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DETOXIFICACIÓN CELULAR E INTESTINO

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El intestino necesita de 18 a 24 horas para eliminar los restos de los alimentos ingeridos. Cuando el tránsito no es regular, los desechos se depositan en las paredes intestinales, tapizando especialmente algunos lugares, donde pueden alcanzar de 5 a 7 cm de espesor. Los desechos pueden impedir la absorción de vitaminas y minerales.

La alimentación excesivamente refinada (grasas, chocolate, harinas blancas, azúcar, etc.) contiene sustancias alérgenas. El intestino reduce la absorción de ellas secretando mucus, pero entonces las reacciones alérgicas manifiestas son reemplazadas por alergias ocultas, a la larga más nocivas. El estancamiento de materias y la irritación de las mucosas terminan por inflamar el intestino, en algunas secciones hasta al doble de su tamaño.

La intoxicación crónica, relacionada con el desarrollo de bacterias patógenas, es probablemente la consecuencia más grave de una deficiente higiene intestinal. El hígado y los ganglios linfáticos no son capaces de llevar a cabo tan descomunal tarea de desintoxicación. La proliferación de macromoléculas alimentarias y bacterianas, que pasan a la corriente sanguínea, junto con la hiperpermeabilidad intestinal, por agresión de la mucosa, pueden dar lugar a innumerables problemas de salud.

Los lactobacilos son una parte fundamental de la denominada flora intestinal ácida, que constituye una barrera natural contra las bacterias patógenas, asociadas a la putrefacción, que se desarrolla más bien en un medio alcalino. Con la reducción o desaparición de los lactobacilos, desaparece la barrera de protección, con lo que aumenta la flora putrefactiva, que colonizará poco a poco el intestino delgado, provocando malas fermentaciones, hinchazones y la formación de aminas tóxicas o tomaínas.

Como ya he indicado, el doctor Seignalet ha desarrollado una teoría que puede considerarse plausible sobre la patogenia de numerosas afecciones. Respaldada por cientos de investigaciones a nivel mundial, está explicada en su libro La alimentación, la 3ª medicina), pero se puede resumir en los dos puntos siguientes:

• Casi todas las enfermedades son multifactoriales. Su génesis necesita la conjunción de factores genéticos y del entorno. No se pueden modificar los primeros, pero sí los segundos, y esto basta en muchos casos para prevenir o curar.

• Los dos elementos más importantes son el intestino delgado y la alimentación actual. Los factores exteriores, para «actuar» de manera peligrosa, deben penetrar en el organismo. Pero no pueden atravesar la piel ni las mucosas, gruesas e impermeables. Dos mucosas son muy débiles, porque son grandes y muy finas: los alveolos pulmonares y el intestino delgado. El intestino delgado es la vía de acceso más importante, debido a que está afectado por factores medioambientales, sobre todo alimentos en proceso de digestión y bacterias. La única barrera que separa estas sustancias peligrosas de nuestra circulación sanguínea es una mucosa de 600 m2 de superficie y de 1/40 mm de ancho.

CUANDO LA ALIMENTACIóN ES «FISIOLÓGICA»

• Las enzimas digestivas y las mucinas (mucosas) intestinales se adaptan a las moléculas ingeridas. Estas últimas no atacan la pared del intestino delgado y son separadas en fragmentos peptídicos muy pequeños. La mucosa se encuentra en un buen estado y deja pasar únicamente estas pequeñas moléculas.

• La flora bacteriana es igualmente normal. Está presente en abundancia y es variada, con más de quinientas especies diferentes. Bien tolerada por el organismo humano, vive en simbiosis con él.

CUANDO LA ALIMENTACIóN ES DEFICIENTE

Las enzimas y las mucinas no están adaptadas a las moléculas que se encuentran en el organismo. Esto produce:

• Digestión insuficiente de algunos elementos, lo que libera numerosas moléculas alimentarias en la luz digestiva.

• Evolución hacia una flora de putrefacción con aparición de bacterias más o menos peligrosas, cuya destrucción por las defensas inmunitarias libera numerosos detritus bacterianos en la luz digestiva.

• Agresión contra la mucosa del intestino delgado, que puede volverse demasiado permeable.

