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Las elecciones del 69

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París no quiere más periódicos dictadores de elecciones. Encuentra él mismo candidatos y frecuentemente contra los diputados del 63, a quienes los mejores oradores de las reuniones públicas, Lefrançais, Briosne, Langlois, Tolain, Longuet, etc., provocan en vano a controversias públicas. Frente al viejo Carnot, Belleville alza al joven tribuno Gambetta, que acepta las reivindicaciones de los electores y enarbola la bandera «irreconciliable» frente a Jules Favre, a Rochefort. Contra Garnier-Pagés, afrontando la competencia de Raspail, los obreros presentan a Briosne, uno de los suyos, con el fin de afirmar «el derecho de las minorías, la soberanía del trabajo». Guéroult será combatido por el abogado Jules Ferry, autor de un bonito juego de palabras sobre el prefecto Haussmann. Jules Simon, Pelletan, tendrán también contrincantes. Emile Ollivier, que ha acumulado odios, quiere medirse en una reunión pública del Châtelet con Bancel, joven diputado del 52 que vuelve rejuvenecido del destierro. «¡Viva la libertad!», gritan al renegado. La policía desenvaina y persigue a los republicanos que suben a la Bastilla cantando La Marsellesa.

El 24 de mayo salen elegidos Gambetta, Bancel, Pelletan, Picard y Jules Simon. En el segundo turno, los señores Thiers, Garnier-Pagés y Jules Favre. Este último nombre arranca gritos de «¡Viva La Lanterne!», y comienzan en el bulevar las manifestaciones, que ganan Belleville y Saint-Antoine. La policía desliza por ellas bandas de forajidos infiltrados revoltosos disfrazados con blusas blancas, que derriban los quioscos, rompen los cristales de los escaparates y provocan detenciones en masa. Los redactores de Le Rappel y de Le Réveil y los oradores de los mítines son detenidos. Las prisiones y los fuertes de Bicêtre albergan a mil quinientos presos. Un habitual de las Tullerías, Jules Amigues, escribe: «Hay que descapitalizar París».

El material electoral de provincias dio al Imperio, reconciliado con los obispos después de lo de Mentana, bajo la presión de la tuerca administrativa, una gran mayoría. Sin embargo, los orleanistas se habían infiltrado. Una cuarentena formaba la oposición izquierdista. De 280 diputados, Napoleón iii disponía de las dos terceras partes, bastantes para responder ásperamente a los poco perspicaces que hablaban de reformas, y para escribir que no cedería «ante los movimientos populares». El tiroteo de La Ricamarie subraya estas frases. El 17 de junio, la tropa dispara sobre los mineros huelguistas, mata a once hombres y a dos mujeres, y tiende en tierra a numerosos heridos, entre ellos a una muchacha a la que Palikao impidió que fuera socorrida. Era el primer éxito en Francia de aquella maravilla de fusil Chassepot. Un senador, general de la gendarmería, propuso una especie de fusilamiento en bloque y que se llegase a un acuerdo con los demás gobiernos para suprimir todas las asociaciones y ligas obreras.

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