otra no menos importante para explicar las diferencias entre países y al interior de cada país.

Por cierto, estos resultados deben ser tomados con precaución: se basan en el análisis de solo una docena de variables de entre más de cien incluidas en ambas encuestas. Y aun si un análisis más completo confirmara el patrón general de similaridad, podría ocurrir que este no se extienda a otras naciones. Estos resultados sí alcanzan, sin embargo, para afirmar que las similaridades encontradas son más que una situación meramente idiosincrática de Argentina o de México.

Algunos hallazgos explicados más arriba son consistentes con investigaciones anteriores. El síndrome “fuerte en participación, débil en competencia” (McMann, 2006) detectado en contextos nacionales muy diferentes al argentino o el mexicano, aparece en nuestras provincias y estados. Estas unidades subnacionales pueden ser, además, descritas como “fuertes en competencia estrictamente electoral, débiles en aspectos más sutiles de la competencia”, en el sentido de que el dominio electoral que caracteriza a algunas de ellas se logra con estrategias como el control de los medios de comunicación más que mediante el fraude electoral tradicional. Debe destacarse que también se observa en las provincias y los estados un rasgo que se ha puesto de relieve en muchas democracias nacionales y regímenes híbridos de la tercera ola: la debilidad del sistema de pesos y contrapesos. En varias unidades subnacionales de ambos países, el poder ejecutivo casi no encuentra limitaciones institucionales por parte de los poderes legislativo y judicial.

No conviene subestimar la importancia del problema analizado en este capítulo. Las provincias y los estados son parte fundamental de nuestros sistemas políticos federales. Los servicios gubernamentales más esenciales para la vida cotidiana de la población —educación, salud, seguridad, administración de justicia— son su mayor responsabilidad. La democratización de nuestros países no será completa hasta que todos sus gobiernos locales puedan ser legítimamente llamados democráticos. Aun si las unidades subnacionales con más rasgos de autoritarismo tienden a ser las demográficamente pequeñas, no se debe olvidar que están fuertemente sobrerrepresentadas en el poder legislativo. Tal sobrerrepresentación parece haberse extendido al ejecutivo en Argentina, ya que contra toda expectativa previa, cuatro de los siete presidentes que gobernaron el país (por más de un día) desde 1983 (Menem, Rodríguez Saá, Kirchner y Fernández de Kirchner), provienen de tres de las provincias menos pobladas y menos democráticas. En otras palabras, los enclaves subnacionales híbridos, incluso si son pequeños, parecen ejercer una desproporcionada influencia en la política nacional que, creo, debería preocuparnos.

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