El estrés agrava el cuadro, favoreciendo la secreción de interferón. Este mediador se une a unos receptores membranarios en el polo basal de los enterocitos y separa estos últimos entre ellos, lo que produce una agravación de la hiperpermeabilidad intestinal. A través de la mucosa, ahora porosa, pasan macromoléculas alimentarias y bacterianas que son responsables (Seignalet, 1998) de tres grandes categorías de patologías:

• Los péptidos antigénicos y las proteínas superantígenas, capaces de activar los linfocitos T, inducen enfermedades autoinmunes.

• Las moléculas no antigénicas, que no son reconocidas por los linfocitos T, van acumulándose progresivamente en el medio extracelular o en el interior de las células. Producen enfermedades de «ensuciamiento».

• La eliminación de las moléculas exógenas, que no pueden romper las enzimas, es asegurada por los polinucleares neutrófilos y los macrófagos que transportan los desechos a través de los emuntorios. Cuando los glóbulos blancos son muchos, provocan una inflamación del emuntorio. Es la patología de eliminación.

Coincido con el profesor Seignalet en el hecho fundamental de que el mejor modo de reducir al máximo la absorción indeseable de macromoléculas alimentarias y residuos bacterianos nocivos, que pueden provocar innumerables trastornos de salud, es la corrección alimentaria. Este cambio, que en ocasiones debe ser radical, en los hábitos de alimentación, puede por sí solo provocar un giro de 180º en enfermedades de las que generalmente se desconoce su etiología u origen.

Las recomendaciones dietéticas presentadas anteriormente cumplen, básicamente, con esta premisa. No obstante, a veces puede ser necesario un aporte de nutrientes o elementos vegetales que ayuden inicialmente a agilizar la higiene intestinal, favoreciendo la detoxificación de materias putrefactas y la regeneración de la mucosa. En las siguientes tablas expongo dos métodos que comúnmente se agrupan bajo las denominaciones de prebióticos y probióticos.

Prebióticos

Están principalmente constituidos por fibras solubles, productos lactofermentados y fructooligosacáridos vegetales. Aunque no proporcionan bacterias benéficas vivas, contienen metabolitos esenciales para éstas, estimulando de manera selectiva el crecimiento y el desarrollo de la actividad de la flora intestinal y respetando el ecosistema propio de cada individuo.

Fibras

• Regulan el tránsito intestinal.

• Atrapan y eliminan azúcares con índice glucémico elevado.

• Atrapan y eliminan numerosas sustancias tóxicas transportadas por la función secretora de la bilis.

Fermentos (lácteos o de cereales seleccionados)

• Optimizan las actividades enzimáticas necesarias para el ecosistema intestinal. • Refuerzan y agilizan la hidrólisis de las enzimas bacterianas.

• Favorecen la digestibilidad de la celulosa.

Inulina (fructooligosacárido) Permite la producción de ácidos grasos volátiles, responsables de la acidificación del colon, reforzando el efecto barrera contra las bacterias putrefactivas. Proporciona una fuente de energía para las células epiteliales, estimulando su renovación.

Probióticos

Se trata de las tan conocidas bifidobacterias. Las más interesantes después de numerosas investigaciones son: Lactobacillus acidophilus, Lactobacillus casei y Lactobacillus rhamnosus GG (según el Instituto Rosell de Canadá, esta última es particularmente interesante por su gastroresistencia y eficaz implantación en el medio intestinal).

• Mejoran los procesos digestivos, estimulando la actividad de la lactasa, la invertasa y la maltasa, así como la asimilación de aminoácidos.

• Influyen favorablemente en la anatomía y fisiología digestiva, aumentando las dimensiones y la renovación celular de las microvellosidades.

• Contribuyen a la síntesis de ciertas vitaminas (K, B12, B9, B5 y B2).

• Inhibición de gérmenes patógenos, mediante la producción de ácidos orgánicos (a partir de glúcidos como la inulina) y al disminuir el pH, limitando de esta manera su desarrollo. Además, mediante su rápida implantación impiden la colonización patógena.

• Efectos anticancerosos e inmunoestimulantes, al destruir nitrosaminas cancerígenas y estimular la actividad de los macrófagos, junto con la producción de anticuerpos, especialmente IgA.

Teoría del doctor Seignalet sobre el papel del intestino en la enfermedad


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