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CÁNCER DE PRÓSTATA

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Una estadística muy fácil de recordar afirma que en el mundo occidental el 60 % de los hombres de sesenta años, el 70 % de los que tiene setenta años y el 80 % de los octogenarios padecen un carcinoma de próstata. Se trata del tumor registrado con más frecuencia en Estados Unidos y en los países de Europa occidental; es el responsable de casi un cuarto de los diagnósticos tumorales. A pesar de que es el cáncer más frecuente entre los hombres, no es el más mortal. Es mucho más letal el carcinoma bronquial. En el caso del cáncer de próstata hay que distinguir entre el benigno, que el oncólogo alemán Julius Hackethal denomina cáncer mascota, y el cáncer depredador, maligno y de rápido crecimiento.

La situación es especialmente controvertida cuando se menciona el PSA (por sus siglas en inglés de prostate specific antigen) o antígeno prostático específico, el conocido marcador tumoral que tanto inquieta a médicos y pacientes. Por encima del valor PSA= 4 en sangre, la medicina convencional amenaza con la cirugía. Aquí de nuevo se plantea la pregunta de si se trata de una pequeña o gran operación, pues esta última es una frecuente causa de impotencia.

El valor PSA ha sido estimado en muchas ocasiones como poco descriptivo por los médicos naturistas, que aconsejan la ingesta de alimentos que ayudan a la próstata, por ejemplo pipas de calabaza, tomates (licopina) o serenoa (en homeopatía: Sabal serrulata). No es raro que el valor del PSA descienda con este tratamiento. Si a ello se añade un elemento auxiliar, que para mí es primordial, en forma de una mejora de la salud mental a través del desarrollo de la sexualidad (en breve me extenderé acerca de este tema), entonces las medidas de la medicina naturista pueden resultar decisivas para que no se tenga que recurrir a la operación quirúrgica.

Como ocurría con el cáncer de mama, de nuevo observamos que la frecuencia del cáncer de próstata es mucho más elevada en determinados países. Es mayor en las sociedades industrializadas occidentales que en los denominados países en vías de desarrollo. Sin embargo, cuando los varones de estos últimos países se trasladan a países industrializados y adoptan los hábitos sexuales y de alimentación que observan en ellos, sus ratios de morbilidad acaban por incrementarse.

No resulta sorprendente que muchos estudios constaten una evidente relación entre la alimentación vegetariana y el cáncer prostático. Campbell afirmaba que «una enorme cantidad de estudios muestra que los alimentos de origen animal mantienen una relación muy directa con el cáncer de próstata».31

Debemos agregar algo más sobre este tipo de cáncer, una advertencia muy clara sobre el gran peligro que suponen los productos lácteos (véase página 45). En 2001 los investigadores Chan y Giovanucci comprobaron, a lo largo de un trabajo de revisión de docenas de estudios que ya se habían realizado, que los varones con un alto consumo de productos lácteos doblaban la probabilidad de padecer carcinoma prostático respecto a los de consumo más moderado; además, el riesgo de padecer un cáncer de próstata con metástasis maligna, y por tanto letal, se multiplicaba por cuatro.

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