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V. ESBOZO DE UNA COLECCIÓN

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La afición a la pintura carecía de antecedentes en su familia. Así que, haciendo nuestra la formulación orteguiana, con la que encabezamos las presentes páginas, Luis Cazorla debía disfrutar, aún sin saberlo, de una “inclinación natural” por ella. No puede ser una casualidad, que su primer sueldo como joven Abogado del Estado fuera destinado a la compra en una galería de Oviedo de una pintura de perfiles costumbristas.

Donde sí encontró un ambiente donde cultivar su incipiente afición, fue en el seno de su familia política. Su suegro, Francisco González-Serrano Rives, un importante empresario, era no solamente un buen entendido, con una notable colección, sino que llegó a tener galería propia (Fondo de Arte).

En esos juveniles primeros años, Luis se movía mayoritariamente dentro de la pintura costumbrista y de paisajes. Sirvan de ejemplo sus obras de Carlos de Haes, Agustín Lhardy, José Lupiañez o Ricardo Baroja. De este último, había tenido la oportunidad de haber visto ya algunos dibujos, que su maestro Fernando Sainz de Bujanda, padre del Derecho Financiero y Tributario español, tenía en su casa de la calle del general Serrano en Madrid.

Sin embargo, será su nombramiento como Secretario General del Congreso de los Diputados, durante la presidencia de Gregorio Peces-Barba, el que impulsará su embrionaria afición. Allí, no sin dificultades, pero siempre respaldado por nuestro filósofo del Derecho y padre de la Constitución de 1978, contribuye a la compra de una serie de obras de artistas españoles del pasado siglo al hilo de la ampliación del edificio de la Carrera de San Jerónimo. Con ello, el Congreso llenaba un clamoroso vacío, pues hasta entonces sus salas estaban casi exclusivamente monopolizadas por obras de la denominada pintura de historia. Excelentes, es cierto, y además expresión visual de alguno de los momentos distinguidos de la historia de España, pero representativa de otra época (Antonio Gisbert, José Casado del Alisal, Teófilo de la Puebla, Juan Antonio de Vera, Joaquín Sorolla, Ricardo de Madrazo, José María López Mezquita…) ¡La pintura de nuestro tiempo llegaba a las salas del Congreso!

Se va formando de este modo en nuestra Cámara Baja una colección con piezas de los más indiscutibles artistas españoles de los últimos cincuenta años del pasado siglo XX. Quien tenga la oportunidad de pasear por sus pasillos, o entrar en sus salas o despachos, se deleitará con obras de Rivera, Saura, Díaz Caneja, Tapies, Miró, Clavé, Millares, Palazuelo, Canogar, Lucio Muñoz, Feito, Broto, Sempere, Mompó, Pérez Villalta, Cristino de Vera… En dicha colección, Luis Cazorla desplegará un papel crucial. No se limita a favorecer las adquisiciones, sino que se implica directamente, y hará una estrecha relación con algunos de ellos. Un esfuerzo que se visualizaba en la exposición celebrada en el Congreso de los Diputados el año 1983. Pintores y escultores a los que, tiempo después, irá realizando diferentes compras. Muchas de ellas en sus estudios. Unos años en los que resalta la relación con Pablo Serrano, autor de la escultura de Don Juan Carlos, a la que hemos hecho mención. Y con Julio López Hernández, referencial escultor del panorama artístico nacional. ¡El “gusanillo artístico” había arraigado ya en él de manera firme!

Simultáneamente entra en contacto con la galerista Soledad Lorenzo, con la que forjará una buena amistad, y a la que irá adquiriendo obras de Sicilia, Pérez Villata, Pello Iraxu, Txomin Badiola… En su galería, y en otras, como Buades, Antonio Machón, Sala Gaspar, Carlos Taché, Ángeles Penche, junto con obras compradas en subastas, o a los artistas de forma directa, irá construyendo su colección: Miró, Ángeles Ortiz, González de la Serna, Díaz Caneja, Clavé, Tapies, Rubio Camín, Canogar, Rafols Casamada, Teixidor, Broto, Guinovart, Gaya, Feito, Beulas, Menchu Lamas, Antón Patiño, Cristino de Vera

No podemos, al propio Luis Cazorla le daría rubor, realizar una catalogación minuciosa de sus obras y formatos. No se trata de eso. Pero no quiero dejar de reseñar algunas. Obras que conviven en su casa en Madrid, en su despacho profesional, en su casa veraniega y en una finca, El Cortil, de remembranza azañista.

