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19. ¿Colonia?

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Con la conversión al marxismo, el maniqueísmo espiritual de Fidel se transpuso en el social; el esquema permanecía binario, pero aplicado a actores concretos: pobres y ricos, obreros y capitalistas, Cuba e Imperio. “Partía de la nada con las simples nociones del bien y el mal.” En el centro de su mundo se destacaba Cuba, cordero sacrificial pasado del dominio español al yanqui, la eterna colonia en busca de redención. ¿Era así? ¿O de una parte construía el todo? No importa: el mito triunfa siempre sobre la historia, Fidel lo había aprendido de la Biblia.56

El corazón pulsante de su narración era el azúcar: cruz y delicia de Cuba, emblema del dominio imperial. Pero el cultivo de la caña vivía grandes transformaciones. Era habitual oír que el sistema productivo debía diferenciarse. Así el gobierno y los bancos comenzar a erogar más créditos a los sectores no azucareros. La imagen del yanqui dueño de las tierras se desteñía: el 71% de los ingenios azucareros y el 56% de la producción estaban en manos cubanas.57

La relación con los Estados Unidos en Cuba era fuente de acaloradas diatribas. ¿Era una oportunidad o una cadena? La proximidad de la mayor potencia mundial daba impulso a la modernización; eran un reflejo de ello los indicadores sociales y económicos, que lo mostraban como el país más avanzado de la región. Pero ello agudizaba las distancias entre ciudad y campaña, occidente y oriente, ricos y pobres: la distancia entre las clases se hace más profunda, notó en 1951 una misión del BIRD. El frágil sistema democrático de Cuba, ¿estaba pronto para afrontar tales desafíos?58

Eran desafíos conocidos: la cuestión social no preocupaba sólo al partido comunista o a Fidel. También los gobiernos auténticos eran sensibles a ello, si bien su acción reformista no bastaba. Los católicos en 1951 le dedicaron al tema una importante semana de estudios y peroraron una “solución cristiana” muy similar a aquella a la que Fidel aludía en sus escritos, no por casualidad. La Constitución de 1940 preveía la eliminación del latifundio improductivo. Fidel siempre pintó a la Cuba de esa época como un infierno, pero si lo era para algunos, a muchos otros ofrecía oportunidades. Un compañero suyo recordó después la infancia en Santa Clara: su padre había llegado pobre desde Polonia y había creado un pequeño imperio que daba trabajo a doscientas personas; vivían en un bonito barrio pacífico, era judío, nunca había sufrido discriminaciones.59

Fidel Castro

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