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Integrar sin reducir

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Nuestro punto axial inicial, al momento de integrar, involucra la necesidad de asumir una actitud tranquila. A la vez abierta y selectiva, que nos permita acceder – sin reduccionismos – a los 360 grados de la dinámica psicológica.

Desde una visión panorámica, de "helicóptero", de los datos disponibles, los "buenos" serán todos los datos válidos… bien documentados. A su vez los "malos", estarán representados por aquellos datos provenientes de una metodología deficiente; y "los malos" estarán representados también por los datos que han sido rechazados por la investigación… en términos de sus aportes a predicción y cambio.

La vieja y conocida fábula hindú, de los ciegos, nos ayudará a ir configurando nuestra actitud integrativa:

Un rey, del norte de la India, reunió un día en un mismo lugar a todos los ciegos de la ciudad. Después hizo posar, ante los asistentes, a un elefante. Permitió que unos tocaran la cabeza diciéndoles: "Esto es un elefante". Otros tocaron la oreja, otros el colmillo, o la trompa, o la pata, o bien la cola. Luego, el rey preguntó a cada quién: "¿Cómo es un elefante?". Y, según la parte que habían tocado, contestaron: "Es como un cesto de mimbre, es como un recipiente, es como la barra de un arado, es como un depósito, como un pilar, como un mortero, una escoba…". Entonces – continúa la fábula – empezaron a pelear y a gritar… "el elefante es así o asá", hasta que se abalanzaron unos contra otros a puñetazos, para gran diversión del rey.

Aunque los ciegos se abuenaran entre sí, sería difícil que lograran "armar" el elefante… a partir de sus diversos segmentos de información. Sus datos eran sensorialmente válidos; sin embargo, a través de la información incompleta, de las expectativas, de las significaciones erróneas, y de los contextos, los datos sensoriales válidos se tornaban inválidos. A través del procesamiento de cada cual, datos sensorialmente válidos evolucionaban hacia conocimientos inválidos. Con "cestos", "recipientes", "barras", "pilares", "escobas", no lograrían armar un elefante.

Cualquier semejanza de lo anterior con el estilo típico de nuestro pensar en psicoterapia… es mera coincidencia.

En psicoterapia, ni siquiera hemos necesitado que nos digan que la parte es el todo; esto ha corrido por "cuenta de la casa".

A pesar de esto, y como lo hemos explicitado, en psicoterapia disponemos de algunos segmentos teóricos y psicoterapéuticos válidos; pero necesitamos resignificar, recontextualizar… para impedir que se vayan "contaminando con lo "no válido". Solo así podemos aspirar a conocer "las partes válidas de cada parte". Y luego más y más partes.. de una totalidad multicompuesta. Incluso, en un momento determinado, podemos generar la vivencia del ¡Ahh! Es decir,, podemos "intuir" nuestro "elefante"; aun antes de disponer de la información detallada de cada una de sus partes. Y luego podemos seguir completando el todo; ahora, mejor orientados acerca de qué buscar y de cómo conectar.

El "armar" el elefante tiene un correlato empírico; a la vez anecdótico, coincidente e ilustrativo. En la prueba de ensamblaje de la Wechsler Adult Intelligence Scale (w.a.i.s.), el ítem de mayor dificultad fue ensamblar un elefante. En un determinado momento el examinado "intuye"… que se trata de un elefante. Genera su "vivencia del ¡Ahh!", lo cual acelera el proceso de ensamblaje. El problema, por supuesto, es no vivenciar un ¡Ahh! antes de tiempo, por ejemplo, suponiendo que se trata de un automóvil. Y, un problema mayor, es asumir como válido un "¡Ahh!" que no se justifica.

Continuando en el marco de la fábula, nuestra aproximación integrativa involucra también dar un paso al lado en relación a las "peleas". En lo que a nosotros respecta, lo que deseamos es poder concentrarnos en ir armando el "elefante", a partir de segmentos válidos procedentes de las más diferentes fuentes; y a partir de nuestros propios aportes; y de nuestra propia lectura y organización de los distintos datos. Para todo lo cual requerimos nutrirnos de todos los conocimientos válidos que puedan aportarnos nuestros colegas desde sus respectivos enfoques.

