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Por el camino de una "Macro-Teoría"… integrativa
ОглавлениеUn enfoque, para ameritar el nombre de enfoque integrativo, requiere estar regido por una teoría integrativa central. Cuando esta teoría no existe, o no amerita, el enfoque no califica para ser denominado integrativo.
Por obvio que pudiera parecer, es importante destacar la relevancia de qué vamos a integrar y cómo. Una integración, bien planteada, abre esperanzas de desarrollo. Una integración mal planteada, se limitará a trasladar a un nuevo escenario los viejos problemas de siempre.
Hemos definido el integrar como el "construir una totalidad coherente a través de la conexión de partes válidas diferentes". No se trata tan solo de seleccionar y de "mezclar" partes aportativas; una mezcla de caviar, chirimoyas, huevos de codorniz, azúcar, vinagre, chocolate, carne de avestruz y miel – por ejemplo – daría pésimos resultados, por mucho que cada ingrediente fuera óptimo. Tampoco seleccionar al mejor en cada puesto garantiza el buen funcionamiento de un equipo como un todo. La integración exige, entonces, un buen afiatamiento entre partes compatibles y valiosas. De modo de gestar una totalidad armónica y sinérgica.
Puesto que una teoría integrativa y completa, tiene que calzar perfectamente con el cómo funcionan los seres humanos, no se trata de integrar elementos afines dejando fuera otros elementos válidos "no afines". Los elementos integrados a la teoría tendrán que ser afines… porque funcionan "afinadamente" en la dinámica psicológica humana. Si algún elemento no es compatible con los otros, es porque no es válido y por lo tanto no amerita ser integrado.
Se hace preciso agregar, entonces, que para que la integración tenga sentido, las partes deberán ser compatibles e involucrar un aporte al todo; caso contrario, carece de lógica pretender integrarlas. Adicionalmente, para una integración de la dinámica psicológica, deberemos cuidar que se integren todas las partes relevantes… que no se nos quede nada relevante "en el tintero". En otras palabras, nuestra "macro-teoría-integrativa" deberá integrar partes válidas compatibles, sin descuidar parte válida alguna.
Y, como lo señalábamos, si son válidas, son compatibles. Caso contrario, el ser humano estaría configurado de un modo "desintegrado".
En un sentido genérico, hemos venido dejando en claro que existen "incompatibilidades integrativas" obvias. Por ejemplo, no se puede integrar la materia con la antimateria, por mucho esfuerzo que invirtamos en la tarea. En territorios más "nuestros", no podemos integrar al realismo ingenuo con el constructivismo radical. En todos estos casos, se trata de opciones ontológicamente incompatibles, es decir, radicalmente incompatibles.
Si lo que pretendiéramos fuera integrar la química con la alquimia, o la astronomía con la astrología, el futuro de ambas integraciones tampoco se vislumbraría como muy halagüeño. Las diferencias en las premisas, en la calidad de los métodos, e incluso en el valor de los objetivos, generarían una total incompatibilidad.
Al respecto, veíamos que una hipotética integración de enfoques – por ejemplo, el psicoanálisis con el enfoque gestáltico – no solo involucra arbitrariedades, al seleccionar esos dos enfoques; involucra, también, sustanciales incompatibilidades epistemológicas, teóricas y metodológicas. "Creemos, por lo tanto, que la integración de las terapias conductuales, cognitivas y psicoanalíticas, con el modelo propuesto por Guidano, es definitivamente no viable; y nos parece que la integración en psicoterapia – entendida como la integración de diferentes enfoques terapéuticos y por lo tanto de diferentes técnicas terapéuticas, sin considerar los aspectos epistemológicos que los sustentan – parece imposible" (Ruiz, 2003, p. 235). Una buena razón para no pretender integrar ni autores ni enfoques, como totalidades.
Más allá de estas incompatibilidades, cualquier integración de enfoques genera la interrogante acerca de su utilidad. Cada enfoque existente, está compuesto por algunos aciertos y muchos desaciertos; esto, a la luz de la investigación. Integrar los aciertos es necesario y aportativo: Integrar enfoques completos – incluidos desaciertos – sonaría a una especie de "macro-desacierto". Integrar teorías poco predictivas, e integrar fuerzas de cambio "poco potentes", solo conduciría a generar el mismo "débil" efecto, pero después de un gran esfuerzo. No pareciera ser una gran idea.
