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CAPÍTULO 11 LA NUTRICIÓN ORTOMOLECULAR: LOS AUTÉNTICOS CIMIENTOS DE LA TERAPIA ANTIENVEJECIMIENTO

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A partir de los años treinta del siglo pasado se forjó un concepto que, aunque científicos y bioquímicos de prestigio han revelado como erróneo, sigue prevaleciendo en la mente y, por desgracia, en la práctica de cientos de profesionales de la salud: «una vitamina-una enfermedad». Según este falso concepto, la carencia de una vitamina era la causa de una enfermedad concreta. Es decir, si no existe la enfermedad es que no hay carencia vitamínica y, por lo tanto, no se necesita una dosis extra de vitaminas. Lo que se suele olvidar es el hecho de que ciertas enfermedades ocasionadas por una carencia, como el beri-beri, la pelagra o el escorbuto, son el resultado final de meses o años de deficiencias graves, y que representan un estado prepatológico. Este falso concepto pasa completamente por alto la gran variedad de síntomas que se padecen durante la fase de desarrollo y se concentra en los signos carenciales que irrumpen cuando el paciente está al borde de la muerte. En otras palabras, antes de que aparezca una enfermedad carencial, la subcarencia o «falta de nutrición óptima» en ciertos nutrientes esenciales ocasiona alteraciones enzimáticas, provocando una etapa preliminar, donde el metabolismo se encuentra ralentizado, luego una etapa bioquímica, con desórdenes biológicos, aumento de radicales libres y perturbaciones homeostásicas, seguidamente una etapa fisiológica o subclínica, acompañada de astenia, agotamiento, depresión o alteraciones del sistema nervioso, baja resistencia a la enfermedad, etc., preludio de la que no llegará, en los países industrializados, a ser la última etapa, la clínica, donde se manifiesta la enfermedad carencial.

Esta última cuestión será, como veremos, uno de los pilares fundamentales para comprender la nutrición celular activa o nutrición ortomolecular.

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