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EL ESTUDIANTE DE ECONÓMICAS
ОглавлениеPara que no lo destinaran lejos de casa y poder ayudar en el negocio familiar, Ernest se presentó voluntario al servicio militar. Lo alistaron en el Regimiento del 7.º de Artillería, que se ocupaba, entre otras cosas, de la vigilancia del castillo de Montjuïc. En una de las numerosas guardias que se le asignaron, aseguraba haber coincidido y conversado con Joan Comorera, detenido en 1954 tras instalarse de manera clandestina en Barcelona.[43] El exdirigente del PSUC (Partido Socialista Unificado de Cataluña) moriría en 1958 en Burgos.
Sin embargo, lo más relevante de sus días de soldado no fue esta anécdota —que, aunque no debemos dudar de ella, se non è vera è ben trovata—, sino el hecho de haber coincidido como compañero con Enric Brotons. Este le explicó que combinaba la mili con los estudios universitarios de Economía porque las clases eran por la noche. Precisamente, en esta franja era cuando Ernest quedaba liberado de las tareas del servicio militar y del taller.
Lluch, que se consideraba medio de letras y medio de ciencias, se matriculó en Económicas sin una convicción específica, más allá de que era de las pocas carreras que podía cursar por razones de horario. Se enroló, claro está, a escondidas de su padre. Su hermano Enric, así como Jacinta, tuvieron un importante papel en el momento de frenar al cabeza de familia cuando se enteró de que su hijo pequeño se había matriculado en la universidad.[44]
Pero sobre todo fue determinante su hermana Montserrat, quien, con Enric distraído por los estudios de Geografía, sería la que más se iría implicando en el negocio familiar, que acabaría dirigiendo. Ernest decía de ella con admiración que, a pesar de que no había podido estudiar, parecía tener las carreras que no había cursado.[45]
Montserrat fue una persona muy importante en su vida y actuó, en ciertos momentos, como una madre. Él le estuvo siempre muy reconocido porque gracias a su trabajo y apoyo pudo utilizar las horas libres de que disponía para ir a la universidad. A la vez, ella le protegía mucho.
Los estudios de Económicas apenas estaban empezando a funcionar. El curso de 1954-1955 había sido el primero de la Facultad de Ciencias Políticas, Económicas y Comerciales —aunque la sección de Políticas solo se cursaba en Madrid— de la Universidad de Barcelona. Cada año se implementaba uno de los cinco cursos que conformaban la licenciatura. Los cuatro primeros eran comunes y el quinto se desglosaba en tres especialidades: Economía General, Economía de la Empresa y Seguros.
La actividad se llevaba a cabo en las aulas del patio de Letras del edificio histórico de la universidad y solo había un único grupo, que impartía los cursos por la tarde en las aulas que dejaban vacías los de Derecho.[46] Para empezar, la docencia se conformó a base de enviar a profesores de otras carreras. El catedrático de Economía Política y Hacienda Pública, Josep Lluís Sureda, procedente de Derecho y que impartiría Teoría Económica, tuvo un importante papel como secretario de la comisión organizadora de la nueva facultad.[47]
En Económicas, aunque no solo en esta facultad, existió un importante núcleo de catedráticos y profesores que en aquel momento insuflaron un soplo de aire fresco y contribuyeron de manera notable a los cambios que, a partir de finales de la década de los cincuenta, se produjeron en la Universidad de Barcelona. Entre ellos destacaban, además de Sureda, Manuel Sacristán, que procedía de Filosofía e impartía Lógica; Enrique Linés, que procedía de Ciencias y daba Matemáticas, y el historiador Jaume Vicens Vives, que enseñaba Historia Económica Mundial y posteriormente Historia Económica de España.
Estos y otros profesores ejercieron una notable influencia sobre los estudiantes, entre los que se contaba Ernest. Eran islas de competencia académica e intelectual en medio de la mediocridad general y abrían los ojos a sus discípulos.
La promoción de Lluch, la tercera, la Gamma, la del curso 1956-1957, era muy dinámica. Él enseguida destacó. Económicas era una carrera para progresar, para mejorar socialmente. Algunos de los matriculados procedían de carreras cortas o del profesorado mercantil. Él era mayor que el resto de su promoción y esto se evidenciaba. Era, asimismo, extrovertido, y expresaba sus opiniones a diestro y siniestro. Se notaba que tenía un bagaje más amplio que la mayoría y que había corrido más mundo —las Españas— que el resto de sus compañeros, entre los que estaban Joan Martínez Alier y Joaquim M. de Nadal.
Aquel primer curso de Ernest en la facultad fue también el de las primeras movilizaciones universitarias con un cierto eco. En noviembre de 1956 hubo una manifestación en contra de la entrada de las tropas soviéticas en Hungría, dominada por los comunistas, que derivó en una protesta contra el franquismo. El 14 de enero de 1957 tuvo lugar una huelga de tranvías después de que en diciembre se anunciara una nueva subida de tarifas en Barcelona, que no se había consumado a raíz del parón de 1951.[48]
El PSUC llamó al boicot, y los estudiantes universitarios politizados, aunque no eran muchos, se sumaron a él. En el marco de las manifestaciones, algunos de los participantes se refugiaron en el edificio histórico para huir de la policía. Eso hizo que en los días siguientes los incidentes continuaran. El rector, el zaragozano Francisco Buscarons, intentó evitar que la policía entrara en el edificio, sin éxito, y en un hecho inaudito dimitió. Las clases se suspendieron hasta nueva orden.
