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2. OBRAS ATRIBUIDAS A HIGINO. LAS FÁBULAS

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Si atendemos a las distintas fuentes antiguas, Higino fue un polígrafo y un anticuario, autor de varias obras eruditas. Según los testimonios de la tradición indirecta, que podemos encontrar en distintos textos de Columela, Aulo Gelio, Servio y Macrobio, es posible citar gran número de obras sobre temas muy variados, cuya noticia ha llegado hasta nosotros bajo la autoría unitaria de Higino. Podrían agruparse éstas en varios bloques temáticos:

1) Obras con pretensiones históricas: Vrbes Italicae o De situ urbium Italicarum 13 , libro compuesto según el modelo griego de las «fundaciones» (ktíseis) . Y asimismo De familiis Troianis 14 , sobre la ascendencia troyana de la dinastía julioclaudia.

2) Obras didácticas y referentes a la vida del campo: De apibus 15 , sobre el origen mítico de las abejas. Se trata de la primera monografía latina sobre el tema. Columela ya comentaba que nadie podría haber escrito nada con más esmero 16 . Asimismo De agri cultura, o De re rustica 17 .

3) Obras acerca de la vida religiosa de los romanos: De proprietatibus deorum 18 y De dis penatibus 19 .

4) Finalmente, obras de carácter biográfico: De vita rebusque illustrium virorum 20 y Exempla 21 .

Además de todas estas obras, de las que no nos ha llegado sino la mera noticia de su existencia o sólo fragmentos, se conserva íntegro su tratado De astronomia, obra de carácter mítico-científico que sigue la tradición de Eratóstenes, Arato y otros autores que elucubraron sobre el cielo e intentaron darle una explicación científica a partir de los mitos. La existencia de ciertas similitudes entre las Fabulae y el tratado De astronomia invita a pensar que ambas obras fueron escritas por el mismo autor, si bien éste es uno de los puntos de controversia entre los estudiosos de la producción de Higino. Así, por ejemplo, leemos en De astronomia : «pero como dice Esquilo, escritor de tragedias, en Fórcides 22 , las Greas fueron guardianas de las Górgonas. Acerca de ello hemos escrito en el primer libro de las Genealogías 23 ».

Quienes no admiten que Higino escribiera las dos obras, arguyen que el título de Genealogías no se corresponde con la colección de fábulas que se nos ha transmitido. Pero olvidan varias cosas; por un lado que Higino pudo dar el nombre de Genealogiae a su obra teniendo en cuenta su comienzo, la Praefatio, que realmente constituye una auténtica genealogía. En esto pudo ocurrir igual que en tantas obras de la Antigüedad como las Bucólicas de Teócrito (libro al que se dio ese nombre porque en los primeros poemas entraban en escena unos pastores), o la Teogonía de Hesíodo, etc. No tienen en cuenta, además, que las así llamadas Genealogías son equivalentes a las Fábulas, nombre que bien podría deberse a un recopilador medieval. Pensemos que incluso la Biblioteca atribuida a Apolodoro pudo denominarse en algún momento Genealogíai , siguiendo la obra de Acusilao de Argos, que en el siglo VI a. C. escribió tres libros de Genealogíai 24 .

Por otra parte —dicen los detractores de la autoría única— ni las Fabulae se dividen en libros, ni en ellas se hace referencia a las Greas. En cuanto al hecho de que no se mencionen las Greas en las Fábulas , y de que éstas se circunscriban a un solo libro, hay que tener en cuenta que el texto nos ha llegado fragmentado y que pudo haber más libros de los conservados hoy, donde se hiciera referencia precisamente a este mitema, dado el desorden de contenidos en la organización de las fábulas. Aunque el texto de Fábulas no esté expresamente dividido en libros, podríamos tener una versión refundida o rehecha, y de todos modos en el texto aparecen tres tipos de relatos: genealogías, fábulas y catálogos. Finalmente, como opina G. Guidorizzi, el hecho de que la obra de Higino llevara por título Genealogías y estuviera dividida en libros, podría hacer suponer que el nombre de Higino sería una designación pseudoepigráfica aplicada simplemente a un texto de compilación mitográfica 25 .

Otro ejemplo llamativo es el que ofrecen los pasajes paralelos acerca de Icario y Erígone (De astronomia II 4 y fab . CXXX), semejantes entre sí no ya sólo por el tema común que ambos tratan, sino sobre todo por el léxico empleado, hasta tal punto de que no es posible concluir que se deban a dos autores distintos 26 .

De lo dicho hasta ahora fácilmente se desprende que un mismo autor pudo haber escrito ambos libros 27 , si bien no pueda hacerse una afirmación rotunda e irrevocable de que ese autor se llamara Higino, ya que también carecemos de datos precisos acerca del autor del tratado De astronomia .

En todo caso, acerca de este hecho existen opiniones encontradas. Durante la segunda mitad del siglo xx, la crítica ha querido ver la existencia de un solo autor para las dos obras; así investigadores como J. R. Bacon 28 , F. Cramer 29 , L. Laurand 30 , J. Carcopino 31 , A. Le Boeuffle, editor en Les Belles Lettres de De astronomia (1983), y últimamente J. Y. Boriaud (1997), G. Guidorizzi (2000) y P. K. Marshall (2002) abogan por la autoría única, frente a toda la crítica de la segunda mitad del siglo XIX y comienzos del siglo xx, representada por estudiosos del tema como B. Bunte (1856), C. Bursian (1866), M. Tschiassny (1888), E. Maas (1898), K. Robert (1918), y H. J. Rose (1933), quien llevó la obra a la época de los Antoninos por razones de estilo y por el léxico 32 . Rose señaló que el libro era necesariamente posterior al gobierno de Claudio (41-52), porque el autor de las Fábulas utilizó los escolios a las Argonáuticas de Apolonio de Rodas, que se remontan a época de Tiberio (14-37 d. C.).

Algunos piensan que probablemente se trate de una obra de juventud, anterior en todo caso a De astronomia, donde cita su otra obra Genealogiae . Ello comporta asimismo problemas, ya que a una edad muy temprana no debía de estar aún al frente de la Biblioteca Palatina, de donde habría tomado los materiales para componer su obra.

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