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3.2.2. Las rutinas de los actores participantes en la definición y gestión de las políticas de OT

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Para que esta nueva narrativa transformadora tenga efectos significativos sobre las políticas de OT y de planificación territorial han tenido que producirse cambios en los diferentes ámbitos de rutinas (innovaciones) de los actores que participan en las diferentes fases que definen las políticas de OT. En primer lugar, es necesario tomar en consideración que después de más de cuatro décadas tras la aprobación de la Constitución Española de 1978, y de más de tres décadas del desarrollo del Estado de las Autonomías, se han desarrollado formas de gobernanza (coordinación) más colaborativas y participativas. Tanto desde la perspectiva vertical (entre diferentes niveles de las administraciones públicas) como desde la óptica horizontal (entre diferentes departamentos dentro de la misma escala territorial), o bien en un sentido más “diagonal” (entre departamentos pertenecientes a diferentes escalas) (Farinós et al., 2020). Pero lo cierto es que este proceso de creciente experiencia en la coordinación que se venía gestando desde hace décadas, ha encontrado en los últimos tiempos un impulso político desde determinados gobiernos regionales. Dicho impulso se ha traducido en la creación de nuevos espacios y de nuevas formas de relación entre actores de las administraciones públicas (tanto técnicos como políticos). Este proceso ha permitido ir experimentando con nuevas prácticas de coordinación, lo que ha supuesto hasta cierto punto un efecto de aprendizaje que ha permitido ir redefiniendo, aunque fuese muy lentamente, las prácticas o incluso el rol de los actores. A modo de ejemplo, una institución que ha favorecido este proceso de coordinación han sido las Comisiones Regionales de Ordenación del Territorio y Urbanismo creadas por algunas CCAA. Estas han contribuido a incorporar actores de la sociedad civil (como por ejemplo grupos ambientalistas) en los procesos de decisión sobre planificación territorial.

Como se desprende de las entrevistas realizadas, es importante destacar a este respecto que si bien se señala la tramitación compleja y la falta de coordinación como una de las principales debilidades del ejercicio de la planificación territorial (vid. capítulos 3 y 6 de este libro), no es menos destacable que entre sus principales fortalezas se encuentra el de ser una herramienta que facilita la coordinación vertical entre CCAA y municipios y la coordinación sectorial. Además, se destaca su capacidad para estimular la deliberación, el aprendizaje y la conformación de una visión sobre el territorio.

Evaluación de procesos: una mirada crítica y propositiva de la situación de la política e instrumentos de Ordenación del Territorio en España

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