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ECONOMÍA Y URBANISMO

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En paralelo a su intensa dedicación a Oikos-Tau, Lluch continuó con los artículos en Serra d’Or. En el ejercicio de su labor en el marco del consejo de redacción, a finales de agosto de 1964 escribió a Ferran Soldevila para encargarle la preparación de una visión crítica conjunta de la obra Cataluña en la España moderna, que Pierre Vilar había publicado en tres volúmenes en París dos años antes y que a partir de ese año se publicaría en catalán en cuatro volúmenes en Barcelona. En la visión de conjunto debían participar Josep Benet, Enric Lluch, Ferran Soldevila, Jordi Nadal, Emili Giralt, Josep Fontana y Fabián Estapé con artículos de tres a cuatro páginas.[144]

En el marco de sus múltiples tareas de aquellos momentos también escribió el apéndice «La població catalana» con uno de sus compañeros economistas que colaboraban con él, Eugeni Giral, para la traducción catalana, publicada por Edicions 62 en 1964, del libro de Alfred Sauvy La población. Asimismo tradujo con Jordi Petit La economía del siglo xx, de François Perroux, que ese mismo año editó Ariel, bajo la dirección de Joan Reventós.[145]

En medio de su creciente perfil de pluriempleado y con la mirada puesta en su deseo de casarse con Dolors Bramon, Lluch comenzó a colaborar con despachos de arquitectos como encargado de los aspectos económicos de las planificaciones urbanísticas. No era extraño que le surgiera trabajo por ese lado.

A comienzos de la década de los sesenta, el estudio de las relaciones entre la economía y el territorio —que habían introducido en el ámbito español autores como Romà Perpiñà Grau o Manuel de Torres y, posteriormente, José Luis Sampedro y el propio Ramon Trias Fargas— experimentó un gran auge en Cataluña.

En aquellos años en el pensamiento económico se desarrollaron propuestas tendentes a incorporar la variable espacio en los modelos vigentes, derivadas principalmente de la teoría de la localización, desarrollada antes por los geógrafos. El interés creciente hizo que desde el urbanismo se reclamara la intervención de los economistas y que muchos proyectos incluyeran dicho perfil.

Lluch formó parte de un equipo, liderado por el arquitecto Lluís Cantallops, que colaboró en algunos proyectos de ordenación urbanística. Asimismo, escribió artículos sobre cuestiones urbanísticas, algo que nunca dejaría de hacer.[146] Elaboró informes para la empresa Dorsch-Germann, una consultora sobre autopistas, en relación con el tramo Barcelona-La Junquera, y también aprovechó la información para escribir artículos.[147]

Ernest mantenía, además, contactos con profesionales de la arquitectura, como Oriol Bohigas, con quien coincidía en Serra d’Or. Y también, naturalmente, en Geografía por mediación de su hermano, e incluso cuando era delegado de curso había invitado a hablar en la Facultad al profesor de urbanismo Manuel Ribas Piera. No era por casualidad. Estapé y Ribas habían establecido una buena sintonía entre sus respectivos departamentos.[148]

El interés por el urbanismo y por el campo profesional que este abría hizo que Lluch asistiera a jornadas sobre urbanismo organizadas por el Colegio de Arquitectos. Así, poco a poco fue profundizando en la economía urbana y del territorio, dedicando una buena parte de su actividad profesional durante los primeros años tras su licenciatura.

Estos contactos con arquitectos y urbanistas lo llevaron a formar parte, a partir de aquel 1964, del equipo de la revisión del Plan Comarcal de Barcelona de 1953. Lluch ya había colaborado como estudiante en la memoria que en 1959 se había publicado sobre el Plan de la provincia de Barcelona y que no se aprobaría hasta 1963. Para efectuar la revisión del Plan Comarcal se creó un grupo pluridisciplinario con arquitectos, ingenieros, abogados, economistas y sociólogos.

En la etapa que se iniciaba se dedicaron muchos esfuerzos para justificar la organización del área metropolitana y para delimitar dicha área. El equipo en el que trabajaba Ernest Lluch utilizó criterios de espacio por habitante y unas proyecciones de población para la delimitación, y el espacio pasó de 478 km2 a 3.297 km2, y de los 28 municipios iniciales a 136.

En paralelo, y vinculado al seminario de Política Económica de Estapé, Lluch coordinó una investigación que debía concretarse en la obra Estructura econòmica de Catalunya, en la que también intervenían Condominas, Josep Jané y Jordi Petit. La obra quedó inconclusa, pero parte de la labor realizada se aprovechó para un trabajo que Trias Fargas publicaría, el año siguiente, en el Servicio de Estudios del Banco Urquijo como Estructura de la base económica de Cataluña y en el que colaborarían otros autores.[149]

Asimismo, junto con el historiador de su misma promoción, y que se convertiría en el principal especialista de la historia agraria contemporánea en España, Ramon Garrabou, escribió el apéndice «Notes sobre el desenvolupament de l’economia del Principat de Catalunya (1750-1964)», en la edición catalana del libro Història de l’economia moderna de G.D.M. Cole que publicó Edicions 62.