Más que "discutir" o "pelear" con nuestros colegas, deseamos nutrirnos de sus aportes. Al final, las discrepancias se zanjan por la vía de quién logra llegar más lejos.

En algunos colegas tiende a predominar la idea que, hoy en día, no disponemos de datos suficientes como para pretender una real integración. En realidad, no compartimos en modo alguno esta creencia. Primeramente, porque por el camino que vamos podríamos esperar 100 años y podríamos disponer de miles de datos y seguiríamos más menos donde mismo. Seguidamente, porque no obstante la presencia de multiples datos de dudosa validez, sí disponemos de suficientes datos como para intentar algo diferente. Desde nuestra óptica, por lo tanto, lo que más nos puede enriquecer es una relectura de los datos válidos ya existentes.

En el contexto recién explicitado, por lo tanto, compartimos la afirmación de Llinas cuando nos señala: "No se diga que para alcanzar esta nueva etapa habría que acumular nuevos datos. Hace millones de años que venimos observándonos y hace un siglo o más que venimos haciendo observaciones neuroanatómicas y neurofisiológicas. Lo que se necesita, con urgencia, son modelos teóricos" (1985, p. 145). Modelos teóricos válidos… agregaríamos nosotros.

Considero prioritario asumir que la dinámica psicológica no solo es compleja sino también multifacética. Siendo esto así, el "todos tienen algo de razón" y el "todo puede ser", están a la vuelta de la esquina. "La condición vital humana está suficientemente multideterminada, como para mantener el empleo de un gran número de terapeutas de diferentes persuasiones" (Meichenbaum, 1977, p. 27).

En medio de las miles de variables de la dinámica psicológica, se hace difícil esclarecer quién es quién, qué es válido, y qué no lo es. Va quedando entonces un vasto territorio disponible para, ir "fundamentando", prácticamente cualquier cosa Es así como afirmaciones de todo tipo emergen por doquier y, los "desmentidos válidos"… brillan por su ausencia.

A río revuelto, ganancia de autores y enfoques. Cada cual puede exhibir "evidencias" en favor de sus posturas, o en favor de su enfoque. Y esas evidencias – válidas para una porción muy menor de sus planteamientos – pasan a transformarse en pilares validadores de todos sus planteamientos. "Pars pro toto"es el término latino para esto. Desde un segmento válido, semiválido, o simplemente no válido, pasa a "validarse" demasiado. En nuestro quehacer, disponemos como trasfondo de una especie de "cheque en blanco"… que se puede llenar con cualquier cifra. Y así como James Bond dispone de "licencia para matar", nosotros disponemos de "licencia para sostener cualquier cosa".

Adicionalmente, en nuestras latitudes, el pensamiento crítico tiende también a brillar por su ausencia.

Para ciertos estilos cognitivos, lo esencial es lo simple; lo complejo constituye tan solo una asociación de elementos simples. Y, para el conocimiento de lo simple, se hace preciso descomponer la complejidad hasta poder identificar aquellos elementos simples que están a la base de lo complejo. Desde esta óptica "simplificadora", quienes valoran lo complejo, quienes asumen que en lo complejo se presentan totalidades cualitativas diferentes, con reguladores diferentes, pasan a ser meros teóricos: sin "cable a tierra"; con poco sentido práctico, especulativos… Desde este estilo de pensamiento, se tiende a reducir hacia lo simple. Una eventual explicación compleja, aun cuando fuera válida, pasaría a quedar fuera de su ángulo de observación; y muy fuera de sus espacios de aceptación.

