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PROFESOR EN LA UNIVERSIDAD COMPLUTENSE DE MADRID
ОглавлениеEn vistas de lo que había ocurrido y de la imposibilidad de continuar su progresión académica en la Universidad de Barcelona, en donde, a pesar de todo, Estapé seguía dirigiendo su tesis, este último, con la colaboración de profesores como Pedro Schwartz, a quien Ernest había conocido en las conferencias que había organizado en la facultad y en las del Círculo de Economía, le consiguió una plaza de profesor invitado en la Universidad Complutense de Madrid (UCM).[188]
Schwartz se había doctorado en Ciencias Políticas en la London School of Economics con una tesis sobre John Stuart Mill y también en Derecho en la UCM. Después de trabajar en el Servicio de Estudios del Banco Urquijo, en 1967 obtuvo, por oposición, una plaza en el Servicio de Estudios del Banco de España y en 1970 se encontraba en vías de conseguir la cátedra de Historia de las Doctrinas Económicas de la Complutense.
El académico madrileño formaba parte, por tanto, del limitado grupo de universitarios que se dedicaba al Pensamiento Económico, la disciplina hacia la que se encaminaba Lluch, y en la que, dado que no eran muchos, todos se conocían, lo que facilitó esta opción. En el curso 1968-1969, Ernest ejerció de profesor ayudante de clases prácticas adscrito a la cátedra de Historia de las Doctrinas Económicas de la Complutense.
A pesar de tenerse que desplazar unos días a Madrid, Lluch no dejó su pluriempleo en Barcelona. Además de trabajar en el ámbito urbanístico, escribía los artículos en Tele/eXpres y también en Serra d’Or, de la que continuaba siendo miembro del consejo de redacción. Se discutía a menudo con Cahner, porque, según Manent, «eran dos gallos en un mismo gallinero».[189]
De hecho, el consejo había sido una estrategia del padre Maur M. Boix, que aprovechó que Bastardes y Cahner estaban ocupados con el proyecto de Edicions 62 para conseguir que las decisiones sobre la revista estuviesen repartidas y no dependieran exclusivamente de ambos, ya para los representantes de Montserrat no siempre era fácil entenderse con ellos.
Asimismo, en este periodo Ernest fue el responsable de la sección de economía y escribió ciertas voces para el Diccionario enciclopédico Salvat Universal, que apareció en castellano en cuatro volúmenes (1968-1969), de los que algunaos se adaptarían para el Salvat en catalán (1968-1970). En la sección contaba con Manuel Esteve, Josep M. Carreras, Rafael Tasis Ferrer y Francesc Roca. También participó en artículos de la Gran Enciclopedia Larousse que editaba Planeta, junto con su hermano Enric.[190]
Para acabar de rematar su vida de hombre-orquesta, aquel 1968, por mediación de un tío de Dolors Bramon que era veterinario de Besalú, se enteraron de que en Maià de Montcal, en la comarca de La Garrotxa, se vendía una casa de jornaleros, Ca l’Aiats. La compraron, junto con un pequeño terreno. Estaba en el Pla de Maià, al pie del antiguo camino que unía el pueblo de Dosquers con el sitio de Segueró, en el término municipal de Beuda.
Desde la casa, muy sencilla, de unos noventa metros cuadrados, se divisaba un bosque de pinos y los montes de Santa Magdalena y de Ca n’Alzina. En la entrada de la vivienda había un pequeño cobertizo para la leña, una barbacoa y un par de ventanas con postigos en la fachada.[191]
El matrimonio la acondicionó con una biblioteca, cuadros, una máquina de escribir y un atril que Ernest le pidió al rector de Tossa, Joan Carreras, para poner papeles y libros.[192] De viernes a domingo, podía trabajar en un entorno relajado. Aunque quien se encargaba de la logística familiar era su esposa, él echaba una mano en las cosas de la casa, la limpieza y sobre todo en la cocina. Se levantaba pronto y se ponía a escribir todavía en pijama.