Varios, pero complementarios ejes, conforman su colección. Una colección que no es tanto ecléctica, como plural, y que da la impresión de estar imbuida de un anhelo de equilibrio. Aunque no pocas veces, es la naturaleza de la vida, sea un equilibrio inestable. Espiritualidad y carnalidad, figuración e informalismo, radicalidad y templanza, sobriedad y colorismo. Luis no incurre, pues, en los dos extremos que denuncia el epigrama de Pascal: “Dos errores: uno, tomarlo todo literalmente. Dos: tomarlo todo espiritualmente”.

El primero de ellos, la atención, sobre todo en sus primeros años, a obras de perfiles costumbristas (José Lupiañez, José Mongrell, Juan Ferrer Carbone-ll, Antonio Reyna, Ricardo Baroja), figurativas (Ignacio García Ergüin, Melquíades Álvarez) o paisajistas (Agustín Redondela, José Beulas, Juan Alcalde, Francisco San José).

El segundo, su predilección, que nunca ha decaído, por las obras de las Vanguardias internacionales (un conseguido grabado de Picasso) y de la llamada Escuela española de París89 (un bodegón con copas, de Ismael González de la Serna; otro bodegón, donde asimismo predominan las copas, de Joaquín Peinado; un carboncillo de una mujer recostada, de Ginés Parra; un abstracto gouache de Francisco Mateos; y una acuarela y un gouache de Manuel Ángeles Ortiz90, máxima figura de la Generación de 27).

Y, el tercero, Renovación y Vanguardia, donde sobresalen, en pintura, obras de Juan Manuel Díaz Caneja, dedicadas cariñosamente al dorso; de Rafael Canogar, buen amigo de Luis, y también dedicadas muchas de ellas, de muy diferente técnica; de Lucio Muñoz, un óleo, también dedicado, con unas manchas pastosas inigualables, así como un grabado con su correlativa plancha; o de Francisco Arias, miembro de la Escuela de Madrid, con una multicolor pieza de su primera época. Y, ya dentro de la escultura, obras del mentado Canogar, de Pello Irazu, y especialmente, de Julio López Hernández, Niño leyendo –que era el nieto del artista– y Figura yaciente.

Y muchas otras más, que desbordan estas reflexiones. Entre ellas, un característico papel de Joan Miró; una identificativa obra, también en papel, de fondos terrosos y marcas negroides y blanquecinas, de Antoni Tapies; unas informalistas obras de Josep Guinovart de los años ochenta; un reconocible papel de Luis Gordillo; un esquemático y constructivista óleo, dentro de la Nueva Figuración, de Guillermo Pérez Villalta; un óleo de bellos tonos verdosos de Cristino de Vera; o el informalismo/expresionismo abstracto de Francisco Farreras. Sin dejarnos en el tintero, pues Luis navega con soltura entre la pintura y la escultura, las obras de Pablo Palazuelo, Víctor Mira, Rubio Camín

Toda colección tiene, por lo demás, alguna singularidad. Y, en su caso, quiero resaltar dos curiosidades. De una parte, la presencia de dos obritas de Agustín Rodríguez-Sahagún que, además de sus facetas de hombre de empresa y político, añadía su condición de fervoroso coleccionista; editor, además, de la colección de “Maestros contemporáneos del dibujo y la pintura”. ¡Y hasta artista aficionado! Luis tiene dos obras de él. Un pequeño bodegón que recuerda al silencioso Morandi. Y un collague, regalo con ocasión de una “cena de Estado” en Moscú, con la siguiente dedicatoria que no me resisto a reproducir: “En recuerdo de una perestroika que vivimos en común”. Y, de otra, aquí sí creo que Luis aceptará de buen grado el calificativo de coleccionista, la enorme cantidad de catálogos, casi siempre de exposiciones individuales, ¡algo más de setecientos!, que pueblan sus librerías y mesas. Muchos de ellos dedicados afectuosamente por los propios artistas.

Pasarán los años, y Luis Cazorla seguirá impartiendo su magisterio en las aulas, ejercerá la profesión de abogado y participará activamente como Académico, mientras se deleita con la música, y la literatura le toma más y más tiempo. Pero también continuará dejándose perder por galerías y pinacotecas, mientras permanece al quite, desde la ordenada exigencia selectiva, de alguna cautivadora obra. Como expresaba el perspicaz detective afincado en Baker Street, ideado por sir Arthur Conan Doyle, ¡“el juego continúa”! A la postre, podemos afirmar de Luis Cazorla, siguiendo al empirista David Hume, que “la belleza de las obras existe en el espíritu de quien las contempla”.

