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Por el decoro Británico
ОглавлениеNi ladridos, ni bocinas, ni taponazos.
Acaban de ser aprobados dos proyectos municipales: uno, contra los ladridos de los perros, y otro, contra los bocinazos de los automóviles. Que los perros muerdan a los transeúntes, que los automóviles les aplasten, pase; el caso es que lo hagan silenciosamente, sin anuncio y sin escándalo, como conviene a la moral inglesa. De esto a sofocar con una multa los gritos de los heridos, no hay más que un paso.
En Inglaterra es mucho peor hablar que hacer. Una inglesa se asusta mucho más de la palabra que de la cosa. De ahí es de donde ha salido esa hipócrita costumbre de descorchar las botellas de champagne sin que se oigan los taponazos. La moral inglesa acepta perfectamente el champagne; pero se siente ultrajada por el ruido de los tapones. So pena de ser expulsado de Inglaterra, el champagne ha tenido que hacerse aquí un poco puritano. Su espíritu es el mismo, y sus proyectos los de siempre, pero el champagne ha imitado a las bebidas inglesas, que hacen todo lo que él, y mucho más, sin llamar nunca la atención de los vecinos. La moral del champagne no hubiera asustado a nadie en país del whisky. Antes de salir de Francia, el champagne se creía ser un calavera espantoso, cuando en el fondo —en el fondo de la botella— es sencillamente un bon enfant, alegre y simpático, llamado siempre a tener éxito con las mujeres, pero más fanfarrón que dañino. En Inglaterra lo cogieron por el pescuezo, le sujetaron el corcho y le dijeron:
—¡Chist…! Aquí no se escandaliza. Si llama usted la atención de la gente, lo echamos…
Y actualmente el champagne tiene en Londres un aspecto tan serio, tan sencillo, tan inocente, como el puritano ginger beer, que se bebe en los restaurants de templanza.
El lector sabrá perdonarme esta digresión sobre las costumbres del champagne en Inglaterra. Yo lo he hecho para añadir un dato más a la tesis de que aquí lo pecaminoso es hablar y no hacer. Esto es tan exacto, que a un mudo le sería totalmente imposible faltar a la moral inglesa.
Según uno de los edictos municipales que acaban de ser aprobados, el perro que se ponga a ladrar en público pagará cinco chelines de multa. No sé si tendrá que pagar algo por morder, pero es posible que, si muerde silenciosamente, no pague nada. ¿Qué es eso de que los perros ladren en Inglaterra? Los perros ingleses deben ser muy callados y muy serios. No deben menear la cola, ni aguzar las orejas, ni dar saltos al ver a su amo. No. Ante todo el self-control, el dominio de sí mismo. Ni deben tampoco lanzar aullidos lastimeros cuando se muere alguien. El perro inglés tiene que estar por encima de estas debilidades sentimentales, a las que son tan accesibles los perros del continente.
Y a poco ingleses que sean los perros en Inglaterra, es indudable que acatarán la ley, sin que los perros policías se vean obligados a enseñarles los dientes.