Cuando la pareja llegó a Maià —adonde viajaron en un Seiscientos— no había forasteros, solo las cerca de trescientas personas que vivían allí, y ellos, que se empadronaron en el pueblo. Lluch, como haría desde entonces cada vez que cambiaba de residencia, se imbuyó del lugar. No le gustaba verse como alguien que estaba de paso, sino que se esforzaba por formar parte del sitio en cuestión. Quería jugar en el equipo local. Por eso, por ejemplo, se inscribió en el centro social del pueblo. También allí se interesó por la figura del poeta Verdaguer, que había pasado un tiempo en el cercano santuario de la Mare de Déu del Mont.[193]
Ernest todavía pudo añadir un nuevo trabajo a su nómina. A partir de julio de 1969, mes en el que se publicó el primer volumen de la Gran Enciclopèdia Catalana, fue el asesor y responsable del área de economía de dicha obra. Lo sería hasta el cuarto volumen publicado en mayo de 1973, cuando pasó a ser solo colaborador y se redujo mucho su participación. Algunos de quienes participaron en este proyecto ya lo habían hecho en Salvat.
Su hermano Enric y Max Cahner fueron quienes habían gestado el proyecto de la Enciclopèdia Catalana, que tendría quince volúmenes.[194] Lo que pasaba es que lo habían hecho sin dinero y sin prever sus costes, y enseguida quedó claro que sería una obra muy magna e inasumible. Los dos definían los términos y los encargaban. Al final, el proyecto se desbordó y fue Banca Catalana la que acabó financiándolo. Sin embargo, eso supuso echar a muchas de las personas que colaboraban en él, con los consiguientes enfados.[195]
El 11 de octubre de 1969 nació la segunda hija de Lluch y Bramon, Rosa. Para hacer frente a los gastos que se le venían encima, él continuó en el Servicio de Estudios de Banca Catalana. Jordi Pujol, con el que se profesaban una confianza mutua y mantenían un buen trato, le consultaba cuestiones relacionadas con la expansión del negocio bancario y de ámbito cultural o político.[196] Era, según Pujol, «uno de los hombres más inteligentes que ha tenido Cataluña en los últimos años».[197]
En este periodo, a las órdenes de Saurí, dirigió y publicó, en 1969 y 1970, junto con su amigo el economista y después marchante de arte, Joan Gaspar, Els preus dels terrenys industrials a Catalunya, una primera guia analitzada («Los precios de los terrenos industriales en Cataluña, una primera guía analizada»), en 1970, con Ramon Seró, La Regió fruitera de Lleida («La Región frutícola de Lérida»), más tarde, con Pere Campistol, Les conseqüencies comarcals del turisme a la Costa Brava de Sant Feliu de Guíxols a Palamós («Las consecuencias comarcales del turismo en la Costa Brava de Sant Feliu de Guíxols a Palamós»), y de nuevo con Gaspar Els preus del sòl a Catalunya («Los precios del suelo en Cataluña»).[198]
En aquel momento fue cuando con Josep Termes, Josep Fontana, Joaquim Molas y Ramon Gabarrou surgió el interés por elaborar una revista de investigación científica en catalán, Recerques. Como inicialmente no podía tener un formato de revista porque no les habrían dado permiso, adoptó la forma de un volumen misceláneo que publicaba Ariel, de entrada sin ayudas ni subvenciones.
Como decía su subtítulo, la revista trataba sobre «Historia, Economia y Cultura», y la impulsaban historiadores marxistas. No obstante, era una publicación que no pretendía quedarse en este encuadre, sino dialogar con otras interpretaciones tanto catalanas como extranjeras. Se inspiraba en la revista Past and Present, de la editorial Oxford University Press, fundada en 1952 por un colectivo de historiadores marxistas, y que había sido la revista pionera en el ámbito de la historia social sin constricciones geográficas o temporales. Con altibajos, Recerques ha llegado hasta nuestros días.
El primer número salió en 1970 con textos de Pierre Vilar, Jordi Rubió, Alan Yates y del propio Ernest, que publicó «La Catalunya del segle XVIII i la lluita contra l’absolutisme centralista. El “Proyecto del Abogado General del Público” de Francesc Romà i Rossell».[199] Este fue su primer artículo académico verdaderamente importante. Se notaba que se encontraba en el momento de madurez que da el hecho de haber terminado una tesis doctoral.