A principios de febrero, el gobierno franquista inició la represión contra los participantes y líderes de la breve revuelta con la aplicación del Reglamento de Disciplina Académica. Se abrieron varios expedientes, y el vicerrector cordobés Francisco García-Valdecasas pasó a actuar de facto como máxima autoridad académica.[49] Las clases se reanudaron de manera escalonada a mediados de mes, pero se mantuvo la presencia policial en los porches del rectorado.
En los días 18 y 19 de febrero se produjeron varias muestras de protesta contra las autoridades académicas. El día 21 cerca de ochocientos estudiantes se reunieron en el Paraninfo de la Universidad para constituir la Primera Asamblea Libre de Estudiantes de la Universidad de Barcelona. Se pidió la supresión del Sindicato Español Universitario (SEU), la retirada de la policía, la anulación de las sanciones académicas y multas, y la dimisión del ministro de Educación. Los asistentes fueron desalojados y la represión continuó.[50]
A la crisis económica y las huelgas, y al despertar político del movimiento obrero y catalanista, se sumaba el hecho de que la universidad iba creciendo. Ya no solo eran los hijos de las minorías privilegiadas los que podían ir a ella, sino que la base social se ampliaba. Esto, junto con el cambio de actitud de algunas figuras como las mencionadas, que pronto serían referentes intelectuales y que en algunos casos pasarían de mantener posiciones falangistas o nacionalcatolicistas a posiciones de izquierdas, produciría un fuerte impacto en el mundo académico.
La masificación de la universidad no se produciría hasta los sesenta, cuando Lluch ya no era estudiante. Mientras tanto, los centros universitarios se fueron diversificando. Ernest, sin embargo, en todo momento fue muy consciente de su extracción. La mayoría de los estudiantes no habían estudiado, como él, con una beca del Fondo de Igualdad de Oportunidades.[51]
«Siempre he visto —reconocía— que muchas de las personas con las que me relacionaba, también en la universidad, pertenecían a una familia de clase más alta que la nuestra. Yo no sabía jugar al tenis, ni al bridge... Terminamos la carrera treinta y siete: unos siete debíamos de ser de clase media y los otros treinta me parecían de clase más alta».[52]
En ese momento, en el movimiento estudiantil penetraban con fuerza las corrientes de izquierda. En el último año, en el terreno político se había hecho evidente que la evolución liberal de las instituciones del régimen no era plausible, y las nuevas generaciones de estudiantes se incorporaron a las filas más combativas de la oposición a la dictadura, con una aproximación al movimiento obrero y al marxismo.
También existía en la clandestinidad la Federació Nacional d’Estudiants de Catalunya (Federación Nacional de Estudiantes de Cataluña; FNEC), que se convirtió en una plataforma juvenil de partidos políticos integrada por estudiantes de la Unió Democràtica de Catalunya (Unión Democrática de Cataluña; UDC) y del Front Nacional de Catalunya (Frente Nacional de Cataluña; FNC), y, en un principio, también por los del Moviment Socialista de Catalunya (Movimiento Socialista de Cataluña; MSC), fundado de manera simultánea en Cataluña, Toulouse y México en 1945.
En este ambiente aparecieron algunos núcleos politizados formados por jóvenes como Max Cahner, Jordi Maluquer, Ramon Bastardes y el propio Enric Lluch. Este grupo enlazó con catalanistas que habían pasado por la universidad en la década anterior —mientras Enric cursaba el peritaje—, como Josep Benet, Alexandre Cirici, Albert Manent, Joan Triadú y otros. Algunos de ellos daban clases clandestinas en catalán, conferencias y seminarios de cultura catalana.
Unos procedían de familias franquistas y de ambientes católicos, y en la Facultad de Derecho había un grupo formado por Salvador Giner, Octavi Pellissa, Joaquim Jordà y algunos más.[53] Otros eran de tendencia comunista, como Jordi Solé Tura o Feliu Formosa, y estaban conectados con el PSUC.
Estos dos mundos, el cristiano y el marxista, se habían encontrado en octubre de 1954 en unas conferencias en el Colegio Mayor San Jorge. A partir de entonces, dichos encuentros se seguirían produciendo. Y es que, a mediados de esa década, y bajo la aparente inmovilidad de la mayoría de los estudiantes, iba cuajando un cambio de mentalidad en una generación distinta a la de aquellos que habían vivido la posguerra siendo jóvenes.[54]
Para Ernest empezaba un camino que ya no abandonaría. Como escribiría una década y pico después, «para el nacionalismo, el papel de los intelectuales es al menos tan decisivo como para el socialismo. Cuando la enseñanza superior ya no queda limitada a los hijos de las clases estrictamente dominantes o con puestos de trabajo predeterminados, las universidades pueden comenzar a suministrar unos intelectuales que tomen conciencia de su pueblo, que le “pongan cara”».[55]
A él lo detuvieron por primera vez a raíz de una concentración de estudiantes demócratas y catalanistas en Montserrat llamada «la Ruta». Benet, inspirado por la ruta de los estudiantes franceses en Chartres, lanzó la iniciativa de la Ruta Universitaria a Montserrat. La primera de la media docena que se celebraron tuvo lugar aquel 1957. Se subía desde Monistrol, pero algunos empezaban en Martorell o en Barcelona. Durante el camino se discutían los temas preparados.[56]
Lluch llevaba unos apuntes ciclostilados, y los miembros de la Brigada Político-Social los confundieron con propaganda. Pasó un par de días retenido. La segunda vez lo detuvieron por haberse encerrado en la universidad. Aún lo detendrían un par de veces más y también le abrieron un expediente como estudiante.