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Una religión para Inglaterra
ОглавлениеLa divinización del padre.
El mormonismo es una religión de zarzuela sicalíptica, y yo no me explico cómo es que el señor Lleó no la ha puesto ya en música.
Los mormones
son unos pirandones.
Y luego:
¡Ay, qué mormones!
¡Ay, qué mormones!
Sin embargo, los ingleses no toman al mormonismo tan en broma. En Inglaterra hay ochenta templos mormonistas. Los agentes de propaganda vienen aquí y se llevan las girls inglesas a orillas del Lago Salado. El Parlamento se ha ocupado ya de la cuestión, y la Prensa la trata muy a menudo.
Los mormones son polígamos, como se sabe. Según ellos, cada mujer está rodeada de espíritus que quieren nacer a la vida humana. Por eso cada hombre debe tener varias mujeres, al fin de poder lanzar todos los años unos cuantos espíritus al mundo. Un mormonista es tanto más santo cuantos más hijos tiene, y en fuerza de tener hijos puede llegar a ser dios de los mormones. Frank Russel, autor de un estudio muy interesante sobre el asunto, dice: «Esta idea teológica es idéntica al sistema político de los americanos. En los Estados Unidos cada ciudadano es un posible presidente. Y cada mormón un posible dios». El mismo escritor insulta al dios de los mormones llamándole Eustful, que quiere decir impúdico. Indudablemente no es un prodigio de castidad; pero esto no importa. Es un dios alegre y prolífico, que le da trabajo a los redactores del Bailly Bailliere del Lago Salado. En Francia, por ejemplo, ya harían falta algunos templos y algunos sacerdotes mormónicos para aumentar un poco el censo municipal. Todos los periódicos franceses se ocuparon no hace mucho de un carpintero que había tenido seis hijos, y Le Petit Parisien decía: «Un morceau de ruban ne ferait pas mal dans la boutoniciere de ce brave homme». En el fondo, esto es mormonismo puro. Si se condecora al padre de seis hijos, no se está lejos de reconocerle dios al padre de cincuenta y siete.
Yo no sé si hace falta un poder divino para tener cincuenta y siete hijos o si bastará simplemente el uso del cinturón eléctrico; pero si no se es dios por el hecho de enviar tantas criaturas al mundo se puede ser, indudablemente, por el de mantenerlas. Hace falta una fe que no desmerece en nada de los primeros cristianos.
Thomas Maybank cuenta la historia de un mormón que había llegado a tener cuarenta y tres hijos. Su importancia era grandísima entre los mormones. Estaba ya a dos dedos de la divinidad. Un día se demostró que ni uno solo de los cuarenta y tres hijos le pertenecía, y que todas sus mujeres le eran infieles. La fe mormónica sufrió entonces un gran quebranto.
¿Por qué le harán los ingleses una oposición tan seria a las propagandas mormónicas? En Inglaterra hay un exceso de mujeres. Casando a cada hombre con una mujer, quedará siempre un enorme sobrante de inglesas solteras. No hay más que un recurso, y es la poligamia. Ya que no sea posible arbitrar un marido para cada mujer, que cada marido se divida entre dos. La medida es un poco schocking, pero necesidad no tiene ley.