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III. MARCO COMUNITARIO EUROPEO 1. PRIMERAS REFERENCIAS

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Durante tiempo (años noventa y primera década del presente siglo), el concepto de “transición justa” no hizo acto de presencia en la normativa comunitaria europea sobre fomento de las energías renovables y cambio climático22. Esto no quiere decir que las instituciones comunitarias no vinieran prestando atención a los procesos de reconversión industrial, motivados por unas u otras causas y análogos o coincidentes con los que está produciendo la transición energética, así como a su impacto regional, cuestiones que forman parte de las preocupaciones tradicionales de la Unión Europea en el marco de sus políticas en materia industrial y de cohesión social23.

Las primeras referencias al término “transición justa” en el lenguaje de las instituciones comunitarias aparecen posiblemente a principios de la década pasada en algunos dictámenes del Comité Económico y Social Europeo (CESE), en coherencia con los orígenes sindicales del concepto24. Desde entonces, tales referencias comienzan a multiplicarse en la documentación procedente de todas las instituciones comunitarias (comunicaciones, dictámenes, etc.), especialmente tras la firma del Acuerdo de París, como consecuencia simultáneamente de la mayor ambición que empieza a cobrar desde ese momento la política climática y de transición energética de la Unión Europea y de la mención ya comentada, aunque tibia, que de esta idea se hace en tan trascendente acuerdo internacional25, y lo que es más importante, el concepto de “transición justa” comienza a hacer acto de presencia en la legislación comunitaria europea que empieza a dar cuerpo en 2018 a las nuevas ambiciones climáticas, como veremos a continuación.

Antes de ello, en el plano de las estrategias, merece la pena destacar la Comunicación de la Comisión Europea “Un planeta limpio para todos”, que sin dejar de ponderar ante todo los beneficios económicos y para el empleo que producirá la aceleración de la transición energética en la Unión y para el conjunto de sus ciudadanos, se cuida también de advertir de la necesidad de que esa transición sea justa para ser política y socialmente aceptable, acuñando el eslogan desde entonces inseparable del propio concepto de transición justa de que “nadie se va a quedar atrás”26.

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