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EL PROBLEMA DE LA SOJA

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A partir de la soja se puede «copiar» todo lo que conocemos en cuanto a variante de carne: desde un escalope hasta una pechuga de pollo o, incluso, unas gambas. Además, con ella se dispone de una leche de sustitución que ha ido ganando muchos adeptos en los últimos años. Quien acuda a comer a un buen restaurante vegano se sorprenderá de todo lo que se puede hacer con la soja. Pero, a pesar de todos estos atractivos, especialmente tranquilizadores para aquellos que deseen hacer su primera incursión en el reino de la dieta vegana, las judías de soja están bajo sospecha debido, sobre todo, al elevado nivel de estrógenos que poseen.

En el caso de las mujeres, acostumbradas al exceso de estrógeno, esta base vegetal no supone ningún problema. Además es incomparablemente mejor elevar así el nivel de estrógenos que hacerlo a base de hormonas, ya que por experiencia sabemos lo elevados que son los ratios de cáncer de mama causados por esas hormonas. El hecho de que las mujeres asiáticas vivan mucho mejor la edad madura gracias a su elevado consumo de soja dice mucho en favor de esta leguminosa. Sin embargo, las asiáticas no suelen comer tanta cantidad de soja como lo haría una adepta a la alimentación vegetariana o una partidaria de la alimentación vegana, sobre todo al inicio del cambio de hábitos.

Para los hombres existe el problema de que pueden engordar a causa de la soja y desarrollar, a largo plazo, formas femeninas, desde unas «suaves» caderas hasta una tripa un tanto redondeada, pasando por el desarrollo de senos. Sin embargo, los hombres que consumen carne pueden adquirir también una figura mucho más femenina, pues con la carne se ingieren demasiadas hormonas; aunque, por el contrario, suelen tener muy poco cultivada su ánima, su parte femenina, y eso afecta a su cuerpo físico, según explico en mi libro La enfermedad como símbolo.

Los estómagos prominentes de los aficionados a la soja están propiciados, además, por la retención de gases, pues la soja es una judía y, como tal, genera flatulencia. Desde el punto de vista psíquico se puede argumentar que a muchos hombres les sentaría muy bien adquirir algo de la condición femenina, por ejemplo un aumento de sensibilidad. El problema es que el tipo «macho» se suele alimentar con una amplia base animal (con lo que consigue un patológico exceso de hormonas femeninas procedentes de las vacas, y con él un aumento del pecho), por lo que el cambio al veganismo no les haría más femeninos, ni en lo físico ni en lo mental.

Un amigo que no atendió a mis advertencias sobre la soja pudo comprobar en su posterior fase de renuncia que volvía a ser claramente más masculino y sentía más arrojo, y no solo en los negocios. En los muchachos jóvenes, aún en fase de desarrollo, hay que vigilar especialmente que no abusen del consumo de soja, pues una ingesta demasiado elevada puede hacer que sus niveles de estrógeno sean centenares de veces superiores a los valores aceptados. Por eso en Inglaterra y Nueva Zelanda los departamentos de salud pública alertaron sobre los inconvenientes de servirse de la soja como sucedáneo de la leche. Sin embargo, hay que tener en cuenta que ambos países tienen una intensa cultura relacionada con la leche de vaca y que sus industrias lecheras son líderes a escala mundial. En todo caso, recordemos que para los niños pequeños la soja es poco recomendable.

Otro aspecto en la sombra (sobre todo en la elaboración de alimentos) es que la industria de la soja representa un peligro para los bosques lluviosos amazónicos, el mismo que puede suponer la producción de carne de vaca exigida por las cadenas de hamburguesas.

Aun cuando todo lo anterior agregue unas gotas de amargura al sabor de la leche de soja, lo cierto es que sus judías seguirán siendo una buena fuente de grasa y proteína vegetal. Da igual que sea salsa de soja, tofu, tempeh o miso; son muchos los productos que suponen un componente fundamental para la cocina vegana. También supone una gran ayuda para quienes desean cambiar su alimentación pero añoran la carne y la sensación que produce en la boca: muchos de los sucedáneos de la carne que se preparan con soja también se pueden fabricar con gluten extraído del trigo y que son de una textura semejante.

Resumen:

Se considera que los productos lácteos en general impulsan el cáncer. Favorecen en especial la aparición del cáncer de próstata, por lo que resultan peligrosos a edades avanzadas. Desde el comienzo de la vida hasta la adolescencia se recomienda la sensata postura de practicar una alimentación relativamente rica en proteínas; después, a lo largo de la evolución vital, ya irán apareciendo cada vez más en primer plano los carbohidratos. Por lo tanto, los niños pueden tomar mayores cantidades de productos lácteos que los adultos (el cáncer no es un problema tan acuciante a esa edad), pero, una vez que han crecido, mantener ese hábito puede resultar peligroso. Por eso los padres deben contrarrestar la influencia de la publicidad. Una alternativa a la leche animal son las de arroz, cáñamo, almendra y, con reservas, la de soja.

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