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IMPORTANCIA CULTURAL

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El fracaso de los adversarios de Pablo en Galacia significó el triunfo de la línea paulina de interpretación de la vida y figura de Jesús el Nazoreo, centrada en la cruz y la resurrección como sacrificio vicario que borró los pecados de toda la humanidad, y en la no validez completa de la ley de Moisés para los gentiles conversos, interpretación que se plasmó en la mayoría de los escritos del Nuevo Testamento. Y este conjunto de libros abrió el camino, que duró entre tres y cuatro siglos, para el triunfo en toda la línea de lo que —después de la muerte de Pablo y por obra de sus seguidores— sería el cristianismo en adelante, fundamentalmente paulino. Finalmente, los observantes de la ley mosaica completa serán judíos, y los observantes solo del Decálogo y de la ley del Mesías, especificada por la Iglesia, serán cristianos.

Gálatas, junto con Romanos, es uno de los documentos fundamentales en los que se basó Martín Lutero para elaborar el núcleo de su propia teología, la base de la Reforma protestante. De este modo, la importancia de la interpretación de esta carta para la historia cultural de Occidente se hizo mayor aún. A partir de su exégesis se irán formando en la cristiandad occidental bloques contrapuestos: los que defienden a Jesús como evangelizador y proclamador del «amor», y los que lo consideran como «ley»; los que ven a Pablo como el abanderado del «espíritu» contra los que se hallan más apegados a la «letra», que pertenece al ámbito de la «carne»; los que insisten en hablar de la «libertad» frente a los que proclaman la primacía de la «norma»; aquellos para los que la resurrección de Jesús es una vivencia que sigue hoy y que sitúa al ser humano ante Dios y ante la exigencia de dar una respuesta a su llamada, y los que convierten la resurrección ante todo en un dogma; los que consideran que la Escritura es la fuente suprema de la revelación personal e impulsan un contacto directo con las Escrituras frente a los que apelan a la tradición eclesiástica, y sostienen que las Escrituras solo se entienden explicadas por la Iglesia.

A la larga, en los siglos II y III —en un contexto en el que las disputas entre judíos, judeocristianos y gentiles conversos se incrementaron por el exitoso intento de estos últimos de dotarse de una nueva identidad plenamente desligada del judaísmo— las tensiones en torno a la interpretación de la Ley dieron paso a una hostilidad hacia el mensaje y la figura de Pablo, abiertamente manifestada por parte de ciertos judeocristianos. De ello da muestra, por ejemplo, la denominada literatura Pseudo Clementina, en concreto en las Homilías, algunas de cuyas partes se iniciaron a mediados del siglo II, en la que la profecía falsa o «femenina» parece encarnarse en la figura de Pablo, declarado ya traidor y apóstata del judaísmo.

Los libros del Nuevo Testamento

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