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El estudio de excrementos fosilizados

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Los coprolitos no son nada más que excremento fosilizado. Cuando se pueden encontrar coprolitos humanos –como los que se recolectaron en el sitio de El Salt en España de unos 50.000 años de antigüedad– ofrecen un valioso panorama del régimen alimenticio de nuestros antepasados (Sistiaga, 2014). El estudio de esos excrementos –que pertenecieron al hombre de Neandertal– muestra que tenía un régimen alimenticio mixto, pero con una dominante cárnica.

Se elaboró otra técnica para conocer el régimen alimenticio de nuestros antepasados, pero es muy difícil de poner en práctica ya que exige que se puedan analizar los restos de tejidos humanos contenidos en el colágeno de los huesos, que se encuentran a veces en los huesos con una antigüedad de menos de 100.000 años. Semejantes estudios se pudieron llevar a cabo en huesos que pertenecieron al hombre de Neandertal en períodos que datan de 130.000 (Bocherens et al., 1991) a 28.000 años atrás (Richards et al., 2000) y todos llegan a la misma conclusión: los individuos analizados tenían un régimen alimenticio mixto pero la gran mayoría de las proteínas consumidas eran de origen animal. Otros estudios también se realizaron sobre el Homo sapiens (Richards, 2000) y concluyen en una diversidad alimentaria levemente más importante pero un régimen que seguía siendo esencialmente cárnico, en especial en ciertas tribus (Bonsall et al., 1997) situadas en las proximidades del Danubio, que sacaban lo esencial de sus recursos alimenticios de los peces de río.

Se observa de manera general un consumo mayor de carne en el hombre de Neandertal que en el Homo sapiens, así como también una mayor importancia del consumo de pescado hacia el final del Paleolítico superior (Richards et al., 2001) entre 20.000 y 12.000 años atrás. En efecto, a partir de ese período, las técnicas de pesca mejoran con el uso de anzuelos y arpones, el hombre empieza a consumir de manera más regular pescados y en particular el salmón que tiene un rol esencial para numerosas tribus.

Por lo tanto, se observa que, hacia el fin del Paleolítico, el régimen alimenticio humano se había vuelto ampliamente carnívoro, principalmente, carne de diferentes ungulados (renos, ciervos, antílopes, etc.) y la introducción más tardía del pescado.

La proporción de productos cárnicos dependía asimismo del medio ambiente; así, es probable que los humanos situados en las zonas tropicales sacaran más de dos tercios de sus recursos energéticos de los vegetales y que, a medida que se avanzaba hacia las regiones más frías, la parte de los productos cárnicos se volvía más importante, hasta casi exclusiva en las regiones polares. De este modo, encontramos en los Inuit una dieta casi exclusivamente carnívora, con un consumo importante de grasas animales y carne –principalmente de foca– así como también de salmón.

El simio cocinero

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