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AL SERVICIO DE BANCA CATALANA
ОглавлениеSu nueva situación —casado, trabajando en su tesis y sin trabajo en la universidad ni en el plan de urbanismo— le empujó a buscar otros ingresos, además de los que le llegaban desde Valencia. Los servicios de estudios de los bancos cada vez eran más importantes y necesarios, y, aunque ya funcionaban en las sedes centrales de Madrid, pronto se haría patente que implantarlos en Barcelona también resultaría provechoso.
Dos años después de la creación del Servicio del Banco Urquijo, en 1964, se había creado el de Banca Catalana, una entidad que por entonces tenía un lustro de existencia y que dirigía Artur Saurí. Jordi Pujol, socio del Círculo de Economía —e hijo del principal accionista de la entidad, Florenci—, junto con su cuñado, Francesc Cabana, creían en la expansión territorial de Banca Catalana, lo que se podría llevar a cabo a partir de aquel año, siempre de acuerdo con el Banco de España.
Se consideró conveniente publicar estudios en catalán sobre la zona, comarca o región de las diversas oficinas que reflejaran la realidad económica de sus respectivas áreas de incidencia. Era de todos conocido que Lluch colaboraba con el Banco Urquijo, de modo que le propusieron que dirigiera la nueva colección de estudios comarcales en el marco del nuevo servicio.
El trabajo le ocupaba las mañanas en la quinta planta de la sede de Banca Catalana, donde trabajaba también su hermano Enric al frente de otro ámbito de estudios. Aquí Ernest puso en práctica por primera vez sus dotes de coordinación con una serie de conocidos y estudiantes de Económicas que, dado que eran unos años más jóvenes que él, habían cursado más tarde la carrera.[176]
Bajo su coordinación y con él como autor, en 1967 publicó con Josep Maria Carreras Els recursos hidràulics de Catalunya («Los recursos hidráulicos de Cataluña»), así como el primer estudio realizado sobre la base del conocimiento directo del territorio, L’economia de la regió de l’Ebre («La economía de la región del Ebro»), junto con el joven economista Eugeni Giral.
En medio de estos cambios laborales, el matrimonio Lluch-Bramon alquiló dos pisos, puerta con puerta, uno para Jacinta y otro para ellos, en la calle Sant Eudald, no muy lejos de donde vivían hasta entonces. Allí, el 15 de septiembre de 1967 nació Eulàlia, la primera hija de Ernest y Dolors.[177] Como el piso no era muy grande y en él se juntaba mucha gente —entre alumnos y compañeros— para hablar de política o sobre todo de economía, se veían obligados a utilizar el rellano de la escalera. El periodista Josep M. Huertas, uno de los asistentes ocasionales, lo bautizó como «la escuela del rellano».[178]
En paralelo, Ernest empezó a publicar quincenalmente artículos de economía —en especial sobre la economía catalana— en El Correo Catalán. El director del diario era Andreu Rosselló Pàmies y su subdirector Manuel Ibáñez Escofet.[179] Cuando este último pasó a dirigir Tele/eXpres, a finales de febrero de 1968, Lluch, junto con Josep M. Carreras, empezó a trabajar en este diario, escribiendo artículos sobre la misma temática, una o dos colaboraciones mensuales, aunque a veces se permitía abordar cuestiones de política internacional, sobre todo relacionadas con el socialismo.[180]
Era habitual, además, verlo por la redacción a fin de satisfacer su acendrada curiosidad y enterarse de informaciones del submundo barcelonés. Hasta julio de 1979, cuando dejaría de colaborar en este diario, un año antes de que desapareciera, escribió casi doscientos cincuenta artículos. Aunque en algunas ocasiones estaban firmados por él, los habían redactado sus compañeros más jóvenes, conocidos como los lluchets.[*] [181]
En El Correo Catalán, Ernest dejó también un par de colaboradores —Eugeni Giral y Joan Gaspar— que llenaban su hueco en la sección de economía, sobre todo para temas de economía general, que era lo que habían estudiado, más que de empresa. Lluch también propició la entrada de Jordi Petit, Jacint Ros Hombravella, Manuel Esteve, Francisco Roca, Joan Sentís y Antoni Montserrat en las páginas del diario.
