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G) LAS CARENCIAS EN VITAMINAS Y MINERALES
ОглавлениеEn la actualidad, muchos animales (corderos, lechazos, terneros, cerdos, pollos, conejos) no salen de sus establos o jaulas y son alimentados con piensos que incluyen de 10 a 15 alimentos base: alfalfa deshidratada, cereales secos, plantas secas, productos fermentados por ensilaje, tortas que corresponden a los residuos de los granos después de la extracción del aceite, residuos de varias industrias (fábricas de aceites, molinos, fábricas de almidones, fábricas de cerveza), harinas de carne y residuos de pescado (Cordesse, 1994).
La composición de los piensos varía según la especie, la edad y el régimen herbívoro u omnívoro. En la actualidad, estos animales se sacrifican a una edad más temprana que antes. El cordero, el buey y el caballo pastan en los prados y se benefician de una alimentación más natural, aunque también ingieren piensos.
Muchas verduras y frutas crecen en invernaderos y se recogen después de una vida más corta que las verduras y las frutas tradicionales.
Todos estos animales y vegetales «criados muy deprisa» son atiborrados de forma artificial con minerales y vitaminas que se añaden a los piensos y abonos. Teóricamente, los consumidores deberían estar a salvo de carencias minerales y vitamínicas. La experiencia demuestra que no es el caso y se suelen encontrar personas con déficit en magnesio, hierro o en diversos oligoelementos. Los colaboradores de Kousmine (Association Médicale Kousmine, 1989) Dupin y Hercberg (1992) señalaron la frecuencia de déficits vitamínicos. No se observan como en la Edad Media avitaminosis graves causantes de enfermedades como el escorbuto, pero sí hipovitaminosis más moderadas, que pueden favorecer a largo plazo la aparición de algunas enfermedades.
¿Cómo se explican estas carencias, a pesar de las precauciones tomadas por los ganaderos y agricultores? Sin duda por varias razones:
• Es probable que el animal o la planta, cuyo crecimiento es acelerado, no retenga una parte de los minerales y las vitaminas.
• Principalmente, nuestro organismo se adapta mal a estos alimentos artificiales, en los que la proporción de los diversos minerales y vitaminas está mal equilibrada. Encontramos una situación análoga a la de la leche de vaca y humana. El calcio abunda tres veces más en el primero que en el segundo. A pesar de ello, las hipocalcemias se observan sólo en los niños alimentados con leche de vaca.
• Algunos productos que actualmente se consumen a diario han perdido gran parte de sus minerales y/o de sus vitaminas: conservas, alimentos cocinados, sal refinada y azúcar refinado.
La dietética no debe basarse en aspectos cuantitativos, sino en aspectos cualitativos. Un retorno a los alimentos naturales y crudos sería un gran paso en esta dirección.