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5. Epicuro en Roma

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El epicureísmo tuvo una temprana pero pasajera presencia en Roma. Ateneo (XII 547a) y Eliano (Hist. varia IX 12) refieren la expulsión de los epicúreos de nación griega Alcio y Filisco en el s. II a. C. (no se sabe si el año 154 o el 174) y atestiguan que un senadoconsulto les impidió la fundación de una escuela en Roma. El siglo I a. C. ve asentarse en Roma movimientos innovadores: el aticismo en oratoria, el neoterismo en poesía y el epicureísmo en filosofía. Estos tres movimientos se enlazan en una trama que se revela «en el hecho de que Licinio Calvo fuera a un tiempo orador aticista y poeta nouus , el hecho de que Torcuato, el interlocutor epicúreo de Del supremo bien y del supremo mal , fuera quizá aquel al que Catulo dedicó el poema 61, el hecho de que el destinatario del De rerum natura fuera quizá aquel mismo Memio de cuya cohors en Bitinia formó parte Catulo, el hecho de que, en su biografía de Ático, Cornelio Nepote citara juntos a Lucrecio y Catulo 62 como los dos mayores poetas de su época, el hecho de que César profesara el epicureísmo y estuviera próximo a la oratoria aticista, y, finalmente, el hecho de que Cicerón, el representante cualificado del tradicionalismo político, ético, ideológico y cultural, no ahorrara sus andanadas ni contra los epicúreos en sus obras filosóficas, ni contra los aticistas en las retóricas (y sobre todo en El orador) , ni contra los neṓteroi (así definidos por él irónicamente) en sus cartas» 63 .

La filosofía epicúrea no era sólo un conjunto de escritos sino que se mantenía viva y pujante 64 , con sus prédicas y diatribas orales en la Italia de la época, particularmente en la región de Campania. Porque el epicureísmo tenía vocación expansiva y en cierto modo fue la única filosofía misionera y proselitista que hubo en Grecia. En su impulso moral se encerraba una profunda simpatía hacia el hombre extraviado y doliente. Hacía proclama doctrinaria de un esquema salvador 65 y produjo cierta conmoción social 66 . Cicerón llegó a exclamar: «Los epicúreos han invadido Italia» 67 . Según él, muchos se acogían al epicureísmo «bien porque era fácil de entender, bien por la seducción del placer y sus atractivos, bien porque, no habiendo otra cosa mejor, se tomaba lo que estaba más a la mano» 68 . Atestigua 69 que en Roma y su entorno, la única actividad editorial filosófica fue durante un tiempo epicúrea. Calpurnio Pisón, el cónsul del 58 y gran rival de Cicerón, fue protector de Filodemo de Gádara 70 . Así que, como se ve, no eran pocos entonces los simpatizantes y seguidores de Epicuro, gente de toda condición y laya.

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