1. MARÍAS, J., Tratado de lo mejor. La moral y las formas de la vida, Alianza Editorial, 4.ª reimpresión, Madrid, 1996, p. 166: “La riqueza de la realidad es ilimitada; las trayectorias, aunque haya una central y duradera, como la de un cohete, son necesariamente varias”.

2. Ver, al respecto, AAVV, dirección de René Martin, Diccionario de mitología clásica, T. 30, Espasa Calpe, Madrid, 2004, pp. 40-41 y 84-85.

3. El Catálogo de la Exposición dedicado a su figura, que llevaba por título, Marañón, médico, humanista y liberal, Sociedad Estatal de Conmemoraciones, Madrid, 2001, expresa bien lo afirmado en el texto.

4. Ver en GÓMEZ-SANTOS, M., Gregorio Marañón, Plaza y Janes, 1.ª ed., noviembre de 2001, Barcelona, 2001, p. 114.

5. Así los recoge acertadamente nuestro homenajeado en GONZÁLEZ-TREVIJANO, P., La Constitución pintada, en el Discurso de contestación a mi Discurso de Ingreso en la Real Academia Española de Jurisprudencia y Legislación, Imprenta Taravilla, Madrid, 2018, pp. 231 y 232.

6. MONTOYA MELGAR, A., El trabajo, la literatura y el arte, Civitas, Madrid, 1995.

7. MARTÍ MINGARRO, L., “Dos murales sobre la justicia. Viena, 1990. México, 1940”, Comunicación presentada en la Real Academia Española de Jurisprudencia y Legislación, el día 28 de enero de 2019. Recientemente quiero reseñar su sugerente ensayo, En el centenario de la muerte de Galdós. Un episodio jurídico, Thomson Reuters-Aranzadi, Pamplona, 2020, con unas agudas reflexiones sobre el Derecho y la literatura (pp. 33-43), y que se abre con un brillante prólogo de nuestro homenajeado (pp. 9-17).

8. Recientemente, ROCA TRÍAS, E. y GONZÁLEZ-TREVIJANO, P. (Directores), Los derechos constitucionales. Un paseo por el Prado, Madrid, 2020. Tribunal Constitucional-Museo del Prado

9. PAU, A., La imagen de Madrid en los años centrales del siglo XVIII, Trotta, Madrid, 2008, y PAU, A. y FRANCÉS CAUSAPÉ, M. C., Las colecciones de historia, arte, ciencia y derecho, Instituto de España, Madrid, 2010.

10. ROCA TRÍAS; E., “Viva la libertá”, A.B.C., de 11 de octubre de 2018.

11. MONTOYA MELGAR, op. cit., p. 30.

12. MARTÍ MINGARRO, op. cit.

13. PAU, A., Los retratos del Infante Don Gabriel, Real Academia Matritense de Heráldica y Genealogía, Madrid, 2006, p. 13.

14. TEIXIDOR; J., Ritos de paso, Ayuntamiento de Santa Fe, Granada, 2001, p. 34: “Cada mañana acudo a mi estudio como un reto personal. Y, lavorare stanca, que dice Pavese. Hay mañanas difíciles. A estas alturas sería fácil encontrar soluciones rápidas, eficaces, e incluso bellas. Pero acabas buscando que la pintura sea aquello que esté al nivel de tu exigencia. Una exigencia, una ética que es la que te hace sentir solidario y responsable”.

15. Ver las siguientes consideraciones sobre la obra de Teixidor en MAILLARD, CH., Ritos de paso, op. cit, pp. 10 y 13: “La exposición reúne una serie de obras de distintas épocas. Hay una constante en ellas que le da unidad… Un espacio vertical… con bandas de otro color a su lado…la opción por la monocromía”.

16. Dos narraciones impagables sobre la relación de los artistas modernos con sus marchantes, galeristas y coleccionistas, aunque desde posiciones personales y estéticas diferentes, con variadas referencias a las visitas a sus estudios, en COHEN-SOLAL, A., El galerista. Leo Castelli y su círculo, traducción de Mark Polizzotti y Annie Cohen-Solal, Taurus, Madrid, 2011 y BERGGRUEN, H., Yo fui mi mejor cliente. Memorias de un coleccionista de arte, traducción de Marc Jiménez Buzzi, Elba, Barcelona, 2016.

