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II. MARCO CONCEPTUAL

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La actual crisis pandémica que está sufriendo el planeta está trayendo muchos cambios inesperados en la vida cotidiana de los ciudadanos. De esta realidad no son ajena los decentes de las instituciones de enseñanza superior de todo el mundo, donde han visto pasar de una día a otro como ha cambiado bruscamente su proceso de aprendizaje. Es decir, han pasado de un modelo de clases magistrales a una docencia online. Ahora bien, no seríamos sinceros sino dijéramos en estas páginas que la enseñanza online en la esfera universitaria tiene su origen a principios del siglo XX, y por ende, en la era de la sociedad del conocimiento. De este modo se inicia un estilo de enseñanza cimentado en el uso de las redes sociales y las nuevas tecnologías digitales (Rivas et al., 2020). En este contexto histó-rico surgen las plataformas MOOCs, ello nos lleva hacernos la siguiente pregunta heurística ¿Que son los Moocs? Antes de responder a dicha cuestión conviene hacer un poco de memoria histórica para recordar que, a mediados del año 2008, los profesores Siemens y Downes de la Universidad de Manitoba (Canadá) llevan cabo el primer curso online para el desarrollo del curso titulado: “Connectivism and ConnectiveKnowledge (CCK08)”, donde se inscribieron más de dos mil alumnos. Fruto del éxito de esta novedosa pedagogía disruptiva, Dave Cormier y Bryan Alexander definen este aprendizaje en línea con el nombre “Massive Open Online Course” o MOOCS (Siemens, 2012). Unos años más tarde de esta conceptualización, concretamente en el año 2012, la Universidad de Stanford (Estados Unidos) se convierte en la primera institución de enseñanza superior del mundo que ofrece un curso online; el cual trato sobre el tópico de inteligencia emocional. A modo de curiosidad hay que indicar que en el desarrollo de esta novedosa acción didáctica participó activamente Sebastián Thrun, futuro fundador de la plataforma MOOC (Saadatdoost et al., 2015).

Figura 1. Serigrafía MOOC


Fuente: Creative Commons. Disponible en: https://www.google.com/imgres?imgurl=https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/b/b8/MOOC__Massive_Open_Online_Course_logo.svg&imgrefurl=https://commons.wikimedia.org/wiki/File:MOOC_Massive_Open_Online_Course_logo.svg&tbnid=7RTHlrPKTtXWnM&vet=1&docid=VjdAsB8JqK-gIM&w=1133&h=332&hl=es&source=sh/x/im.

De forma silenciosa al hecho relatado en las últimas páginas del apartado anterior, los modelos didácticos de enseñanza universitarios comienzan a cambiar de forma gradual; tomando como base los principios rectores del conectivismo, la pluralidad y la digitalización. Los nuevos paradigmas pedagógicos de las Universidades 4.0 empezaran a encaminarse hacia la implementación de una didáctica que gravite en torno al auto aprendizaje masivo de los dicentes (López-García, 2019). Así se inicia la democratización de la educación en las instituciones de enseñanza superior, donde los docentes tienen que empezar a interactuar de forma igualitaria con sus alumnos a través de internet (Vázquez-Cano et al., 2013). Dicho fenómeno, junto a otros múltiples factores, contribuyeron a que la plataforma MOOCs ayude a reducir las desigualdades sociales. Esto es causado a que el uso de esta herramienta digital permite a los estudiantes con menores recursos adquisitivos acceder a cursar una titulación universitaria en la era de la Industria 4.0 (González-González y Jiménez-Zarco, 2014).

Bajo este prisma, este instrumento tecnológico trajo una oleada de aires fresco para las pedagogías impartidas a principios del primer lustro de la centuria actual. Didácticas basadas en el desarrollo de clases magistrales donde los docentes eran Jefes y no “Gefes”, es decir, generadores de felicidad (Cubero-Villar, 2020). Ante esta realidad, los planes curriculares de las instituciones de enseñanza superior de esa época empiezan a llevar a cabo acciones encaminadas a estimular el debate aristotélico, la retroalimentación, el pensamiento disruptivo, la creatividad, el trabajo en equipo o la felicidad (Fernández-Paradas et al., 2017).

Aspectos difíciles de cultivar en un entorno online como es el caso de los MOOCs. Dicha aseveración se fundamenta en que este instrumento interactivo alimenta una actitud pasiva del alumnado; lo cual incide negativamente en la calidad académica de su enseñanza universitaria (hecho que se está evidenciado especialmente en tiempos de Covid-19). Precise-mos que este fenómeno no se puede entender sin vivenciar la existencia de un ramillete de producción científica que demuestran que la plataforma MOOC posibilita de forma exponencial la puesta en marcha de un estilo de enseñanza dinámica de bajo coste y que promueve una didáctica abierta a las necesidades formativas del mercado de trabajo y académico (Aguaded y Medina-Salguero, 2016; Cabero-Almenara et al., 2014; Daniel, 2012).

Un volumen importante de monográficos sostiene que los MOOCs no solo poseen una gran relevancia en la caída generalizada del rendimiento académico de los estudiantes de enseñanza superior, sino también en la existencia de unas altas tasas de abandono de las carreras universitarias por parte de los millennials (Gütl et al.,2014). Independientemente de estas sustantividades didácticas, este recurso educativo está creciendo enormemente en el ámbito de las universidades durante los dos últimos lustros del presente siglo XXI. Para muchos autores, esta evidencia viene motivada básicamente por tres factores. El primero de ellos, es que esta herramienta tecnológica genera atractivos procesos de interacción conectiva entre el alumnado y los docentes. La segunda, que los Moocs ofrece la posibilidad de que los cursos impartidos en una universidad en particular sean extendidos en tiempo real a toda la universalidad de dicentes del planeta. Es conveniente recordar, que este hecho reduce las desigualdades sociales a nivel global, pues permite a los jóvenes con escasos poder adquisitivo estudiar en las instituciones de enseñanza superior más prestigiosas del mundo (Barriopedro, 2010). Y la última, que el proceso de enseñanza-aprendizaje b-learnig ha encontrado un gran compañero de viaje en la plataforma Mooc para su consolidación como modalidad de formación a distancia en la actual sociedad digital (Núñez-Barriopedro et al., 2019; Margaryan, et al., 2015; Aguaded, 2013).

Sin embargo, resulta extremadamente llamativo comprobar en la literatura asociada con esta herramienta tecnológica que es todavía escaso los estudios que vinculan, por un lado, el Mooc con la felicidad, y por otro, el Mooc con el campo del marketing social. Un paisaje tecno social que requiere para su éxito y visibilidad viral en tiempos de Covid-19 no solo de más operatividad y funcionalidad técnica, sino también la necesidad de aportar fuerte dosis de felicidad a sus usuarios desde la perspectiva del aprendizaje colaborativo, las habilidades cognitivas y la ética académica (González et al., 2020). En este sentido, el marketing social puede contribuir a este fin mediante el desarrollo de estrategias educativas dirigidas a cambiar las percepciones negativas que tiene el alumnado sobre los Moocs. De este modo se acrecienta el estado de bienestar subjetivo o felicidad individual de los futuros graduados en plena coyuntura del Covid-19 (Wotto, 2020). A continuación, se pasa al siguiente epígrafe de este trabajo donde se va a describir de forma generalista la metodología empleada para el presente capítulo.

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