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3. LA PLANIFICACIÓN DEL DESARROLLO EN AMÉRICA LATINA Y LA AGENDA 2030 PARA EL DESARROLLO SOSTENIBLE 3.1. LA PLANIFICACIÓN DEL DESARROLLO

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A mediados del siglo XX tuvieron lugar varios acontecimientos que dieron vía al surgimiento de la planificación del desarrollo, de entre los cuales se cita el nacimiento de las Naciones Unidas y del Banco Mundial, además de la creación del programa de ayuda económica de Estados Unidos para América Latina “Alianza para el Progreso” (“Alliance for Progress”), dirigido a crear condiciones para el desarrollo y la estabilidad política en el continente. En esta época se acuñó el término “países en desarrollo” y, a la vez, “se planteó el desafío global de construir una institucionalidad enfocada en promover la industrialización, el crecimiento y el bienestar de las sociedades rezagadas”76. La planificación fue concebida como el instrumento mediante el cual el Estado podía alcanzar el desarrollo económico tanto a nivel nacional como global, y lo anterior se denominó “planificación del desarrollo”.

La planificación del desarrollo tiene como principal objetivo lograr la compatibilidad entre los recursos de un país o una región y su crecimiento económico a largo plazo77. Consiste en la racionalización de los recursos para ejecutar un proyecto nacional de desarrollo, basado en la identificación de una imagen-objetivo y la definición de una estrategia para su consecución78.

La planificación para el desarrollo fue parte de un proyecto secular de racionalización social en el que el Estado era concebido como el cerebro y el motor del cambio. […]

Se partió de una conceptualización de la organización pública como una caja negra que transforma recursos en productos y resultados y que responde a un mandato específico claramente explicitado, con metas a alcanzar, mecanismos de verificación de los logros y cierta capacidad para definir los senderos y modos de producirlos. Esta aproximación enfatiza con valor normativo el carácter racional e instrumental de la organización79.

La planificación del desarrollo comprende distintas etapas, correspondientes, en primer lugar, al diagnóstico del punto de partida, para luego diseñar las estrategias para alcanzar las imágenes-objetivo definidas, la ejecución del plan, su implementación, el seguimiento de las acciones planificadas80 y, por último, la evaluación de sus resultados.

De conformidad con la doctrina especializada, la planificación del desarrollo tiene tres funciones básicas: “1) la construcción de una visión estratégica o visión de país; 2) la coordinación de las acciones necesarias para alcanzar los objetivos establecidos, y 3) el monitoreo, la evaluación y la retroalimentación”81.

La visión estratégica o visión de país se refiere al desarrollo de estudios que ilustren un porvenir de desarrollo social y económico, además de los cursos de acción y las estrategias para alcanzarlo. Su objetivo es determinar un fin que oriente la actuación pública. La coordinación de las acciones necesarias para alcanzar los objetivos establecidos se refiere tanto a la conexión entre las diversas entidades estatales como a la alineación entre las decisiones públicas y las fuerzas políticas, sociales y económicas interesadas en la planificación. Por último, el monitoreo, la evaluación y la retroalimentación de los procesos de planificación, desarrollados por diversas instancias estatales, resultan indispensables para efectos de determinar el éxito o fracaso en la implementación de los planes82.

Los objetivos a los que apunta la planificación del desarrollo también han variado progresivamente. En un primer momento, el norte correspondía exclusivamente al crecimiento económico de las naciones. Sin embargo, en las últimas décadas se ha pretendido que el desarrollo económico esté directamente relacionado con el desarrollo social83 y que, además, este se fundamente en la sostenibilidad ambiental.

Con esto, al desarrollo económico se han sumado nuevos valores, teorías y fines perseguidos por la planificación, entre los cuales se destacan la justicia distributiva, la libertad y la autonomía de los pueblos, la identidad cultural y étnica, además de la definición de políticas de identidad. La planificación del siglo XXI está permeada por escuelas como la del feminismo, y está dirigida a proteger y garantizar los derechos colectivos, el ambiente social, cultural y ecológico. En virtud de lo anterior se han implementado teorías como la del “desarrollo humano” y la del “desarrollo sostenible”84.

Factores como el entendimiento de la planificación como un instrumento de desarrollo integral, la asignación del presupuesto público a inversiones de amplia magnitud (tales como la integración eléctrica en Centroamérica y el fortalecimiento de la infraestructura en Suramérica), así como la pretensión de estrechar lazos entre los países de la región, se han materializado en una reformulación del concepto de planificación y, particularmente, de su papel en el escenario de la gestión pública85.

Todos los factores reseñados confluyen en el redireccionamiento de la planificación en numerosas naciones, encaminadas a cumplir, de forma individual y colectiva, los Objetivos de Desarrollo Sostenible. La relevancia de este tema en el seno de la gestión pública nos lleva a profundizar sobre el mismo en el próximo aparte.

Ordenación del territorio, ciudad y derecho urbano: competencias, instrumentos de planificación y desafíos

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