La interrogante que surge, entonces, adquiere un carácter imperativo: ¿disponemos – en el mundo de la psicoterapia – de suficientes "partes" válidas, como para que su integración pueda constituir un aporte?
La inquietud siguiente se refiere al aporte específico de autores y enfoques, en lo relativo a conocimientos válidos. Las preguntas relevantes podrían ser estas: ¿Qué autor, o qué enfoque, ha acertado en todo y no se ha equivocado en nada? ¿Qué autor, o qué enfoque, se ha equivocado en todo y no ha acertado en nada? ¿Y, sería lógico, o criterioso, o útil, o aportativo, o inteligente, el que nos diéramos el lujo de dilapidar aquello en lo que autores y enfoques sí han acertado?
No parece legítimo, entonces, asumir que uno de los enfoques existentes o uno de los autores existentes aporte puros aciertos o puros errores. Si se rechaza un enfoque o un autor, en forma radical, estamos alejando sus errores, pero nos estamos farreando sus aciertos. A la luz del conocimiento, el hacer algo así no suena bien; más aun: suena bastante mal.
En el contexto de "luces y sombras" que explicitaba anteriormente, cada conocimiento específico válido – por pequeño que este fuera – pasa a valer oro.
No obstante, todo el análisis crítico que he venido explicitando, la premisa de que los autores aportan específicamente cero, y que los enfoques aportan específicamente cero, me parece más que cuestionable. Una cosa es que los enfoques tiendan a "empatar", y a mostrar escaso aporte específico; otra, muy diferente, es que cada enfoque no genere aporte específico alguno. Y aunque en los "grandes números" los enfoques tiendan a no superarse unos a otros, aportes específicos de calidad pueden ser encontrados dispersos por doquier.
La idea de ir buscando "agujas válidas" en los "pajares psicoterapéuticos" podría calzar bien con esta problemática. Aunque, en los grandes números, los diferentes "pajares" empaten, ello no involucra que "cada pajar" no pueda realizar algunos aportes específicos a predicción y cambio.
El aporte etiológico de los autodiálogos, por ejemplo, parece estar muy bien documentado, aun cuando esto no avale, en modo alguno, una "superioridad" para todo el enfoque cognitivo. El rol de las contingencias en el cambio está muy bien documentado, aun cuando esto no avale en modo alguno una "superioridad" para todo el enfoque conductual.
De lo que se trata, en el fondo, es de ir rescatando e integrando – desde autores y enfoques – los segmentos teóricos válidos y los segmentos terapéuticos válidos que estos aportan. Entendiendo, por válido, lo que autores y enfoques aportan efectivamente a predicción y cambio.
La premisa es que una totalidad poco válida, puede contener segmentos – mayores o menores – de notable validez. Aun cuando suene extraño, la afirmación es plenamente consistente con la investigación. Habría que agregar que la investigación de "segmentos" es incluso más confiable que la investigación de enfoques completos. Es así como aportes relevantes de cada enfoque pueden pasar inadvertidos en los grandes números; pueden ser anulados en su aplicación (por ejemplo, al ser aplicados combinados con segmentos "no válidos"), o pueden ser "devaluados" por mal uso. Todo lo cual contribuiría a explicar el que no logren inclinar la balanza, rompiendo el "empate" a favor de un enfoque determinado. Esto es de la mayor relevancia.
El territorio de los "segmentos teóricos válidos", ejemplifica lo anterior y amerita un énfasis adicional. Si ninguna teoría se ha mostrado aportativa, si todas tienden al reduccionismo, y si los psicoterapeutas tienden a alejarse de las teorías dada su inutilidad, ¿dónde estarían esos "segmentos teóricos válidos" que pudiéramos rescatar para una eventual integración? Sería muy tentador asumir que carecemos de teorías validadas que pudieran nutrir una teoría integrativa más abarcativa y completa.
