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PARÍS Y LOS PAPELES

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A finales de octubre de 1962, Lluch se trasladó unos meses a París con una beca en la École Pratique des Hautes Études. Fue para estudiar Comercio Internacional con Jean Weiller, un estudioso de las balanzas de pagos; Estadística Económica con André Piettre, autor de obras sobre el marxismo y el capitalismo, e historia económica y agraria con una de las máximas autoridades en historia de Cataluña y de España, Pierre Vilar.[122]

Durante su estancia investigó sobre la economía y los economistas españoles con el objetivo de presentar un artículo en el Journal des Économistes. El trabajo solo se publicó de manera parcial, pero al volver amplió las prospecciones de la búsqueda para obtener una visión general del pensamiento económico de España entre 1800 y 1860. Esta etapa fue decisiva para su futura dedicación a la historia del pensamiento económico.

Este primer estudio y la influencia de Estapé fueron la causa de que escogiera como tema de su tesis doctoral el pensamiento económico del grupo de Gilbert Guillaumin, fundador del Journal des Économistes, y su influencia en la España de la segunda mitad del XIX. A pesar de las dificultades para abrirse camino de manera inmediata, por aquel tiempo ya tenía clara la idea de dedicarse a la carrera universitaria. El proyecto de la tesis, sin embargo, acabaría por cambiar.

A principios de 1963, y tras volver de París, se enroló como ayudante de las clases prácticas de Estapé sobre Política Económica. Era, por lo tanto, un profesor no numerario (PNN, o, coloquialmente, «penene») con un sueldo que por fuerza tenía que compaginar con otras actividades.[123] No solo su interés, sino también esta necesidad pecuniaria, fueron la causa de que entonces se volcara en una vorágine tanto de trabajo como de publicación de artículos, monografías, traducciones y libros, que ya no abandonaría.

Se trataba, además, de hacerse un nombre, de engrosar el currículum, porque, tal como repetía: «Es igual un asno que un sabio ágrafo», y de conseguir apoyo si no quería verse obligado a volver al taller familiar.[124] Detrás de esta manera de sentir ya había una inclinación a convertir el estudio en lucha cultural y en acción política, incidiendo en la vida intelectual del país, porque, como insistía a menudo, «hay que causar impresión».[125]

Se implicó en múltiples proyectos. La mayoría de ellos —pero no solo— estaban relacionados con la economía, que era su know-how. No se podía permitir ser remilgado. Era un pluriempleado. A través de su trabajo Lluch tomaba conciencia de los cambios fundamentales que se producían en la economía catalana de los años sesenta.[126]

Participó en la redacción de textos sobre economía española, demografía, vivienda y turismo para El libro del año de 1962 y 1963, que publicaba la editorial Alcides. Allí coincidió con el poeta Joan Oliver; con el químico y reorganizador de Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) en el interior, Heribert Barrera, uno de los académicos más influyentes en los estudios de literatura catalana y primer catedrático de Lengua y Literatura catalana de la Universidad Autónoma de Barcelona; con el escritor y editor Joaquim Molas, y con el poeta Francesc Vallverdú, entonces secretario de redacción de la revista trimestral Nous Horitzons del PSUC.

Uno de los artículos más interesantes de este proyecto fue «El núcleo de desarrollo económico de Tarragona», en el que contemplaba una posibilidad de crecimiento de una gran ciudad alejada de Barcelona, gracias a múltiples factores: la localización de muchas nuevas industrias en la zona industrial, la influencia del turismo, el crecimiento extraordinario de la avicultura reusense, la nueva especialización en la fruta del valle del Ebro y el aumento del tráfico del puerto de Tarragona.[127]

Lluch utilizaba plumilla y apuntaba sus ideas de manera muy pausada, en papeles casi transparentes. Después enganchaba las notas en la habitación o en el despacho, y finalmente las reunía en el orden que le parecía más conveniente para construir el discurso que quería.[128] Al margen del trabajo, también tenía tiempo para hacer alguna incursión en la poesía. Por ejemplo, en octubre de 1963 escribió un poema titulado «Sota un cel ben clar amb un sol ben fort» («Bajo un cielo bien claro con un sol bien fuerte»):

Amb el dubte / de que si hagués sigut, hagués estat / i si fos seria / en la llisa i plana llenca / pensó / mentre mans nues s’entrecreuen en jocs d’amor i de foc / I a dintre meu / l’esperança de l’esperat / i que no és segurament el que viu en mi ara, aquí, / sota un cel ben clar amb un sol ben fort. / Aire penjat, mans movents, paraules no plenes / mentre els papers relligats jeuen al costat / mostrant el camí / a seguir a poc a poc per mi / per a mi i els altres / mentre que nido una falsejada o certa esperança / dintre meu pel viarany marí / a seguir / a poc a poc, per mi / per a mi i els altres / un lent viarany / sota un cel ben clar amb un sol ben fort.[*][129]

A los veintiséis años se enfrentaba a una realidad que «si hubiera sido, habría sido», y tenía la esperanza de hacer cosas a partir de unos papeles encuadernados que le indicaban el camino a seguir, el cual aunque entendía que sería lento y difícil, tenía que recorrer, por él mismo y por los demás. Fue entonces cuando, en uno de sus viajes de prospección sobre el terreno en el Empordà para continuar con el estudio de la industria taponera, que había iniciado un par de años antes, en una sobremesa en casa de un pequeño fabricante de corcho de Palafrugell, conoció a Dolors Bramon.

Ella era cinco años más joven y pertenecía a una familia de veterinarios de Banyoles. Fue un amor a primera vista. Unos meses después se reencontraron por casualidad cuando ambos buscaban un taxi en la plaza Lesseps. Lo compartieron, y empezó su relación. Por aquel entonces, Dolors estaba dedicada al estudio de la Licenciatura en Filosofía y Letras, sección de Filología Semítica, en la Universidad de Barcelona.[130]

Mientras tanto, Lluch iniciaba la preparación de su tesis bajo la dirección de Estapé. Tras descartar el proyecto inicial centrado en el Journal des Économistes, se decantaría por la estructura del pensamiento económico sobre el que se había basado la Revolución de 1868 y que había determinado la aparición de una economía liberal en España.

Su intención era la de centrar la tesis en Laureano Figuerola Ballester (1816-1903), ministro de Hacienda desde septiembre de 1868 hasta junio de 1869 y desde noviembre de 1869 hasta diciembre de 1870, creador de la peseta en 1868 y de la reforma arancelaria de 1869 que dio origen, a pesar de su carácter moderado, a un importante revuelo entre los industriales catalanes.

Lluch quería investigar el pensamiento económico de la Revolución de 1868 hasta 1874 en el conjunto de España. Empezó animado, reuniendo documentación y fuentes, hasta que, para su sorpresa y disgusto, desistió al ver que los papeles más importantes que necesitaría se habían quemado en un incendio del Ministerio de Hacienda.

Eso hizo que, de nuevo, cambiara el objeto de estudio y decidiera centrarse en el pensamiento económico catalán entre 1760 y 1840 con la sospecha de que los antecedentes teóricos del frente proteccionista opuesto a la eclosión liberal de 1868 procedían de muchos años antes.[131] Como para lo que en un principio quería hacer ya se encontraba inmerso en el tema del librecambismo y el proteccionismo, se decantó por continuar la tarea emprendida, pero retrocediendo en el tiempo.[132]

Ernest Lluch

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