Читать книгу Régimen disciplinario castrense - José Miguel González Reyes - Страница 34

Del sueño de libertad y los nuevos aires de modernidad en el ejército que había inspirado las Cortes de Cádiz, se despertó violentamente la nación española con Fernando VII, prolongándose la agonía del absolutismo.

La renovación de las viejas cúpulas nobiliarias por las nuevas clases burguesas que habían asumido la defensa en la Guerra de Independencia propició la práctica del “pronunciamiento militar”185 como técnica de intervención en la vida política, siendo sus motivaciones y resultados diferentes e incluso faltos continuidad186. La intervención militar se convirtió en un fenómeno crónico, debido a que el deseo de los políticos de contar con el apoyo militar se extendió más allá de su necesidad primaria en tiempo de guerra, conjugándose con la ambición de producir unos “militares políticos”187.

La reforma militar en el siglo XIX se cumplió en tres fases. Durante el primer tercio, la reforma no pasó del nivel profesional por la interferencia de los proyectos pseudo profesionales apostando bien por la seguridad del Estado (Guardia Real); bien en la liberación del pueblo (guerrillas); bien en la defensa de la sociedad (Milicias Nacionales). En el segundo tercio, quebradas las fuerzas realistas, por causa de la inestabilidad política, el ejército se convierta en columna vertebral de constitucionalismo. Finalmente, en el último tercio, la derrota y agotamiento de las otras alternativas de orgánica militar dejó a solas al ejército regular con el único objetivo de sus desvelos: la nacionalización de las fuerzas armadas en el marco de la monarquía constitucional188.

Durante el resto del siglo XIX, la tensión constante entre monárquicos y republicanos, conservadores y moderados propiciaron varias guerras civiles que en nada fortalecieron a la solidez de la constitución de la Administración militar española sembrando en lo social diferencias insalvables que pasaron hasta el siglo siguiente.

El ejército nacional de finales del XIX heredó la tradición del ejército regular, nacido a su vez, de la matriz cansada del ejército real del Antiguo Régimen, producto de tres proyectos fallidos (progresista, realista y federal) que pretendieron la sustitución del modelo ilustrado de Godoy189.