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LA ESTAPÉ «CONNECTION»

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Para la carrera académica de Lluch, resultó trascendental la entrada de un nombre en su vida: el de Fabián Estapé. Ambos se conocieron a raíz de una conferencia que el entonces catedrático de Economía y Hacienda Pública de la Universidad de Zaragoza impartió en el marco de las charlas que Ernest organizó con motivo del paso del ecuador de su curso en la Universidad de Barcelona.[78]

En la charla, Estapé habló de la magnífica biblioteca que albergaba la universidad de la que procedía, mejor surtida, aseguró, que la de Barcelona. Ernest y un compañero suyo, Salvador Condominas, se desplazaron a la capital aragonesa para comprobarlo. Este afán por conocer y su curiosidad sorprendió al académico, que era catorce años mayor que Lluch.[79]

Poco después de aquel encuentro, en octubre de 1960, Estapé tomó posesión de la cátedra de Política Económica de la Facultad de Económicas de la Universidad de Barcelona. Se encargó de los tres últimos cursos, tercero, cuarto y quinto, el que entonces Ernest se disponía a comenzar. En este último curso 1960-1961, entre las tres especializaciones que se podían escoger Lluch optó por Economía general.

La relación entre Estapé y Lluch fue fruto de un amor a primera vista. Un amor con altibajos, como todos, pero que el alumno supo llevar, por propio interés y porque admiró al profesor hasta el final de su vida. Una relación que muchos otros fueron incapaces de mantener. Algo que no era nada raro, ya que decir que el carácter de Estapé era complicado es quedarse muy corto. Al mantenimiento de su relación también ayudó el que durante toda la vida Ernest respetó la jerarquía universitaria.[80]

Estapé, que en más de una ocasión sintió celos de su discípulo, le correspondió y siempre le consideró su mejor alumno y el de más ambición académica de los más de treinta y cuatro mil que, según sus cálculos, había tenido.[81] Enseguida quedó fascinado por un estudiante que entonces ya era una de las cabezas visibles de la inquietud política universitaria y el líder en rendimiento académico del curso. Un muchacho al que, según el catedrático, «siempre le sobró una elegancia natural que sorprendía —no siempre— a propios y extraños».[82]

Lluch transmitía todos los cotilleos, lo que le generó algunas enemistades o prevenciones.[83] Tenía un barniz de autoridad y al mismo tiempo un punto de inteligencia relacional que le permitía mantener un equilibrio en el trato con los compañeros y en las actuaciones que se llevaban a cabo. Pero sobre todo, y sin exagerar, era un alumno ávido de conocimientos como pocos. Además, ya empezaba a tener claro que quería dedicarse a la historia del pensamiento económico, uno de los campos de conocimiento y de interés de Estapé.[84] Por si fuera poco, cuando estudiaba a algún personaje quería conocer su vertiente personal, sus intimidades. Hecho que compartía con Fabián.[85] La conexión estaba servida.

El catedrático abrió un seminario de Política Económica al que, además de Ernest, se apuntaron Condominas, Josep Jané Solà, Jacint Ros Hombravella, Marcel·lí Costafreda, Pere Vicens Rahola, Joan Martínez Alier, Milagros García Crespo y otros.[86] Dado su tamaño más reducido, en los seminarios era más fácil destacar, o que un profesor se fijara en algún alumno, que en una clase de un centenar dentro de una facultad de un millar de estudiantes.

Y si, además, algún día había que vigilar a los alumnos de los primeros cursos, los mayores que se prestaban a hacerlo, como Ernest, ya eran vistos como alguien cercano al profesor. Era fácil diferenciarse y hacerse visible, lo que hizo de Lluch un «chuleta», simpático y muy popular. Hasta el punto de que en el Festival de la Canción de Derecho, dedicado a reírse del profesorado, los alumnos le dedicaron una composición por el hecho de ser delegado y tener un punto autoritario cuando ejercía de ayudante.[87]

Según otro de sus profesores, Jordi Nadal, que lo había tenido en primero y segundo, «era uno de esos alumnos de los que te acuerdas, al que encontrabas para todo. No era ni el más estudioso, ni el más brillante, era el chico que tenía las antenas más largas, que estaba pendiente de todo, que se interesaba por todo. Era de una inquietud fuera de lo común».

Nadal reconocía haber tenido estudiantes más brillantes y aplicados, «pero más inquietos que él ninguno, nunca».[88] También entonces, con su compañero Brotons, el que le había dado la idea de enrolarse en Económicas, Ernest publicó un par de volúmenes de ejercicios de teoría económica que terminaron de conferirle la pátina de alumno aventajado.[89]

Asimismo, Estapé fue importante para Lluch en el marco de la teoría política. El catedrático —que había conocido a Joan Reventós en el seminario de Historia del Derecho del catedrático Luis García de Valdeavellano, una autoridad en la historia de las instituciones—, introdujo en España a través de su seminario y sus clases lo que entonces se conocía como el «socialismo de cátedra».[90]

Había una serie pensadores que explicaban a nivel teórico las condiciones necesarias para que el sistema socialista democrático fuera posible a pesar de las pocas experiencias existentes. Entre estos académicos estaba el economista austriaco Joseph A. Schumpeter con su Capitalismo, socialismo y democracia.[91] Esta obra, publicada en Londres en 1942, constituía la cumbre de la producción de este profesor y fundador de la escuela de Viena, además de militante socialcristiano, ministro de Finanzas de Austria tras el Tratado de Versalles y banquero emigrado a Estados Unidos en 1935.

En su libro, Schumpeter primero homenajeaba el pensamiento de Karl Marx a pesar de estar lejos de compartir sus análisis. El teórico consideraba ineludible la descomposición del sistema capitalista, no por sus contradicciones internas, como decía el fundador del socialismo, sino porque sus éxitos lo condenarían y harían inevitable el surgimiento del socialismo.

El austriaco consideraba que las democracias liberales evolucionaban desde un capitalismo liberal hacia una democracia socialista, a través del desarrollo de instituciones de autogestión de los trabajadores, de la democracia industrial y de instituciones reguladoras de la actividad económica.[92]

En 1950, Estapé escribió el artículo «El profesor Schumpeter y el porvenir del sistema económico» en la por aquel entonces prestigiosa revista de economía Moneda y Crédito.[93] A partir de ahí, y de la traducción de la obra del austriaco al castellano y de su lectura en inglés y francés, el socialismo de cátedra se convirtió en una conversación recurrente en los círculos no solo del seminario de Política económica, sino también de los ambientes políticos socialistas como el MSC y su entorno.

En el ámbito del partido capitaneado por Obiols se debatía sobre esta teoría y en él se reunían jóvenes como Lluch y algunos de sus compañeros de facultad, más jóvenes, como Eugeni Giral o Josep Maria Carreras, quienes, aunque no formaran parte de esta organización, se sentían cercanos a ella.

Ernest Lluch

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