A Ernest, estas primeras tareas le sirvieron sobre todo para conocer Cataluña, para poner en práctica la parte teórica que había aprendido en la facultad, y para trabajar en la interdisciplinariedad y hacer nuevas amistades. Fue un tiempo no solo de un rendimiento intelectual y pecuniario interesante, sino también una buena base para cuando años más tarde ejerciera como diputado, puesto que podría presentarse como alguien que ya conocía el terreno, y que, en cualquier caso, disponía de las herramientas necesarias para seguir haciéndolo, si convenía, y sobre todo para entenderlo.

A su padre todo esto le interesaba más bien poco, ya que él habría preferido que su hijo menor hubiera continuado en el taller. Es imposible saber si más adelante habría cambiado de opinión, ya que Enric Lluch Casas murió en marzo de 1965. Nunca habían mantenido una relación estrecha, y en los años siguientes Ernest casi nunca habló de ello. Al margen de otras cuestiones familiares, pesaban las dificultades interpuestas para poder estudiar y seguir un camino que no pasara por el taller.

Por pocos meses, el progenitor no estuvo a tiempo de asistir a la boda de su hijo con Dolors Bramon en la parroquia de Porqueres, en la comarca del Pla de l’Estany. La ceremonia se celebró el viernes 1 de octubre. Como aquel era el Día del Caudillo —en aquella fecha de 1936, en Burgos, se había investido a Franco con poderes de jefe de estado— cada año era día festivo y resultaba sencillo reunir a los invitados.

Para contrarrestar la nube franquista sobre la fecha de su boda, en una boutade, Lluch alegaba que se había casado ese día porque el 1 de octubre de 1949, después de entrar en Pekín, Mao Zedong había proclamado la República Popular China.[150] La pareja fue a vivir a Vallcarca con Jacinta, la madre de Lluch. Él, pues, no se movió de su casa.

Casi dos meses después, entre los días 26 y 28 de noviembre, Ernest participó en Toledo en el segundo de los coloquios entre Cataluña y Castilla. El objetivo de dichos coloquios era la creación de un clima de entendimiento entre intelectuales catalanes y castellanos al amparo del Congreso por la Libertad de la Cultura.

Entre otros, asistieron el filólogo y lingüista Antoni Badia i Margarit, Pedro Laín —el médico, químico y escritor que con Dionisio Ridruejo representaba el espíritu más liberal de la Falange—, el académico gallego Domingo García Sabell, el abogado y escritor Maurici Serrahima, Joan Reventós, Enrique Tierno Galván, Marià Manent y el periodista Vicent Ventura, una figura que muy pronto sería clave en la vida de Lluch. También estaba previsto que asistiera el intelectual Joan Fuster, pero no lo hizo.

Ernest presentó una ponencia sobre organización económica; de hecho, estaba previsto que esta presentación la hiciera Joan Sardà, que tampoco asistió. Para la mayoría, pues, él era simplemente «un muchacho». Pero su nombre se les quedó grabado, a algunos con estupefacción, cuando, con el atrevimiento que da la juventud, dejó caer, como fruto del conocimiento adquirido en el estudio de la economía regional, un planteamiento todavía muy osado para aquella época.

«Resulta —dijo— que de Cataluña sale el veinticinco por ciento de la recaudación del Estado y que, pagados todos los gastos que pueden ser considerados de carácter general —enumerados con un criterio muy generoso—, de lo que queda, en proporción, Cataluña recibe un cuarenta y cinco por ciento de lo que ha pagado. Por tanto, no puede disponer de unos servicios adecuados para la complicación y complejidad de su vida económica y social —la que le permite pagar aquel veinticinco por ciento—: el Estado vive —esto lo digo yo [sic]— a nuestra costa...».[151]

Huelga decir que su ponencia fue la que más impactó. Y decir eso no era cualquier cosa. Serrahima lo recogió así: «Estuvo realmente magnífico: sereno, sobrio, intencionado, viéndolos venir y respondiendo sin perder nunca el nivel y, cuando era necesario, con un cierto aire amablemente irónico. ¡De primera! La verdad es que, hasta los que más se opusieron a algunas de las afirmaciones básicas —quiero decir, historicopolíticas—, como [el historiador y ensayista valenciano] José Antonio Maravall, terminaron dejándose convencer por la soltura con la que les respondió».[152]

Tres meses después de su espléndida intervención —que, como se verá, tendría unas positivas consecuencias para él—, en febrero de 1966, se presentó el llamado Plan Director del Área Metropolitana de Barcelona. Ello generó un conflicto entre sus instituciones promotoras. Pero el trabajo era demasiado extenso, tres volúmenes con un total de seiscientas páginas, además de veinte más dedicadas a la información del área. El resultado: el Plan se guardó en un armario, y el personal, Lluch entre ellos, fue despedido.

Los argumentos para la suspensión adujeron la amplia extensión del área, la gran importancia de la futura aplicación del Plan, la necesidad de una autoridad con medios suficientes para controlar su aplicación y el obligado aumento de las inversiones públicas en la zona. Algunas voces, como la del propio Lluch o la de Oriol Bohigas, se quejaron públicamente por dicha suspensión, pero sin éxito.[153] El recién casado debería buscar remuneración en otras partes.

Ernest Lluch

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