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LAS GLÁNDULAS SUPRARRENALES

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Deben su nombre a su ubicación, encima de los riñones. La derecha tiene forma piramidal y la izquierda de media luna. Pesan entre 5-7 g (en el hombre un 30% más). El interior está ocupado por la médula suprarrenal y el exterior se denomina córtex o corteza suprarrenal. En la médula se producen las hormonas adrenalina, noradrenalina y dopamina.

La adrenalina, llamada también epinefrina, es la más conocida por los profanos, pues un «rubor» de adrenalina es una experiencia relativamente frecuente. Es la primera hormona en ser segregada en la fase de «lucha o huida», como hemos visto anteriormente. Cuando el estresor (causante del estrés) es reconocido, la noradrenalina envía azúcar al cerebro (en lugar de hacerlo a los músculos) para agudizar la agilidad mental, reduciendo así el rubor provocado por la adrenalina y posibilitar ciertos recursos primarios. No debemos olvidar que una situación que alguien puede vivir como espantosa, otra persona puede manejarla con una cierta calma. Los expertos indican que esta percepción está condicionada por un complejo sistema de experiencias que se hallan literalmente incorporadas al hipotálamo, el cual puede interpretar los mensajes del lóbulo frontal del cerebro a través de otras estructuras (hipocampo, tálamo y amígdala) y activar respuestas bioquímicas y corporales en función de la experiencia. Este proceso refuerza mi convicción acerca del poder de la mente sobre el cuerpo y cómo la cognición de cada uno puede condicionar totalmente las respuestas bioquímicas y, por extensión, el estatus hormonal e inmunológico.

LA MÉDULA SUPRARRENAL

El tallo del cerebro, que contiene el hipotálamo y el tálamo, determina en gran medida la respuesta del individuo ante un estresor. Interconectada se encuentra la amígdala, responsable de la reacción emocional inicial al agente estresante. La palabra amígdala significa almendra, y se denomina así por su forma.

La señal de alarma viaja al tálamo. Éste reconoce el peligro e indica a la amígdala cómo reaccionar emocionalmente, mientras que, simultáneamente, avisa al prosencéfalo para que analice la situación. Si la respuesta emocional es importante, la amígdala ordenará la secreción de epinefrina (adrenalina) a través del hipotálamo al sistema nervioso simpático, elevando así la presión sanguínea y el ritmo cardiaco y aumentando la circulación de oxígeno, glucosa y hormonas a los músculos, preparando de este modo el cuerpo para la «lucha o huida». Si la señal de la amígdala continúa, el hipotálamo induce a la pituitaria a segregar adrenocorticotropina, para mantener el esfuerzo y continuar luchando o huyendo.

Cuando la amenaza es constante, por ejemplo, la convivencia con un cónyuge violento o vivir en una zona con altos índices de delincuencia, la amígdala siempre estará preparada para responder. Si de alguna manera consigue liberar la tensión y el estrés acumulados (y los miedos), se manifestará con una reacción explosiva. Pero en muchos casos el individuo se acomoda a la tensión, en su propio perjuicio. Si el estresor (esposo violento o delincuente) no lo mata –tragedia cada día más frecuente–, es probable que igualmente desarrolle una patología degenerativa y muera precozmente. En otras palabras, vivir constantemente con estrés y tensión emocional quitan años de vida y literalmente matan, igual que lo puede hacer una pistola.

EL CÓRTEX SUPRARRENAL

El córtex suprarrenal está regulado por la adrenocorticotropina (ACTH), una hormona pituitaria específica. En esta zona de las glándulas suprarrenales se producen las hormonas esteroideas, cuya molécula fundamental es el colesterol. En el córtex se diferencian tres zonas:

• Glomerulosa (capa exterior que produce mineralocorticoides y no depende de la ACTH como las otras dos.

• Fasciculata o capa media.

• Reticularis, situada junto a la médula.

Las zonas fasciculata y reticular producen hormonas esteroideas, como glucocorticoides, andrógenos y estrógenos. Todas dependen de la estimulación de la ACTH para su secreción. La DHA parece producirse en las tres zonas. Los glucocorticoides incluyen cortisol, cortisona y corticosterona y tienen como función fundamental combatir el dolor y las lesiones, circulando por el organismo durante periodos breves. Pero si el estrés es crónico, el cerebro ignorará la señal de stop y continuará estimulando la pituitaria para producir ACTH. Esta estimulación continua del córtex por la pituitaria provoca la hipertrofia del córtex suprarrenal, con altos niveles de glucocorticoides, que, circulando libremente, inician un ciclo de destrucción muy nocivo. El exceso de glucocorticoides ha sido relacionado con enfermedades cardiovasculares, diabetes, astenia, enfermedades degenerativas y, por supuesto, alteraciones del sistema inmune. Los glucocorticoides y los mineralocorticoides tienen básicamente las mismascaracterísticas, aunque son producidos en secciones diferentes del córtex. El glucocorticoide principal es el cortisol (llamado hidrocortisona como fármaco). Todos los que trabajamos en el campo de la salud somos conscientes de los efectos secundarios derivados del uso de la hidrocortisona para tratar procesos inflamatorios y alérgicos, cuando se usa durante periodos prolongados.

El nombre de los glucocorticoides proviene de la propiedad que tienen para aumentar el azúcar en la sangre. Para ello, actúan como inhibidores de insulina, reduciendo su producción y bloqueando la capacidad del organismo para tomar glucosa con destino al tejido celular. La hipoglucemia es un verdadero estresante para el cuerpo, por lo que éste responde incrementando la producción de glucocorticoides. Cuando los niveles de éstos aumentan debido al estrés prolongado, resulta afectado el sistema inmune, puesto que la producción de macrófagos, linfocitos T e interleucina-2 disminuye.

AGOTAMIENTO SUPRARRENAL

Si el estrés continúa, se produce el agotamiento suprarrenal, es decir las glándulas se atrofian y dejan de funcionar correctamente. Los síntomas principales son: poco azúcar en sangre, baja temperatura corporal, baja tensión arterial, astenia, letargo, tendencia depresiva y mayor incidencia de procesos infecciosos e inflamatorios.

Varios de estos síntomas se suelen presentar también en el hipotiroidismo, lo cual no sorprende dada la estrecha interdependencia adrenal-tiroideo. Esta relación todavía se suele pasar por alto en la clínica convencional, aun cuando es muy frecuente observar que el agotamiento suprarrenal por estrés suele ir acompañado de alteraciones tiroideas. Una explicación plausible es que la tiroides ralentiza el metabolismo con el objetivo de «dar un descanso» a las glándulas suprarrenales.

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