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LOS GÁLATAS

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Eran celtas, vocablo de la misma raíz que «gálatas» con una variante de pronunciación kel/kal (de ahí gal-os). Eran oriundos de las Galias, de donde habían emigrado en el siglo IV a.e.c., y se habían asentado primero en los Balcanes y luego en el centro-norte de Asia Menor, la actual Turquía. Ancira, hoy Ankara, era ya su capital hacia el 280 a.C. Cuando Pablo visita la región trescientos años después de su asentamiento, encuentra a unos gálatas totalmente helenizados. Galacia, junto con otras zonas de Asia Menor —cada una con su propio nombre, pues eran etnias distintas a veces con lenguajes diferentes, como Pisidia, Licaonia, Frigia, Paflagonia— formaban desde el 25 a.e.c., fecha de la muerte de su último rey, una provincia romana.

Dado que esta provincia estaba constituida por pueblos tan diversos, los investigadores han discutido desde hace siglos si la Carta a los gálatas iba dirigida a gentes de esta etnia concreta, gálatas estrictos, y solo a ellos (que residían en el norte de la provincia), o bien al conjunto de habitantes que formaba esa provincia romana (pisidios, licaonios, paflagonios, etc.). En efecto, la duda puede surgir porque Pablo había estado en Pisidia en su primer viaje misionero, según 1 Tes 13,13-14. Una buena parte de la investigación opina que la carta no fue dirigida a los gálatas estrictos, sino a los de la provincia en general, y en concreto a las comunidades del sur (el prescripto de la carta está en plural: 1,1): del mismo modo que Pablo utiliza el griego éthne, «naciones»/«gentiles» de un modo amplio, igualmente pudo utilizar «gálatas». Sin embargo, es difícil de creer que Pablo pudiera increpar a sus lectores pisidios, licaonios, o frigios con la expresión «¡Oh, insensatos gálatas!» (3,1). Consta que en la zona sureña había comunidades judías, pero no en el norte, y lo normal es que una nueva comunidad paulina surgiera cerca de una sinagoga. De cualquier modo, la determinación exacta de los destinatarios no tiene trascendencia para comprender la carta en sí.

Por el contrario, sí hemos considerado que reviste importancia caracterizar a quienes eran esos adversarios de Pablo que habían provocado la traición de sus antiguos convertidos. Hasta el momento hemos visto sus rasgos generales, pero la formación, a lo largo de la carta, de una idea precisa en lo posible de lo que pensaban los adversarios de Pablo, ayuda mucho a entender cómo él argumenta en su defensa.

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