Otros estilos de pensamiento son proclives a buscar la profundidad en todo, son proclives a "cuestionar la cuestión". Para ellos, lo simple es una mera apariencia, superficial e intrascendente. Lo esencial de la vida es lo que no se ve. Lo esencial de la vida, y de la dinámica psicológica, lo que realmente importa, es lo profundo, lo oculto, lo subyacente, lo complejo. No están dispuestos a dejarse engañar por lo simple; tienden a sospechar de cualquier "apariencia", y suelen ver debajo del alquitrán. A estas personas "no les vienen con cuestiones, con simplezas… menos aun con cuentos". Las apariencias simples, para ellos, constituyen anzuelos, que solo morderán las mentes simples e ingenuas: ellos no. El lema pareciera ser "a otro perro con ese hueso". Y, al paciente suelen "creerle" poco; habitualmente sospechan de sus dichos. Para este estilo de pensamiento, una persona no podría ser pacífica por temperamento, por predisposiciones biológicas; sería ineludible el buscar – y el "encontrar" – las razones biográficas profundas que generaron tan sospechoso pacifismo. Para estas personas, la línea recta constituye un "cazabobos"; y la "navaja de Occam" o "ley de la parsimonia", pasa a constituir tan solo un simplismo más sistematizado y "elegante". Podría decirse que esta aproximación "complejizadora", se rige por una especie de modificación del "cherchez la femme", de los detectives franceses; esta vez se trata de un mandato en la línea del "cherchez le profonde". Este estilo de procesamiento tiende a reducir hacia lo complejo; una eventual explicación simple, pero válida, pasa a quedar fuera de su ángulo de observación, y/o de su rango de aceptabilidad.

Y es precisamente el reduccionismo – hacia lo simple y hacia lo complejo – lo que ha limitado el desarrollo de mejores teorías en psicoterapia. Adicionalmente, a partir de un segmento simple o de un segmento complejo de nuestro "elefante", hemos tendido a explicar prontamente al elefante entero.

Lo que tradicionalmente hemos hecho, entonces, cursa aproximadamente así:

1 Descubrimos un segmento válido, algo que cuenta con evidencias de respaldo. Por ejemplo, que los castigos físicos generan emociones desajustadas, y que contingencias mal planteadas generan emociones desadaptativas. O bien, que contenidos inconscientes reprimidos suelen generar desajustes psicológicos de diversa índole.

2 El o los "descubridores" del respectivo "segmento válido" se entusiasman; y pronto empiezan a explicar el todo a partir del segmento válido descubierto. En los ejemplos citados, el "ambientalista" pasa a concluir que todos los desajustes psicológicos derivan de fallas ambientales. Albert Ellis, al aseverar que todos los desajustes emocionales derivan de ideas irracionales, ejemplifica también esto.

3 De este modo, lo que inicialmente era un aporte, por la vía de los "absolutismos", de los "todo" y de los "siempre", pasa a transformarse en un reduccionismo; el cual, lejos de constituir un aporte, se transforma en un impedimento para el desarrollo del conocimiento y de los mecanismos de cambio.

4 A lo anterior hay que agregar que todo el proceso mencionado suele cursar tomando como base inicial teorías o conocimientos "no válidos". Obviamente, si se generaliza a partir de lo "no válido", el proceso se empobrece aun más.

El perfil de este mecanismo reduccionista, entonces, es bastante identificable.

Algunos reduccionistas, inicialmente pueden partir bien; pero luego van echando a perder ese aporte inicial… a través de la generalización. Recordando nuestra formación en Rorschach, podríamos decir que algunas de las teorías reduccionistas deterioran su aporte inicial F+… por la vía de las Fs. (forma "spoiled", vale decir manchada o echada a perder al final). Otras son consistentes desde un comienzo: siempre f-.

Asumimos, entonces, que el hombre aporta multiplicidad suficiente como para que actúen mecanismos más simples o más complejos; según la situación, el momento, y el ámbito de acción Es así como, desde nuestra perspectiva, no se trata de elegir entre aproximaciones simples "o" complejas; no se trata de reducir todo hacia lo simple "o" todo hacia lo complejo. La más confiable investigación parece indicar que somos simples "y" complejos. Por lo tanto, ¿para qué forzar un "o" cuando lo que aporta más es un "y"? (Opazo, 2005).

Y la conclusión que somos simples y complejos, no surge de nuestro estilo de pensamiento, ni de nuestra especulación. Surge de una lectura tranquila de los datos válidos existentes… datos que ha venido aportando la mejor investigación.

