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Psicología del yo: Un mayor avance hacia una perspectiva de desarrollo adaptativo

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El modelo estructural original se amplió en la nueva «psicología del yo», especialmente en los Estados Unidos. Los psicólogos del yo realizaron teorías e investigaciones asumiendo que el yo tiene sus propias dinámicas y funciones independientes y adaptables: integración, cognición, adaptación, pruebas de realidad, gratificación retardada y tolerancia a la frustración, lenguaje, relaciones de objetos, control de impulsos, juicio y, lo que es más importante, defensas. El yo era entonces el «poderoso piloto fuerte» de los impulsos. Los principales psicólogos del yo, incluidos Erik Erikson (1950/1963) y Hartmann (1958) y sus colegas, hicieron hincapié en los motivos y estructuras adaptativas innatas, como los «aparatos de autonomía primaria» y los «núcleos del yo».23 De esta reorientación surgieron nuevos modelos de desarrollo, psicopatogénesis y acción terapéutica analítica.

La coordinación y el conflicto entre las diferentes agencias psíquicas, especialmente entre los impulsos y el yo, se hizo presente entonces. La defensa fue especialmente importante en la orientación clínica emergente, ya que la anterior conceptualización de la represión se amplió para incluir diversas operaciones mentales que restringían o alteraban la expresión de los impulsos de identificación, incluida la organización de las percepciones del mundo para protegerse contra la ansiedad por esos impulsos, como la racionalización, la negación, la proyección, la formación de reacciones, la disociación, etc. Las defensas podrían estructurarse con el tiempo, especialmente si se desarrollan en respuesta a situaciones traumáticas. Los patrones de conducción de la experiencia y el comportamiento podrían contribuir a la formación de «estructuras psíquicas» relativamente estables. La neurosis se consideró cada vez más como una cuestión de carácter así como de síntomas moderados (Reich, 1927/33).

La ansiedad desempeñó un papel especial aquí como el (a menudo inconsciente) disparador de la defensa, reconfigurada por Freud (1926) como la señal psíquica de peligro, ya sea de una fuente interna o externa (más que como el residuo de la frustración instintiva). Freud ofreció lo que equivalía a una secuencia cronológica de distintas ansiedades que preparaban el terreno para un nuevo modelo de desarrollo: aniquilación (un no-ser global, fragmentado y aterrador) asociada con la infancia; separación y pérdida; pérdida del amor al objeto; castración (daño al cuerpo y al yo, miedo al castigo); y, finalmente, ansiedad del superyo (culpa).24 Esta «serie de ansiedad» fue especialmente influyente en las teorías emergentes de relaciones de objetos así como en la psicología del yo. Gran parte de la obra de Klein y Winnicott puede leerse como un extenso relato de la angustia por la aniquilación; Bowlby comienza su monumental estudio del apego y la pérdida haciendo referencia a la angustia por la separación de Freud. En general, las revisiones y adiciones de Freud de los años veinte se abrieron hacia un enfoque de desarrollo más elaborado, siguiendo más directamente el modelo estructural, pero a través de la mayoría de las orientaciones analíticas.

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