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H) OTROS ERRORES EN EL ÁMBITO ALIMENTARIO
ОглавлениеLas modificaciones ilógicas de nuestra alimentación constituyen el principal peligro para nuestra salud, pero el hombre también ha cometido otros errores. Destacaremos dos de ellos.
1. La enfermedad de las vacas locas
La encefalopatía espongiforme bovina (ESB) se denomina así debido al aspecto de esponja del cerebro de los bovinos afectados. Se trata de una destrucción cerebral progresiva, que se traduce por manifestaciones neurológicas y problemas de comportamiento, con una rápida evolución hacia la muerte.
La epidemia empezó en Gran Bretaña en 1986, se detectó en 1988 y alcanzó su máxima expansión en 1992 (Anderson y col., 1996). Se contaron más de 158.000 casos en el Reino Unido y algunos cientos en el continente, sin incluir los casos no declarados (Butler, 1996). La contaminación de los bovinos se debe al consumo de harinas de carnes y huesos contaminados por los tejidos nerviosos de animales enfermos (Dormont y Bursaux, 1996).
Hay diferentes teorías sobre el mecanismo de desarrollo de la ESB (Laplanche, 1997). Prusiner (1995) atribuye la responsabilidad a un prión, es decir, a una proteína modificada, que deriva de una proteína normal presente en el cerebro. El prión sería capaz de multiplicarse. Si esta teoría se verifica, constituiría una verdadera revolución. Uno de los dogmas de la biología es que el ADN y el ARN son las únicas moléculas que se duplican, mientras que las proteínas son incapaces. Sin embargo, se han propuesto otras teorías según las cuales el agente causal sería un virus, una molécula chaperón o un virión, formado por el prión, que encapsularía un ácido nucleico de pequeña talla (Beauvais, 1997).
En el hombre, la encefalopatía espongiforme es rara, y corresponde casi siempre a la enfermedad de Creutzfeldt-Jacob. Sin embargo, en los últimos años, en Gran Bretaña, algunas decenas de personas han desarrollado una nueva encefalopatía espongiforme, distinta de la enfermedad de Creutzfeldt-Jacob en varios aspectos (Dormont y Bursaux, 1996):
• Edad temprana de los pacientes.
• Predominio inicial de signos psiquiátricos.
• Trazas encefalográficas diferentes.
• Supervivencia tres veces más larga.
• Aspecto particular en la autopsia del cerebro.
No es seguro, pero sí muy probable, que se trate de la ESB transmitida al hombre. Éste se contaminaría a través de la ingesta del cerebro y quizás algunos despojos (mollejas, tripas) de bovinos enfermos. El músculo, es decir, el bistec, parece inofensivo (Hope, 1995). Los británicos aquejados de esta enfermedad no consumían carne magra, sino hamburguesas elaboradas con sesos.
A partir de 1988 se tomaron medidas para luchar contra la ESB. Las principales fueron:
• La prohibición de exportar a Gran Bretaña sus productos bovinos.
• La matanza sistemática de los rebaños que contenían uno o varios animales enfermos.
• La exclusión de la venta de cerebro, médula espinal y todas las partes del buey o vaca que hubieran podido estar en contacto con el sistema nervioso.
• La abolición definitiva de harinas que contuvieran sustancias de origen animal.
Estas medidas fueron eficaces. En los bovinos, la transmisión por la alimentación ha desaparecido desde finales de 1994. En 1996, los nuevos casos de ESB eran nueve veces menos que en 1992. En el hombre, la incidencia de la nueva encefalopatía espongiforme no ha aumentado, lo cual es tranquilizador. El agente causal de la ESB parece tener dificultades para pasar la barrera de las especies. No obstante, teniendo en cuenta que el periodo de incubación es largo, debemos esperar todavía una decena de años para tener una opinión más firme.
La enfermedad de las vacas locas es un buen ejemplo de lo absurda que es la conducta humana; en concreto, la obsesión de los ganaderos por el rendimiento. Se administra a los herbívoros una alimentación que los ha convertido a la vez en carnívoros y caníbales. Engañando a las leyes de la naturaleza, la especie humana se expone a ciertos peligros.
2. Los excesos de la pesca en el mar
Safina (1996) ha descrito inmejorablemente este tipo de excesos. Los pescadores ven facilitada su tarea con diversas técnicas modernas:
• Las largas redes de deriva.
• La pesca de arrastre.
• Los palangres, que pueden medir varios kilómetros y están equipados con numerosos anzuelos.
• El radar, que permite a los barcos navegar y pescar en la bruma.
• El sonar, que detecta los bancos de peces, según la forma característica de su eco.
• Los aviones, que guían a los barcos en la búsqueda de atunes rojos.
• El posicionamiento por satélite (GPS), que orienta a los buques hacia las zonas ricas en peces.
Estos procedimientos son tan eficaces que todos los años se capturan el 90% de los peces que existen en los mares y océanos, tanto las especies autorizadas como las prohibidas. Se siguen utilizando técnicas teóricamente prohibidas por la ley. Los peces no pueden reproducirse en cantidad suficiente y su número disminuye desde 1989.
Los países donde la pesca es más importante son, de mayor a menor, Japón, Rusia, China, Estados Unidos, Chile y Perú, cuya actividad supone el 51% de las capturas mundiales (Piclet, 1992). La ambición de los profesionales de la pesca ha provocado la disminución de numerosas especies. Esta visión a corto plazo amenaza los recursos alimentarios del futuro.
En compensación, la cría de pescado en agua dulce y en agua salada, llamada acuicultura, adquiere cada vez más importancia. En diez años ha doblado la producción y representa una cuarta parte de los peces y crustáceos que se consumen actualmente (Naylor y col., 1998). Pero la acuicultura también tiene sus inconvenientes (Foster, 1999):
• Destrucción de los bosques de manglares que bordean las costas donde se desarrollan los alevines.
• Necesidad de grandes aportaciones de peces salvajes para alimentar a las especies carnívoras.
• Polución y salinización de las aguas y los suelos.
La acuicultura obstaculiza en parte la reproducción de las especies marinas, ya castigadas por sobrecargas de sustancias tóxicas generadas por las actividades humanas, que contaminan los ríos, mares y océanos.
Como han indicado algunos economistas, el exceso de impuestos mata a los impuestos. De la misma manera podemos decir que el abuso de la pesca mata a la pesca. Los cazadores, que tropezaron con un problema parecido hace algunos años, han comprendido la necesidad de limitar los periodos de caza y proteger algunas especies. Los pescadores deben seguir los mismos pasos.