Читать книгу Banner, historia de una ardilla - Ernest Thompson Seton - Страница 25
ОглавлениеLa presentación en sociedad
En abril, cuando la luna de hierba casi había desaparecido, la familia estaba prosperando y creciendo en su nuevo hogar. La primera salida «en solitario» de aquellas ardillitas fue como su presentación en sociedad. Les temblaban las piernas y su madre no les quitaba ojo de encima. Una a una, treparon hasta el tejado de la casa y, como si pensaran de sí mismas «¡¿Acaso no somos ya mayores?! ¡¿Acaso no somos preciosas?!», se estiraron y disfrutaron bajo el brillante y cálido sol de la mañana.
En un momento dado, por encima de las copas de los árboles apareció un halcón que volaba en círculos. No estaba cazando, porque cada vez que giraba silbaba. Cola Argenta lo conocía bien y se quedó mirando sus grandes alas. En su día, había presenciado la incursión de un colarroja. Puede que aquel, en concreto, no fuera un bandido, pero un halcón es un halcón. Cola Argenta soltó un grave «¡Chik, chik!» de advertencia a sus retoños, pero estos no le prestaron la más mínima atención, por lo que la ardilla se vio obligada a cogerlos uno a uno por el cuello y meterlos en casa, donde estarían a salvo.
Aquello sucedió tres veces en tres días distintos y, en las tres ocasiones, la madre tuvo que arrastrar a los suyos hasta el hogar. Sin embargo, los pequeñuelos habían aprendido la lección: «¡Chik, chik!» significaba: «¡Peligro! ¡Entrad en casa!».
Las ardillitas crecían rápido y su pelo gris brillaba. Su cola no era gran cosa aún, pero sus patas habían ganado mucha fuerza y las garras estaban muy afiladas. Para entonces, eran capaces de salir y entrar del nido a voluntad, y de subir y bajar por el rugoso tronco que tenían cerca. Pronto empezaron a aparecer sus diferentes personalidades, además de sus diferentes dones y su distinta constitución.