Читать книгу Poesía - Juan Ariel Pullao - Страница 20

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Tú tocas la guitarra cuando llueve, y cantas recordando el otoño de los álamos o el alba de primavera.

Recuerdas la niña que eras. El viento que ascendía por los techos. El sonido de las hojas bajo el sol de mayo.

Recuerdas las canastas con los frutos del manzano, y el perfume de la lavanda recién cortada,

y los pinos que se movían con el viento espantando a los pájaros que volvían del inverno.

Y mientras la brisa hace crujir las paredes de la casa, afuera se oye el graznido de la estación y el viento que deshoja los árboles del campo.

Afuera los troncos son carcomidos por el tiempo. Y el silencio se desploma con el movimiento del agua.

Oh, parece que los pájaros descienden en la sombra buscando las últimas semillas

de los árboles o las raíces que crecen sobre los caminos del leñador.

Parece que los pájaros descienden sobre el esplendor del día, pero el cielo es gris y opaco y en él ya no caben los rayos del sol, ni el día alto, ni la hora indefinida del poniente.

Porque aquí la tarde detiene su carrusel hecho de crepúsculo y sueño. Porque aquí la tarde es un pájaro muerto en las manos de la lluvia.

Y mientras el agua desciende abriendo surcos en el barro del sendero, tú te pareces a un día de invierno, a las huellas que los niños dejan en el barro, a las líneas que el agua dibuja en las ventanas de la casa.

Oh, todo lo evocas y cantas en la soledad que nos encuentra. Todo existe y continúa en lo que dices sin ser nada.

En la memoria de la península que regresa. En el viento que sube al final de la jornada.

Pero tú recuerdas la casa vieja, la calle que caminabas con tu adolescencia salvaje, la aurora quebrando las escarchas de la noche,

y el sol que descendía mientras tu pequeña cabeza se recostaba en mi pecho, y mi mano subía buscando tu rostro o las hebras rubias de tu pelo.

Oh, en tu corazón no entraba la tristeza, en tus ojos no cabía la nostalgia de las cosas.

Todo te invadía y desplomaba como a un país que las sombras asediaron. Todo te aventaba y consumía como a un árbol que el viento azota.

Oh, todo culminó en el llanto, en el sollozo, en la lágrima que caía mientras el día declinaba.

Pero bajo la lluvia yo abrazo tu corazón oscuro, beso tu boca de fruta nueva, amarro en mi pecho los vientos y las barcas que se azotan en tu alma, y dejo dormir en mi sueño tu silencio de aurora.

Poesía

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