Читать книгу Poesía - Juan Ariel Pullao - Страница 16

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La calle San Martín es extensa y amplia y se parece a un río que las personas y los perros cruzan.

Sobre ella la lluvia estalla con monótona caída empapando paraguas

y sombreros, extinguiendo el humo del cigarrillo, aplastando el monóxido que emana de vehículos y motocicletas viejas.

El hostal que da al parque tiene un cartel que la lluvia salpica y una puerta que permanece cerrada.

El resto es lo que pasa: automóviles y bocinas, personas y veredas que suceden.

El resto son los hechos, lo que ocurre. En el bolsillo de mi campera hay un libro que no termino de leer.

Las puntas de sus hojas se han humedecido y el agua resbala por la tela de nailon.

El flequillo que oculta tu frente parece bañado por el rocío, y el prendedor de tu nuca eleva el aroma que te acompaña al pasar.

Eres delicada como una flor nueva recién abierta en el viento.

Eres de piel castaña y de ojos negros y tus manos ocupan un pequeño espacio en mis bolsillos.

No tienes el color de la noche, pero en ti se posan pájaros nocturnos y estrellas silenciosas.

No tienes la cadencia de los astros, pero repartes tu sonrisa y tus manos cuando el día termina. Y dispuesta en la lluvia, levantas tu boca y entregas tu deseo.

Oh, ya nadie nos espera. Todos se han alejado del barrio como sombras repentinas.

Caminemos de regreso. Detrás de tu desfile pasarán las calles y los semáforos detrás de nosotros quedarán las esquinas de la ciudad y los locales cerrados.

La lluvia continuará cayendo.

Seguirá mojando los nogales y las rosas, las plazas y los puertos; y bajo ella un silencio de sombras será todo.

Poesía

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