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La cocina, la primera práctica de sociabilidad humana

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Más allá de sus efectos sobre nuestra fisiología, la cocina también ha sido el elemento que construyó de verdad nuestra sociabilidad. Desde el momento en que se comenzó a utilizar el fuego para transformar los alimentos, el fogón, que se mantenía vivo de forma comunitaria, se convirtió en el punto focal de la tribu y fue necesario organizar su uso y empezar a distribuir las tareas entre los diferentes miembros de la comunidad: mantenimiento del fogón, colecta de leña, recolección de alimentos, caza, preparación y cocción de los alimentos… Una división muy antigua del trabajo entre los hombres y las mujeres –los hombres se encargaban de la caza mientras que las mujeres y los niños se ocupaban de la recolección y del mantenimiento del fogón– que ha influenciado durante milenios las sociedades tradicionales, y ese peso de la tradición sigue percibiéndose en muchas de nuestras sociedades modernas.

La preparación comunitaria de las comidas ha persistido durante gran parte de nuestra historia: hasta la Edad Media, el horno –ya sea “comunal” si pertenecía a la aldea, ya sea feudal si dependía del señor del feudo– era generalmente compartido por todos los habitantes de la aldea que iban a cocer ahí su pan, aproximadamente cada dos semanas. El uso de los hornos colectivos perdurará en Francia hasta principios del siglo XX y todavía existe hoy, en algunos países, en especial en las zonas rurales. Además, los primeros “servicios públicos” con la vocación de ser utilizados por todos los habitantes de una aldea están relacionados con la transformación de los alimentos: el horno, el molino y la prensa.

Así, el “hogar” en su acepción original de “lugar donde se prepara el fuego” seguirá siendo en las aldeas uno de los principales lugares de sociabilidad, antes que la preparación de la comida gane progresivamente el espacio privado. El hecho de que el término “hogar” sea utilizado, desde entonces, para designar una unidad de vivienda ocupada por una familia muestra a las claras la importancia que tuvo esta noción de cocción de los alimentos en la historia humana: el hogar es la unidad social elemental que comparte la misma cocina, aunque el fuego de antaño haya sido reemplazado por hornos y placas eléctricas.

Los primeros banquetes también tuvieron un rol fundador en el plano social e incluso en el plano político: el hecho de compartir, con motivo de acontecimientos puntuales o vinculados con la época, grandes cantidades de alimentos en común sellaba una alianza entre los hombres y las mujeres de una misma tribu y les permitía a las tribus vecinas intercambiar promesas de vecindad pacífica.

El simio cocinero

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