Es en este punto, donde emerge una temática de la mayor importancia para una teoría integrativa. Es aquí donde propongo un cambio de óptica en el ámbito de las teorías; se trata de un cambio de la mayor importancia explicativa. Dicho cambio de óptica se explicaría así:
Por supuesto, muchas teorías simplemente no son válidas. Pero no todas las teorías en psicoterapia son deficientes en cuanto a su poder predictivo y guiador. El problema surge cuando, una teoría es llevada a explicar más de lo que puede explicar, cuando es llevada a invadir ámbitos que no le corresponden; es entonces cuando una teoría se torna reduccionista. Y esto ocurre por doquier en psicoterapia. Por ejemplo, la teoría "algunos afectos disfóricos derivan principalmente de evaluaciones cognitivas distorsionadas", puede ser válida y no reduccionista; la teoría "el primer principio de la terapia cognitiva es que todos los afectos del paciente son evocados por sus cogniciones o pensamientos", pasa a ser inválida y reduccionista. Del mismo modo la teoría "algunos problemas neuróticos derivan principalmente de mecanismos inconscientes reprimidos" puede ser válida y no reduccionista; la teoría "la represión es la causa de todos los problemas neuróticos", pasa a ser inválida y reduccionista. Desde esta perspectiva, una teoría operativa, funcional y predictiva, se puede transformar en reduccionista por mal uso y por mala "teorización" adicional, posterior a su enunciación. Despojándolas de estos "males post-facto" – derivados de nuestra tendencia al reduccionismo – diversas teorías pueden ir aportando "segmentos teóricos válidos" e irse transformando en potenciales nutrientes de una teoría integrativa.
Paradójicamente, entonces, "un segmento teórico válido" puede aportar mucho más "fuera" de su ambiente semántico reduccionista, es decir, "fuera" de su cuna original. Integrar este segmento, al interior de una teoría válida, amplia, completa e integrativa, pasaría a tener un rol "liberador" y potenciador de su aporte.
El planteamiento anterior puede contribuir sustancialmente al avance de nuestra opción integrativa. Por supuesto, queda pendiente la inquietud acerca de qué ocurre con el valor predictivo y/o de cambio de un planteamiento teórico… una vez apartado ese segmento de su cuna y de su hábitat originales.
En el ámbito de los "segmentos terapéuticos válidos", tiende a ocurrir algo similar. Un mecanismo de cambio enunciado como "algunos pacientes se benefician de ensanchar el darse cuenta", puede abrir importantes avenidas de cambio. Por el contrario, asumir que "hacer consciente lo inconsciente es el mecanismo de cambio esencial en psicoterapia", lejos de abrir avenidas, las va cerrando. El reducir, involucra un "todo se rige por esta estrecha teoría"; o significa "todos se benefician con esta estrategia de cambio". Pero este reducir – sea hacia lo simple o hacia lo complejo – trae consigo, a su vez, un reducir nuestras opciones de comprensión y de cambio terapéutico.
Desde la óptica que estoy explicitando, se vislumbra la opción de identificar "segmentos teóricos válidos", y "segmentos terapéuticos válidos", provenientes de múltiples vertientes. Queda pendiente la difícil tarea de lograr integrar los segmentos que vayamos identificando, de modo de reorganizarlos en un encuadre global coherente y no reduccionista.
La tarea pasa a ser, entonces, lograr integrar – en el marco de una nueva y más amplia totalidad – todos los segmentos teóricos válidos, y todos los segmentos terapéuticos válidos… cualquiera sea su procedencia. Y esta nueva macro-teoría integrativa – derivada del hacer esto – deberá ser capaz de ir ayudando a gestar, y deberá ser capaz de acoger, los nuevos segmentos teóricos y terapéuticos válidos que se vayan generando.
De este modo, una macro-teoría integrativa deberá establecer y esclarecer qué se puede conocer, y en qué grado; hacia dónde es necesario mirar, con qué criterios se va a validar, qué se debe investigar, con qué metodología se debe investigar, qué amerita ser acumulado, cómo se conectará el nuevo conocimiento con el antiguo, cómo se organizará lo almacenado, cómo se va relacionando el conocimiento "nuevo" con el ya acumulado, cómo se van generando los desajustes en la dinámica psicológica, cómo se puede ir cambiando lo que se desea cambiar… En una "macro-teoría integrativa" válida, todo conocimiento válido tendrá su espacio y sus conexiones... y no debería haber espacio alguno, para el conocimiento "no válido".