Читать книгу Comentario al texto hebreo del Antiguo Testamento - Profetas Menores - C. F. Keil - Страница 24

2, 7-10 (=2, 9-12)

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7 Seguirá a sus amantes, pero no los alcanzará; los buscará, pero no los hallará. Entonces dirá: Regresaré a mi primer marido, porque mejor me iba entonces que ahora. 8 Ella no reconoció que yo era quien le daba el trigo, el vino y el aceite, quien multiplicaba la plata y el oro que ofrecían a Baal. 9 Por tanto, volveré y tomaré mi trigo a su tiempo y mi vino en su estación; le quitaré mi lana y mi lino que le había dado para cubrir su desnudez. 10 Ahora descubriré su locura delante de los ojos de sus amantes, y nadie la librará de mis manos.

2,7. Aquí se desarrolla el pensamiento anterior (seguirá a sus amantes…). Su situación de desamparo empezará haciendo que crezca su celo por la idolatría, pero pronto le hará ver que los ídolos no le ofrecen ayuda. El fracaso en alcanzar o encontrar a sus amantes, a los que busca con celo (hp'ÛD>rIw, de riddēph, piel, en sentido intensivo: perseguir ansiosamente) indica el fracaso en lograr aquello que se busca, es decir, la liberación anticipada de la calamidad que el Dios vivo ha enviado como castigo.

Esta triste experiencia despierta el deseo de volver al Dios fiel de la alianza, y al reconocimiento de que la prosperidad y todos los bienes vienen de la relación con él. El pensamiento de que Dios llenará a la nación idolátrica con disgusto por haber coqueteado con dioses ajenos, quitándole todas sus posesiones, y llevándole al descubrimiento de que todas las posesiones de las que había disfrutado no venían de los ídolos, queda reforzado en 2, 8.

2, 8. (Y ella no reconoció…). Aquí aparecen el trigo, el mosto y el aceite con artículo definido, para indicar los frutos que Israel recibía año tras año. Esas posesiones eran el fundamento de la riqueza de la nación, y a través de ellas se multiplicaban el oro y la plata. El pecado consistía en ignorar que era Dios el que les daba esas bendiciones.

En la mente del pueblo se había grabado la idea de que era Yahvé el que les había dado la tierra, de manera que entre las obras poderosas de Dios se recordaba la forma en que Dios había concedido la posesión de la tierra de Canaán a los israelitas. No fue solo Moisés el que había recordado a los israelitas, de la manera más solemne, que era Dios quien había dado la lluvia a la tierras, el que había multiplicado y bendecido sus cosechas y sus frutos (cf. por ejemplo Dt 7, 13; 11, 14-15); este era un tema que se recordaba perpetuamente a través de la ofrenda de las primicias en las fiestas.

Las palabras l[;B'(l; Wfï[', ‘âsū labba‘al, han de tomarse como frase de relativo, aunque falte la partícula rv,a], ‘asher, pero no en el sentido de “que ellos han convertido en Baal” (que han hecho con ello imágenes de Baal: cf. texto caldeo, Hitzig, Ewald y otros). Ciertamente, עשׂה ל aparece en ese sentido en Is 44, 17, pero la falta de artículo en Isaías y en Gen 12, 2; Ex 32, 10 impiden que aquí se tome esa palabra en ese sentido; por otra parte, l[;B'(l; no puede interpretarse de esa forma. Según eso, עשׂה ל tiene aquí el sentido de “ofrecer a” (aplicar para algo), como en 2 Cron 24, 7, donde aparece en un contexto semejante. El uso de esta palabra tiene de fondo el sentido de “preparar para algo”, mientras que el sentido que propone Gesenius (“que ellos han ofrecido a Baal”) no puede aplicarse así, pues עשׂה indica simplemente la preparación para el sacrificio del altar, lo que no se puede aplicar en el caso de la plata y del oro.

Ellos han aplicado el oro y la plata a Baal, pero no simplemente para utilizarlos para la preparación de ídolos, sino para el mantenimiento y extensión de la adoración a los ídolos, e incluso tomándolos como dones de Baal, insistiendo así más en la adoración celosa de ese dios falso. Por l[;B'( no ha de entenderse simplemente el dios Baal de los cananeos y fenicios, en el sentido estricto de la palabra, que Jehú había exterminado de Israel (aunque no del todo, como es evidente por la alusión a una Ashera en Samaría, durante el reinado de Joacaz, 2 Rey 13, 6); l[;B'( es aquí una expresión que alude a todos los ídolos, incluyendo los becerros de oro a los que se llama dioses en 1 Rey 14, 9 (y que son comparados con dioses reales).

2, 9. (Por lo tanto, volveré y tomaré mi trigo…). Dado que los israelitas no han tomado las bendiciones recibidas como dones de su Dios, y las ha tomado para ensalzar su propia gloria, el Señor les privará de ellas. Las palabras yTiÛx.q;l'w> bWvêa' han de vincularse, de manera que bWvêa' tiene la fuerza de un adverbio, pero no en el sentido de simple repetición, como otras veces, sino con la idea de retorno, como en Jer 12, 15: tomar de nuevo, en el sentido de quitar. Mi trigo..., es el trigo y el mosto que yo les había dado. En aquel tiempo, es decir, en el tiempo en que esperaban el trigo y el vino nuevo, esto es, en el tiempo de la cosecha, cuando los hombres se sienten seguros de recibir y poseer la cosecha, el verdadero Dios se la quitará.

Si Dios toma repentinamente esos dones, eso implica no solo que la pérdida es más penosa, sino que el hecho viene a presentarse como un castigo, más que cuando los hombres venían ya preparados desde antes para una mala cosecha. Por la forma en que quita al pueblo los frutos del campo, Dios quiere indicar que es él y no Baal el que da y quita los dones de la agricultura.

Las palabras “mi lino que les había dado para cubrir su desnudez” no dependen de הצּלתּי, sino que se vinculan con צמרי וּפשׁתּי, pues son un modo conciso de decir “esas cosas que sirven para cubrir su desnudez”. La frase así formulada sirve para intensificar la amenaza, mostrando que, si Dios quita sus dones, la nación quedará en una situación de penuria extrema y de desnudez ignominiosa (Ht'(w"r>[,, de ‘ervâh, pudendum, lo que avergüenza).

2, 10 (Y ahora descubriré su locura…). El ἅπ. λεγ. Ht'Þlub.n: de נבלוּה, literalmente, algo que está podrido, de נבל, estar seco, devastada, indica probablemente, como dice Hengstenberg, una situación en que el cuerpo ha sufrido muchas violencias (corpus multa stupra passum), de manera que puede traducirse libremente, como en los LXX por ἀκαθαρσία (impureza, un tipo de locura).

“Ante los ojos de los amantes…”, es decir, no solo en el sentido de que ellos están obligados a mirar, sin poder evitarlo, sino en el sentido en que ella, la mujer, vendrá a ser para ellos un objeto de aborrecimiento, del que ellos querrán liberarse, volverse a un lado (cf. Nah 3, 5; Jer 13, 26 ). De esa forma se expresa en concreto la verdad general que ha expuesto Hengstenberg: “Quienquiera que abandone a Dios por el mundo, será puesto en vergüenza por Dios ante el mismo mundo, y la vergüenza será mayor cuanto más cerca haya estado antes de Dios”. Al añadir “nadie” se cortan de raíz todas las esperanzas de que la amenaza de castigo pueda ser evitada (cf. Os 5, 14).

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