Читать книгу España, una nueva historia - José Enrique Ruiz-Domènec - Страница 65

Entre las muchas virtudes de Ibn Hayyân no estaba la de valorar con suficiente tino el perfil de los adversarios políticos del califato de Córdoba. Con todo, la historia de España en torno al año 1000 no se entiende sin recurrir a esos personajes, reyes, condes o hacendados agrícolas, convencidos de su papel en la recuperación del reino de Toledo, entendido como el modelo de un reino organizado a mayor gloria de la Iglesia católica. Es la creación de una segunda historia que ciega y disminuye a los cronistas andalusíes, incluso al propio Ibn Hayyân. Esta segunda historia aparece en la crónica de Sampiro, notario, mayordomo y obispo de Astorga, donde las gestas militares contra los infieles legitiman una comunidad dañada desde la traición del conde don Julián y la invasión árabe.

Al percibir en el texto de Sampiro algo más que el acostumbrado relato de luchas de cristianos y musulmanes, el lector se ve en la necesidad de interpretar el texto según las normas de la antropología. Descubre entonces que la expresión Dei gratia, referida a los reyes y condes que se alzaron en armas contra el califato, se convierte en un principio de legitimidad; y esa expresión madurada por Sampiro afecta a todos los gobernantes del siglo X, y permitió a Justo Pérez de Úrbel, el principal estudioso del cronista, legitimar al general Franco como caudillo de España por la gracia de Dios, que es lo mismo que decir Dei gratia en el latín de los cronistas medievales. Al margen de esa deriva ingeniosa, y nada seria, tomemos el texto de Sampiro al pie de la letra, leamos su contenido, viendo lo que realmente hay en él.

Y lo que hay es el porvenir de la religión en los reinos y condados cristianos de la península Ibérica, desde Santiago de Compostela a Barcelona: unos territorios con escaso (o nulo) relieve a los ojos de los califas cordobeses que afianzan su identidad por medio de la fe católica. Lo que hay es el signo de los tiempos: convertir el pasado en presente, negar la realidad a favor de una utopía política, la reconquista del reino de Toledo. Esta actitud enardecida y visionaria ante el mundo nos traslada primero a la Navarra de Sancho Garcés II Abarca y de su nieto Sancho Garcés III el Mayor; al reino de León de Alfonso V y de su hijo Bermudo III, a la Castilla de los condes García Fernández, Sancho García y García Sánchez, al condado de Barcelona de Borrell II y de su hijo Ramón Borrell, junto a un gran número de nobles locales que utilizan sus propios recursos para atacar las fortalezas árabes de la frontera. El ancla de este comportamiento suele ser la violencia de los guerreros, ejercitada en las ciudades o en los campos, en nombre de un ideal que apenas reconocen, el ideal de reconquista del reino de Toledo.