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El bebé kleiniano

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Para Melanie Klein y sus seguidores, la infancia temprana es la metáfora central de la vida psíquica profunda a lo largo de la vida. Klein relacionó constantemente sus teorías con su experiencia clínica analizando niños muy pequeños. A diferencia de los desarrollistas infantiles de hoy en día, sin embargo, se centró en el proceso primario de juego y fantasías como una cuestión de los conflictos entre los instintos libidinales y destructivos, haciendo hincapié en la interpretación directa del material de fantasía profunda. En su caso seminal (1961) de Richard, de diez años, por ejemplo, ella rápidamente le dijo que el tren de juguete con el que jugaba simbolizaba su pene y sus heces. Este enfoque se extendió al trabajo analítico con adultos. Esto la puso en desacuerdo con Anna Freud y el resto de los analistas orientados a la estructura.

Klein insistió en la centralidad y la continuidad del lado instintivo y primario de la vida mental en la edad adulta, especialmente el destructivo «instinto de muerte». Freud (1923) había introducido esta idea como complemento de los impulsos libidinales, pero Klein le otorgó más importancia y la presentó de manera más definitiva como una fuerza destructiva en la vida psíquica. La fantasía inconsciente y los objetos internos fueron los cimientos de la personalidad a lo largo de la vida. Las motivaciones de adaptación social y el reconocimiento del entorno real surgen con el tiempo, en lugar de ser influyentes en la primera infancia.

La experiencia de los cuidadores reales está mediada por estas relaciones de objetos internos fantasmáticos inconscientes. El acento en la inconsciencia de las fantasías que hace Klein connota la profundidad de esas estructuras que eran anteriores al encuentro con la realidad: procesos psíquicos fundamentales que dan forma a la conjunción de los instintos con las sensaciones corporales (incluyendo las percepciones sensoriales) en los niveles más básicos. (Véase Isaacs, 1948, para un singular resumen de este concepto). Esto contrasta con el uso habitual del término «fantasía» para referirse al uso algo más corriente, como una ensoñación, de imágenes de diferentes tipos como un lugar para las energías de los impulsos, los deseos, huellas de memoria y otros motivos y significados. Las fantasías inconscientes son primarias en el sentido de que son previas a la experiencia de la realidad externa; son el primer formato de vida mental en el modelo kleiniano.

El niño Kleiniano nunca está lejos de un estado de emergencia psíquica. Organizado en torno a los instintos opuestos y apoyándose en la proyección e introyecciones, se divide a sí mismo y a sus objetos entre idealizados y destructivos; los objetos internos malos son incompatibles y demasiado amenazadores para los objetos internos buenos, por lo que son expulsados o proyectados, siguiendo el formato de la fase oral. Pero esto lleva a una mayor amenaza psíquica, ya que los objetos de odio proyectados ahora se vuelven persecutorios, poniendo en peligro la propia supervivencia que su proyección estaba preparada para proteger. El «bebé kleiniano» está atrapado en un círculo vicioso, en la «posición paranoica-esquizoide».27 Estas ansiedades básicas persisten en la edad adulta: ninguno de nosotros está muy lejos de una especie de ruptura psicótica del sentido de sí mismo y de los objetos.

Las relaciones en el desarrollo

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