17. Una de las exposiciones más sugerentes sobre las relaciones entre el artista y el cliente, es la que se recoge de forma pormenorizada en el libro de LORD, J., Retrato de Giacometti, traducción de Amaya Bozal, Antonio Machado libros, Madrid, 2002, donde el ensayista norteamericano desgrana las dieciocho sesiones pasadas durante el año 1964 en el estudio de Giacometti posando para su retrato.

18. BALZAC, H., La obra maestra desconocida, traducción de Cipriano Vidal, Artium, Vito-ria, 2006, p. 35.

19. BRASSAÏ, Conversaciones con Picasso, traducción de Tirso Echaendia, Turner, Madrid, 2002, p. 20, describe el estudio, como el de un almonedista, de Picasso: “… brillaban por su ausencia los muebles habituales, rebosantes de cuadros amontonados, carpetas, paquetes, fardos que en su mayoría contenían vaciados de sus estatuas, pilas de libros, resmas de papel, objetos heterogéneos, dejados en desorden a lo largo de las paredes, tirados por el suelo y recubiertos de una espesa capa de polvo”.

20. BALTHUS, Memorias, traducción de Juan Vivanco, Debolsillo, 1.ª ed., Madrid, 2014, pp. 19 y 20: “El estudio es el lugar del trabajo. De la dura faena. El lugar del oficio. Es fundamental. Es allí donde me recojo, como en un lugar de iluminación. Me acuerdo del de Giacometti. Mágico, lleno de cosas, de materiales, papeles, y una sensación general de estar cerca de los secretos… habría que decirles a los pintores actuales que todo se decide en el estudio. En la lentitud de su tiempo…”.

21. Recogido en MASSOT, J., Joan Miró. El niño que hablaba con los árboles, Galaxia Gutenberg, 1.ª ed., Barcelona, 2018, p. 816.

22. Ver al respecto, ROCA TRÍAS, E., “La interpretación del texto silencioso”, en Foro, Nueva época, v. 20, n. 2, (2017), p. 15.

23. Así lo reseña acertadamente, al hilo del comentario de la pintura de La creación del hombre de Miguel Ángel (1510, Capilla Sixtina, El Vaticano), BERGER, R ., El conocimiento de la pintura. El arte de verla, traducción de Luis Monreal y Tejada, Noguer, Barcelona, 1977, pp. 97. El acto de creación de Dios, se apunta, “no tiene manera. Simplemente es”.

24. Ya León Battista Alberti en su clásica obra De la pintura reseñaba de forma entusiasta: “Cuando pinta o esculpe seres vivos, se distingue entre los mortales (…) Los artistas consumados, cuando ven que sus obras son admiradas, se dan cuenta de que son iguales a un dios…” Cita recogida en TODOROV, T., Elogio del individuo, traducción de Noemí Sobregués, Galaxia Gutenberg, Barcelona, 2006, p. 61.

25. WILDE, O., “La decadencia de la mentira (Observaciones)”, en Obras completas, traducción de Julio Gómez de la Serna, Aguilar, 10.ª ed., Madrid, 1967, p. 984.

26. DE PURY, S., El subastador. Aventuras en el mercado del arte, traducción de José Adrián Vitier, Taurus, Madrid, 2016, p. 282.

27. Este es el título, precisamente, de quizás la obra más importante publicada entre nosotros sobre la historia del coleccionismo: JIMÉNEZ-BLANCO, M. D., y MACK, C., Buscadores de belleza. Historias de los más grandes coleccionistas de arte, Ariel, Barcelona, 2007.

28. DE PURY, op. cit, p. 202.

29. Cita recogida en JIMÉNEZ-BLANCO y MACK , op. cit., p. 89.

30. BLOM, P., El coleccionista apasionado. Una historia íntima, traducción de Daniel Najmías, Anagrama, 1.ª ed., Barcelona, 2013, p. 9.

31. Op. cit., p. 178.

32. SAATCHI, C., Me llamo Charles Saatchi y soy un artehólico, traducción de Cillero & de Motta, Phaidon, 1.ª ed. en español, Londres, 2010.

33. CHECA CREMADES, F., “Sobre distintas maneras de ver y poseer”, en Revista de Occidente, núm. 141, febrero de 1993, p. 59.

34. COHEN-SOLAL, op. cit., p. 236.

35. CABANNE, P. , Conversaciones con Marcel Duchamp, traducción de María Teresa Gallego Urrutia, This Side Up, Madrid, 2013, p. 90.

