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UNA MANIOBRA INGENIOSA DE VESPASIANO

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Todo cambió cuando el emperador Vespasiano (69-79 d. C.) tuvo una idea genial: recabar de la asamblea popular una autorización general para poder legislar «delegadamente» en nombre del Pueblo de Roma. Algo que sabemos porque se ha conservado este cheque en blanco legislativo. Concretamente, se trata de la Lex de imperio Vespasiani, promulgada el 22 de diciembre del año 69. Una norma en la que la asamblea popular otorgaba al emperador amplísimos poderes con carácter permanente. Entre otros se le facultaba para «hacer aprobar senado consultos por medio de propuesta y votación», se le permitía «hacer todo lo que considere que es en utilidad de la república», así como decidir qué leyes y plebiscitos debía cumplir o no. Finalmente se convalidaba todo lo «decretado o mandado por el emperador César Vespasiano Augusto, o por algún otro con autorización o mandato suyo» ya que se consideraba justo y válido como si hubiese sido hecho «con autorización del pueblo o de la plebe»50. Lo que, hablando en plata, significaba que mediante esta ley, la asamblea popular daba carta blanca para que Vespasiano y sus sucesores legislaran lo que les diese la gana. Lo asombroso es que la propuesta colara y que desde entonces, los emperadores lograran hacerse con el control total del sistema jurídico romano. La invasión legislativa fue a partir de entonces desenfrenada, abriendo la puerta a una politización sin límite del derecho.

Imágenes 6 y 7. IZDA: Busto de Vespasiano. DCHA: Copia en piedra de su Lex de Imperio.

Para adentraros en el ambiente de esta Roma de Vespasiano en la que los emperadores empezaban a tener un poder casi absoluto, nada como remitiros a la arqueóloga británica Lindsey Davis, que además de sabias investigaciones científicas, ha escrito una serie de novelas policíacas súper entretenidas, protagonizadas por el informante Marco Didio Falco, que trabaja para lo que podríamos denominar, en un neologismo más propio de John Le Carré que de la época imperial romana, los servicios secretos de Vespasiano. Falco es, sin embargo, un ferviente republicano que considera a Vespasiano un mediocre que ha llegado a Emperador por carambola, lo que contrasta fuertemente con el lugar que la Historia ha reservado a este personaje. Una lectura apasionante y un retrato de la Roma cotidiana de la época muy acertado. Mi consejo: empezad con La plata de Britania.

El precedente de Vespasiano fue tenido muy en cuenta, no solo por sus sucesores en el trono imperial, sino por nuestros democráticos gobiernos contemporáneos, que no dudan en fumarse el principio de la división de poderes, por el que en principio solo la asamblea legislativa puede aprobar leyes, recurriendo con habitual desparpajo a la legislación delegada pues les basta con solicitar una autorización al Legislativo para dictar normas con rango de ley. E incluso, en casos de urgencia, pueden dar leyes directamente y recabar después la autorización de los representantes del pueblo. Es lo que ha ocurrido, por ejemplo, en España donde el gobierno ha tratado de atajar la crisis del Coronavirus imponiendo por «decreto-ley» el «Estado de alarma», directamente, sin contar inicialmente con el Congreso de los Diputados51. Algo a lo que está autorizado por la «constitución», un término que, en contra de lo que pueda parecer, también inventaron los juristas romanos.

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