En ocasiones somos muy simples, en otras muy complejos. En otras, nuestra dinámica psicológica se despliega en niveles intermedios. Y algunos tendemos más a los procesamientos simples, otros hacia los complejos. Algunas experiencias nos elicitan respuestas simples; otras nos activan mecanismos más complejos. Y aun otras se sitúan en niveles intermedios. De lo cual se desprende que, por ejemplo, para valorar algunos aportes de la aproximación sistémica, no necesitamos renunciar de plano a los condicionamientos clásicos. Y que, para valorar al condicionamiento clásico, no necesitamos rechazar de plano cualquier tipo de aproximación sistémica.

En relación a lo anterior viene al caso concluir que, una teoría "superficial" pero acertada, pasa a ser más profunda que una teoría "profunda" pero equivocada. Como lo he señalado antes, hablar de cosas profundas, no es lo mismo que hablar profundamente de las cosas. Y resulta más que fácil que, al hablar de cosas "profundas", estemos profundamente equivocados.

Si una fobia se generó por asociaciones clásicas, entre antes nos demos cuenta, mejor. Paradójicamente, no sería profundo el atribuirla a "profundas" represiones infantiles.

Algunas decisiones comprometen por entero a nuestra persona, e involucran a nuestro Sistema SELF en plenitud. Otras experiencias, nos comprometen menos. Y, aun otras, nos generan respuestas simples, reflejas y automáticas, que casi no nos involucran activamente. Por lo que resulta esencial que nuestras teorías dejen un espacio suficiente para todas estas experiencias, sin prejuicios interpretativos hacia ninguna de ellas.

En suma, no necesitamos reducir, nadie nos fuerza a reducir, y es un error esencial el reducir. Más aun, uno de nuestros errores históricos más graves ha sido… reducir.

Mahoney ha señalado que – en la evolución – los sistemas nerviosos, especialmente los más complejos, rara vez eliminan las estructuras antiguas; con la evolución, las habilidades nuevas comienzan a cabalgar sobre las antiguas. Es así como el neocórtex cabalga sobre las estructuras encefálicas más antiguas; pero en ninguna parte está escrito que, el neocórtex, tiene que participar en el procesamiento de todas las experiencias. Y, por el contrario, es múltiple la investigación que constata que, en muchísimas de nuestras experiencias, nuestro neocórtex simplemente… no participa.

Es precisamente en esta perspectiva evolutiva, en la que encontramos el comienzo de un camino integrativo diferente. Diferente al, o a los caminos, que hemos venido recorriendo. Cobran especial fuerza aquí las palabras de San Juan de la Cruz que daban comienzo a este capítulo: "Para llegar donde no has llegado… deberás recorrer los caminos que no has andado".

Karl Jaspers nos hablaba de la necesidad de establecer un adecuado "punto axial", uno en el cual se busca una nueva – y superior – altura de visión. En nuestro caso, hemos hablado de una visión panorámica, de helicóptero, que nos impida el pegar nuestras narices tan solo en un segmento.

A estas alturas de nuestro análisis, entonces, disponemos de un nuevo punto axial, a partir del cual integrar; un punto axial que nos permite observar los 360 grados de la dinámica psicológica; y disponemos de una concepción de la dinámica psicológica como multifacética, la cual otorga espacio para integrar explicaciones simples y complejas. En relación a qué integrar, nuestra respuesta es diferente a lo realizado por otros, y es clara y precisa: procuraremos integrar todo el conocimiento válido… en la medida de lo posible. Asumimos que conocimiento válido es aquel que aporta a predicción y cambio. Y asumimos que el conocimiento válido se encuentra disperso entre los diferentes autores, entre los diferentes enfoques… y más allá de todos ellos Es así como la investigación nos entrega un conjunto de datos válidos provenientes de las más variadas fuentes, y que se encuentran dispersos por doquier. Esos datos válidos, a su vez, nos aportan segmentos teóricos válidos y segmentos psicoterapéuticos válidos, que requieren ser integrados en una macro-teoría, que los acoja, que los ordene, que les aporte coherencia, en el marco de una nueva totalidad.

La tarea que continúa pendiente, entonces, es el cómo integrar.

Psicoterapia Integrativa EIS

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