36. LORD, J., Cinco mujeres excepcionales, traducción de Dolores Payás, Elba, Barcelona, 2013, p. 33.

37. RICHARDSON, J., Maestros sagrados, sagrados monstruos, traducción de Miguel Martínez Lagüe, Alianza, Madrid, 2003, p. 59.

38. Ibidem. Richardson nos relata en el capítulo dedicado al coleccionista norteamericano como “no tenía reparos en maltratarlas. Un pintor, durante una visita, se quedó de piedra al verlo escupirse en el dedo y frotar un trozo de un Picasso de la primera etapa que al parecer le molestaba”.

39. Un ejemplo exagerado de lo afirmado es el del conocido coleccionista americano Morton Neumann. RICHARDSON, J., Aprendiz de brujo. Picasso, Provenza y Douglas Cooper, traducción de Fernando Borrajo, Alianza, Madrid, 2001, p. 267, reseña cómo sus nuevas adquisiciones “abarrotaban los armarios, cubrían las paredes, colgaban de los techos, descansaban apoyados en las ventanas y se amontonaba sobre las sillas”.

40. Al respecto ver la sugestiva obra de FINDLAY, M., El valor del arte. Dinero, poder y belleza, Fundación Gala-Salvador Dalí, 1.ª ed., marzo de 2013, especialmente las pp. 173 y ss.

41. THOMPSON, D., El tiburón de 12 millones de dólares. La curiosa economía del arte contemporáneo y las casas de subastas., traducción de Blanca Ribera, Ariel, Barcelona, 2010, pp. 287-288.

42. La cita está recogida en la obra de MORRIS, D., La vida de los surrealistas, traducción de Teresa Jarrín González, Blume, 1.ª ed., Barcelona, 2018, p. 226.

43. Asimismo, en JIMÉNEZ BLANCO y MACK, op. cit., p. 7.

44. KOPLOWITZ, A., Discurso de ingreso en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, Madrid, Compañía de Impresores Reunidos, Madrid, 2019, p. 21.

45. También reseñada en JIMÉNEZ-BLANCO y MACK, op. cit., p. 232.

46. Cita recogida en MORRIS, op. cit., p. 110.

47. BENJAMIN, W., Desembalo mi biblioteca. El arte de coleccionar, editor José J. de Olañeta, Madrid, 2012, pp. 55-56.

48. Referenciada, de nuevo, en JIMÉNEZ-BLANCO y MAUK , op. cit., p. 285.

49. HUIZINGA, J., Homo ludens, traducción de Eugenio Imaz, Alianza, 5.ª reimpresión, Madrid, 2005, pp. 210-211.

50. ASSOULINE, P ., D. K. Kahnweiler. En el nombre del arte, traducción de Manuel Serrat Crespo, Galería Miquel Alzueta, 1.ª ed., octubre de 2007, p. 11.

51. BENJAMIN, op. cit., pp. 53 y ss.

52. GONZÁLEZ-TREVIJANO, P., La mirada del poder. Boletín Oficial del Estado. Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, Madrid, 2004.

53. CORAZÓN, A., Una mirada en palabras, Seix Barral, Barcelona, 2008, p. 113.

54. Ver en GONZÁLEZ-TREVIJANO, La Constitución pintada, op. cit., pp. 227-244. La obra se publicó después, con idéntico título y con algún pequeño añadido , La Constitución pintada, en el Boletín Oficial del Estado, Madrid, 2018.

55. CAZORLA PRIETO, op. cit., p. 231.

56. Ibidem.

57. ORTEGA y GASSET, J., “Meditación del marco”, en Obras completas, Alianza, Madrid, 1983, p. 294.

58. FUSI, J. P., en FUSI, J. P. y CALVO SERRALLER, F., El espejo del tiempo, Taurus, Madrid 2009, Prólogo.

59. Sobre dicha configuración, por ejemplo, BOBBIO, N., Contribución a la teoría del Derecho, edición a cargo de Alfonso Ruiz Miguel, Fernando Torres editor, Valencia, 1980, pp. 155-170 y 119-142, respectivamente.

60. CAZORLA PRIETO, op. cit., pp. 233 -234: “… una característica digna de encomio: no cae en la hiperespecialización, no trepa por las ramas que conducen a la copa de un alto árbol al que solo se pueden encaramar los conocedores de lo microscópico; por el contrario, levanta el vuelo y construye una pieza accesible y disfrutable por juristas de toda condición y por no juristas”.