Eso hizo que Ibáñez, de una manera muy exagerada, pero quizá no tan mal encaminado, dijera que Lluch «controlaba el pensamiento económico de dos diarios, lo que le servía además para hacer su política».[182] De hecho, Ernest reunía a sus lluchets, algunos de los cuales también trabajaban bajo sus directrices en los estudios de Banca Catalana, en el conocido snack-bar de enfrente de la sede de la entidad, el Tropeziens, en el paseo de Gràcia entre Provença y Mallorca, y allí decidía quién debía escribir qué.
En ese momento, pues, Lluch empezaba a ser un nombre destacado en el análisis de la economía catalana a través de la prensa. El hecho de publicar en Promos, Serra d’Or y Tele/eXpres a título personal, y el de elegir los temas para El Correo Catalán le permitían tener, en opinión de Ibáñez Escofet, una capacidad de influencia tanto sobre la visión de las cosas como sobre aquello de lo que había que hablar, que lo convertía en una figura singular. Artículo tras artículo su pluma se iba lubricando para argumentar y contraargumentar los temas más dispares.
Afortunadamente para Ernest, tras dos años parado, el Ministerio de la Vivienda le permitió reanudar, en febrero de 1968, el trabajo iniciado con el Plan Director del Área Metropolitana de Barcelona. Como dicho plan fue considerado un trabajo preparatorio, se aprobó una nueva revisión llamada «Estudio de descongestión de la comarca de Barcelona». El trabajo se dividió en tres ámbitos: el Plan de Infraestructuras, el Plan Comarcal y el Plan del Área de Acción inmediata.
El equipo pluridisciplinario de este último plan estaba dirigido por una comisión de técnicos del Ayuntamiento, de la Diputación y de la Comisión de Urbanismo de Barcelona, junto con un triunvirato formado por el arquitecto Manuel Ribas Piera y los ingenieros y urbanistas Albert Serratosa y Josep Soteras, a quien Lluch llamaba «los resplandecientes», en tono burlón refiriéndose a los personajes de La primera història d’Esther, que Salvador Espriu había estrenado en el año 1957.[183]
Ernest incluso había dicho —lo que definía a la perfección cómo era y lo consciente que era de serlo—, que «para ir por la vida» lo que él necesitaba era la «labia, el verbo» de Ribas Piera, el «señorío» de Soteras y la «moral» de Serratosa.[184]
En esta ocasión Lluch fue llamado de nuevo para ejercer —a las órdenes de los «resplandecientes»— como coordinador, junto con Lluís Cantallops y el ingeniero Francisco Germán García Rosales, del Área de Acción inmediata que comprendía todo el Vallès, el Maresme y el Baix Llobregat. Se basaba especialmente en la proyección demográfica en el territorio del área metropolitana de Barcelona.
Se trataba de un trabajo muy bien pagado al que tenía que dedicar tres medias jornadas semanales en la Escuela Industrial. En el equipo del plan director trabajaron, en diferentes momentos y entre muchos otros, el economista Josep M. Carreras, Santiago Ponseti, Emili Gasch, Juli Esteban, Jacint Ros Hombravella, arquitectos como Xavier Subias y el sociólogo Lluís Carreño.[185]
A todo ello añadía, por medio de su incansable capacidad de trabajo, la profundización en el conocimiento del país. Aquel 1968 también con Giral, Lluch publicó en el Servicio de Banca Catalana L’economia de la regió de Tarragona («La economía de la región de Tarragona») y con Emili Gasch y Rossend Termes Bancs i caixes catalans 1925-1965: una aproximació quantitativa («Bancos y cajas catalanes 1925-1965: una aproximación cuantitativa»). Algunos de estos trabajos aparecieron en la Revista Econòmica de Banca Catalana.[186]
Ernest también ejerció como profesor, en el Instituto Bancario, de cuadros directivos de entidades bancarias y dio clases de Pensamiento Económico Catalán en el centro EISA (Estudis i Investigacions Societat Anònima), creado en enero de 1967, junto con muchos otros profesores expulsados, como él mismo, el otoño anterior. Lo financiaba Pujol y contaba con departamentos de Ciencias Políticas, Filosofía, Lengua y Literatura, Ciencia y Tecnología. El proyecto se terminó en diciembre de 1968.[187]