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Lo que nos enseña el arte parietal

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Otro indicio más reciente, que nos permite hacernos una idea de los animales consumidos por el hombre, es el de las representaciones que encontramos en las paredes de las cuevas. No obstante, este arte parietal puede ser engañoso ya que, si vemos representados, por ejemplo, en las paredes de la cueva de Lascaux, de una antigüedad de unos 20.000 años, muchos animales (caballos, bisontes, aurochs, ciervos, ciervas, cabras montesas, felinos, osos, rinocerontes), sabemos según los restos de los huesos encontrados en ese lugar que los hombres consumían casi exclusivamente en esa época carne de reno, y cazaban ocasionalmente cabras montesas, caballos y ciervos.

Igualmente hay que tener en mente que el consumo de carne en esa época no era similar al que practicamos hoy; además del hecho de que las carnes provenientes de animales eran mucho menos grasas que las que produce la ganadería, los hombres prehistóricos consumían todas las partes del animal, inclusive los órganos internos como los pulmones, el corazón, los intestinos, los riñones, el hígado, etc., mientras que nuestro consumo actual de carne privilegia los músculos y algunas piezas elegidas de las víceras.

Todos estos datos son evidentemente parcelarios, y nos informan sobre la composición cárnica de nuestro régimen alimenticio, mientras que el hombre es un animal omnívoro y que las plantas han tenido y siguen teniendo un rol esencial en nuestra alimentación. Por desgracia, las plantas no dejan vestigios arqueológicos similares a los de los huesos, pero otros métodos que detallaremos más adelante permiten, no obstante, darnos una idea sobre este componente vegetariano en la alimentación de los primeros hombres.

El simio cocinero

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