61. OP. cit., p. 235.

62. OP. cit., p. 236.

63. IGLESIAS, C., “Prólogo” a la obra de GONZÁLEZ-TREVIJANO, La mirada del poder, op. cit., p. XIII.

64. DÍEZ DEL CORRAL, L., “Ensayo sobre arte y sociedad”, en Obras Completas, T. I, Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, Madrid, 1998, p. 989.

65. HERNÁNDEZ PIJUÁN, J., “La mirada del cuadro”, en Discurso de ingreso en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernand o, Madrid, 2003, p. 12.

66. GONZÁLEZ-TREVIJANO, “Discurso de ingreso…”, op. cit., pp. 55 y ss., donde se desgranan las funciones que puede desempeñar la pintura de historia; incluso su actuación, no pocas veces, como recreadora, cuando hasta falseando, la mismísima realidad política y constitucional.

67. CAZORLA PRIETO, op. cit., p. 242.

68. GONZÁLEZ GARCÍA, J.M., Metáforas del poder, Alianza, Madrid, 1998, pp. 27 y 53 y ss.

69. IGLESIAS, J ., Derecho Romano, Ariel, 6.ª ed., Barcelona, 1972, pp. 4 y ss.

70. Sobre ella, por ejemplo, AAVV, directora Manuela Mena. La Familia de Carlos IV. Goya, Museo del Prado, Madrid, 2002, especialmente pp. 51-65 y 67-194 y ENCISO RECIO, L. M., Compases finales de la cultura ilustrada en la época de Carlos IV, Real Academia de la Historia, Madrid, 2013.

71. CAZORLA PRIETO, op. cit., p. 237. Una biografía sobre tales obras y los pintores en la Constitución de Cádiz, en GONZÁLEZ-TREVIJANO, “Discurso de ingreso…”, op. cit., pp. 112 y ss.

72. ÁLVAREZ JUNCO, J ., Mater Dolorosa, Taurus, Madrid, 2001, pp. 249 y ss.

73. CAZORLA PRIETO, o p. cit., p. 239.

74. Sobre el cuadro ver la ficha de MIGUEL EGEA, P., en la obra El arte en el Senado, Publicaciones del Senado, Madrid, 1999, pp. 338-340.

75. CAZORLA PRIETO, op. cit., p. 239.

76. BERGGRUEN, op. cit., p. 175.

77. Por todos, HERRERO DE MIÑÓN, M., “La Constitución como pacto”, en Revista de Estudios Políticos, núm. 44, 1998, pp. 20, 21, 23 y 26-30.

78. Ver al respecto el texto de la conferencia de ZAPATERO, V., La Constitución como consenso, Universidad de Alcalá de Henares-Nueva York, abril de 2010.

79. CAZORLA PRIETO, op. cit., p. 240.

80. Ibidem.

81. Sobre el significado de la obra, ver las declaraciones del artista en El País, 22 de octubre de 2015.

82. Ver CORTÉS, H., “Una conversación sobre el retrato”, en Cortés, retratos para una Constitución, Cádiz, 2012, pp. 126-129.

83. CAZORLA PRIETO, op. cit., p.241. Ver las consideraciones sobre la institución parlamentaria hoy en CAZORLA PRIETO, L., Las Cortes Generales: ¿Parlamento contemporáneo?, Civitas, Madrid, 1985.

84. Ibidem.

85. Sobre su obra, por ejemplo, WESTERDAHL, E ., La escultura de Pablo Serrano, Polígrafa, Barcelona, 1977 y DURÁN ÚCAR, D., “Pablo Serrano: trayectoria humanista”, en AAVV , Pablo Serrano, Arte Español para el Exterior, Madrid, 1993, pp. 25 y ss.

86. Ver las declaraciones del autor en el diario El País, 30 de abril de 1982.

87. SKINNER, Q., El artista y la filosofía política. El Buen Gobierno de Ambrogio Lorenzetti, Trotta, 1.ª ed., Madrid, 2009.

88. CAZORLA PRIETO, op. cit., p. 242.

89. XURIGUERA, G., Pintores españoles de la Escuela de París, Ibérico Europea de Ediciones, Madrid, 1975.

90. AAVV, Manuel Ángeles Ortiz, Museo Reina Sofía, Madrid, 1996; o GONZÁLEZ-TREVIJANO; P., en AAVV, Manuel Ángeles Ortiz y el retrato, Caja Granada, Granada, 2006, pp. 34-47.

Estudios en homenaje al profesor Luis María Cazorla Prieto

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